jueves, 24 de febrero de 2011

Tomás de Aquino, Comentario al libro «De causis»

El libro llamado De causis pertenece a un antiguo filósofo árabe del s. IX o X del cual se desconoce su nombre, sin embargo con los estudios que se han realizado del texto se estipula que esta obra se inspira en el texto Elementatio theologica de Proclo, siendo sólo una síntesis de dicha obra. De esta manera, Tomás de Aquino retoma este texto para hacer una aportación a la obra De causis, en la cual pretende abordar el tema de las primeras causas.

Por un lado, dicho texto comienza planteando que en el ejercicio del entendimiento que realiza el hombre para tratar de comprender al ser supremo, el hombre encuentra su última felicidad, ya que al centrarse en la búsqueda de la causa y no en el efecto, y en especial en el de las primeras causas, el ser halla lo más bello y bondadoso que él puede conocer. De tal manera que “una vez conseguida la perfección de este conocimiento después de esta vida, obtiene el hombre la felicidad perfecta”,[1] en aquella realidad trascendente que los cristianos llaman vida eterna. Por ello, Tomás de Aquino comenta que en la antigüedad algunos filósofos en los últimos años de su vida dedicaban su tiempo al estudio de las causas primeras, debido a que ya en su edad avanzada contaban con la sabiduría, la experiencia y la madurez necesaria para comