jueves, 17 de febrero de 2011

Santo Tomás de Aquino: Comentario al libro «Sobre el alma» de Aristóteles

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), sacerdote dominico, es considerado el filósofo y teólogo más importante de la filosofía escolástica. Entre el numeroso bagaje de obras que escribió, se encuentra el Comentario al libro «Sobre el alma» de Aristóteles, filósofo clásico, fundamento del pensamiento tomista.

En un primer momento, santo Tomás trata el problema de la definición del alma, aclarando que, al sernos desconocida la esencia de las cosas, sólo podemos definirlas partiendo de sus accidentes, situación que no impide llegar al conocimiento de lo real, obteniendo las notas propias y esenciales, con las que se pueden definir, como principio de la demostración, todas las cosas.

Puntualizando lo anterior, afirma que el alma es acto, ya que los cuerpo físicos son sustancias y todo cuerpo que vive es un cuerpo físico, por tanto, todo cuerpo que vive es sustancia; y dado que el cuerpo vive, aquello por lo cual tiene vida es el alma. Así, el alma está en el sujeto y es sustancia como forma; no como compuesto, como lo es el cuerpo que tiene vida ni como materia, como lo es el cuerpo que como sujeto recibe la vida. El alma es el acto absoluto como forma por el cual vive el cuerpo1.

Toda operación del alma es acto; sin embargo, los objetos son anteriores a las operaciones del alma. Son los sentidos quienes perciben los objetos, permitiendo su acceso, inmaterial e incorporal, al entendimiento; por lo que se deduce que “los sentidos conocen los singulares, y el entendimiento, lo universal, que es el objeto de la ciencia [...], se puede entender por universal la naturaleza común en cuanto que es término de la intención de universalidad; o, también, la naturaleza en sí misma”2.

Partiendo del hecho de que la naturaleza humana posee dos existencias: una material y otra inmaterial y el intelecto hace referencia a ésta última, por él se aprehende la naturaleza común sin aprender los principios individuantes forzosamente, de tal manera que “para la verdad de un conocimiento no es necesario que el que conoce alguna cosa conozca todo lo que hay en ella”3. Por tanto, los universales, la naturaleza común, no existen más que en el alma. Ésta es la respuesta tomista al problema de los universales.

Por otra parte, se afirma que en los seres constituidos por materia y forma hay algo además de los principios de la especie y no puede haber nada fuera de la esencia específica: la quididad. Entonces, hay dos tipos de materia: la sensible y la inteligible, que corresponden a los seres naturales y a los seres matemáticos respectivamente. “Los seres naturales como los matemáticos tienen una forma en la materia: y por eso, en unos y otros es algo diferente la cosa y su esencia, y por lo mismo, en unos y otros también se dan muchos individuos bajo una misma especie”4. El alma, por su parte, o conoce con una potencia a la cosa y con otra a su esencia o quididad, o la conoce con la misma potencia, pero procediendo ésta de diversa forma, por ejemplo, los sentidos.

Con respecto a lo anterior, el Doctor Angélico dice que tampoco se podría referir el universal al particular, si no existiese una potencia que los conozca a ambos. Dicha potencia es el entendimiento, que los conoce pero de diferente modo. A la naturaleza específica, el universal, la quididad, la esencia, la conoce aplicándose directamente; mientras que necesita de la reflexión para conocer el particular, a través de los sentidos y la imaginación.

Por último, cierra el discurso con la postura aristotélica clásica sobre el conocimiento, afirmando que “lo que es objeto de nuestro entendimiento no es algo existente fuera de las cosas sensibles, [...] el entendimiento puede entender una forma sin los principios individuantes, pero no sin la materia, de la cual depende la esencia de esa forma”5. Por tanto, los seres matemáticos y las quididades o seres naturales no están separados en la realidad ni en el entendimiento.

Bibliografía

Tomás de Aquino, “Comentario al libro «Sobre el alma» de Aristóteles” en Clemente Fernández, Los Filósofos Medievales Selección de Textos, tomo II, BAC, Madrid, 1979, pp. 468-479

1Cfr. Santo Tomás de Aquino, Comentario al libro «Sobre el alma», libro II, lección 1, §220-224

2Íbidem, lección 12, §377-378

3Íbidem, §379

4Íbidem, libro III, lección 8, §708

5Íbidem, §717

5 comentarios:

  1. Muy buena entrada, pero me quedan algunas dudas:
    1.- ¿El alma es acto puro? y si lo es entonces ¿se compara a Dios?, por esto creo que el alma también debe de ser potencia y una potencia podría ser, por ejemplo, la unión con Dios .
    2.- ¿El alma, al ser inmaterial, es parte del intelecto o viceversa? y por o tanto ¿sería el alma de cada uno un universal?

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  2. Opino que tu análisis y explicación son apropiadas y concretas, pero ahora me surge la duda de que ¿Se le puede considerar ala propuesta de Tomás como una propuesta relacionada con el realismo moderado?.
    Es necesaria la materia para el conocimiento de lo inmaterial, más ¿Podríamos conocer únicamente cosas materiales y especular erróneamente atributos de cosas inmateriales que no existan?. Gracias por tu aportación.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. gracias por tu aportación
    el matemático ¿como llega a una a entender sus verdades,en este caso el numero?, si "el entendimiento puede entender una forma sin los principios individuantes, pero no sin la materia, de la cual depende la esencia de esa forma"5

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  5. El mas docto entre los santos,el mas santo entre los doctos eso es santo tomas de aquino,sencillez y profundidad en sus obras

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