miércoles, 16 de febrero de 2011

Santo Tomas, Comentario al libro de Boecio sobre la Trinidad

El texto contiene comentarios y aclaraciones que Santo Tomas tiene como oportunos explicarlos retomando el texto de Boecio Sobre la Trinidad.
En la cuestión cinco del texto de Santo Tomas, que trata sobre la división de la ciencia especulativa, se discute si la división de esta ciencia es recta al hacerla en tres partes: la natural, la matemática y la divina. Santo Tomas lo hace de una manera sistemática poniendo primero la cuestión a resolver, después su respuesta y por último la solución que propone; esto lo hace en todos los casos a comentar.
Primeramente aclara que el entendimiento especulativo (o teórico) se distingue del operativo (o práctico) la razón de esta distinción está en que el entendimiento especulativo tiene como fin la verdad que éste contempla mientras que el entendimietno práctico lo que hace es ordenar esta verdad contemplada a la acción; siendo éste su fin. Por tanto se requiere que la materia de las ciencias prácticas sean todas aquellas cosas que pueden ser hechas por nuestra actividad y la materia de las ciencias especulativas tienen que ser, por fuerza, todas aquellas cosas que no son producidas por nuestra actividad.
Ya que se ha aclarado esta distinción enfoquémonos ahora a las ciencias especulativas y su división. Esta división debe de tener en cuenta lo que ya se ha dicho sobre la materia de la misma, es decir, que la división se hace desde la diferencia de las cosas especulables (las cosas que no son producidas por nuestra actividad) en cuanto tales.1 Estos objetos o cosas se distinguen en tanto que son necesarias porque son inmóviles ya que todo lo que se mueve puede ser o no ser; por tanto al objeto de la ciencia especulativa le corresponde la separación o, incluso, la vinculación que hay entre la materia y el movimiento. De ahí que, según sea el grado de inmunidad entre la materia y el movimiento, es como se distinguirán las ciencias especulativas.
De los objetos especulables hay dos clases de ellos que dependen de la materia para existir: unos son los que dependen de la materia en el existir y en el concepto, El santo pone de ejemplo al hombre, pues en esta definición hay que incluir la carne y los huesos. La ciencia que se encargaría de estudiar esto es la física o la ciencia natural. Los otros objetos son los que, aún dependiendo de la materia en el existir no hacen lo mismo con el concepto y en su definición no se incluye la materia sensible, estos son, por ejemplo: la línea y el número y esta clase de objetos los estudia la matemática.
También existen los objetos que no dependen de la materia en el existir, esto es, que pueden existir sin materia como son Dios o los ángeles, también, éstos pueden existir ocacionalmente en la materia como sería la sustancia, la cualidad, el ente, la potencia, etc. De estos objetos trata la teología y el principal objeto de estudio es Dios.2 Esta teología es la llamada metafísica o filosofía primera, llamada así porque las demás ciencias la suponen al tratar los principios que de ella surgen.
Tomas propone como solución un cierto orden para estudiar las dsitintas ciencias que se conocen y que han sido clasificadas por él mismo, según su entender. Lo que dice es que la metafísica se estudie después de haber estudiado las ciencias naturales; también dice que se estudie después de las matemáticas pues ayuda a conseguir conocimientos previos necesarios para concebir relidades como los números y las clases de esferas celestes. Las demás ciencias contribuyen a su mejor desarrollo como serían la música o las ciencias morales.
Respecto a que el objeto de la filosofía natural (teología o metafísica) son las cosas que tienen movimiento y materia, conclusión a la que se llegaba, el autor menciona que todo lo que se mueve se mide por el tiempo. Habla sobre un primer movimiento que él llama “movimiento local” y dice que suprimido éste no hay ya algún otro movimiento en las cosas. Algo que es móvil existe aquí y ahora individuado por la materia concreta, que es la que se alcanza a percibir. Bajo estos aspectos se basan las ciencias de las cosas móviles para estudiarlas; lo que se tiene que hacer es considerar estos objetos sin la materia designada pero no sin la materia no designada, por ejemplo: la definición de hombre es considerada sin esta carne y sin estos huesos pero no sin carne y sin huesos en general. Esta calsificación tiene de fondo la creencia de que los singulares incluyen en su noción a la materia designada (es decir, lo concreto o específico) y los universales incluyen a la materia común.3
Es el turno de explicar si la matemática considera sin movimineto y materia a los seres que existen en la materia. Hay que distinguir primero dos clases de operaciones del entendimiento, la llamada “inteligencia de lo indivisible” por la cual cada cosa conoce lo que es y la otra que se dedica a componer y dividir, formulando así, enunciaciones negativas o positivas. Esta segunda clase de operación resulta insuficiente a la hora de abstraer o separar lo que está unido en la realidad; por ejemplo: al querer abstraer el hombre de la blancura diciendo que el hombre no es blanco, se da a entender que existe una separación entre estos dos y si esto no ocurre en la realidad quiere decir que hay falsedad en el entendimiento.
Es así que decimos que tiene el entendimiento diversas formas de distinguir una cosa de otra como ya hemos visto. La operación por la cual compone y divide (distinguiendo una cosa de otra pensando que no están la una en la otra) y la operación por la que distingue qué es cada cosa (llamada abstracción) sin pensar en otra cosa.
Enfocándonos ahora en la cuestión de la abstracción, menciona el autor que hay dos formas de ésta. Una es la que abstrae la forma de las partes y la otra que lo hace con el todo de las partes (de esta clase es la abstracción del universal de lo particular). La forma que puede ser abstraida de la materia es esa esencia que no depende de la materia, lo que no le pueden hacer a una forma que depende de la materia, aquí podemos poner de ejemplo a los accidentes, pues éstos dependen de la sustancia y ésta, desapareciendo los accidentes, no podrá ser cognoscible más que por el entendimiento.4
Recopilando los datos, tenemos pues que hay tres tipos de operaciones del entendimiento: la que compone y divide, llamada separación (propia de la metafísica), otra es en la que se forman las quididades de las cosas o abstracción de las formas de las materias sensibles (que la estudia la matemática) y la abtracción del universal de lo particular (propia de la física y comúna todas las ciencias) asumiendo, después de haber quitado lo accidental, lo sustancial.5
Ya hemos hablado sobre la ciencia natural y matemática, ahora queda explicar lo que Santo Tomas comenta sobre la ciencia divina. Se cree que ésta tiene por objeto a los seres que existen sin la materia y el movimiento y el autor aclara que estos seres se pueden ver en dos maneras: en cuanto que son los principios comunes de todos los seres o en cuanto que son realidades determinadas. Ha estas realidades se dedican los filósofos pero solamente en cuanto a que son principios de todas las cosas, pero la ciencia que los estudia de lleno es la divina.
Así como hay dos maneras de ver a estos seres hay dos formas de estudiarlos, con la metafísica (que ya la hemos mencionado y es la que estudian los filósofos por ver a estos seres como principios de las cosas) y la otra que considera como objeto de estudio estas realidades divinas por sí mismas, a esta la encontramos en la Sagrada Escritura.6

Bibliografía:

Santo Tomas de Aquino, “Comentario al libro de Boecio sobre la Trinidad”, en: Clemente, Fernández, Los Filósofos Medievales, tomo II, BAC, Madrid, 1979, pp. 300-317.
1Cfr., Santo Tomas de Aquino, “Comentario al libro sobre la Trinidad, de Boecio”, en: Clemente, Fernández, Los filósofos medievales, tomo II, BAC, Madrid, 1979, pp. 300-301.
2Cfr., Ibidem, p. 302.
3Cfr., Ibidem, p. 305.
4Cfr., Ibidem, pp. 307-308.
5Cfr., Ibidem, p. 310.
6Cfr., Ibidem, p. 311.

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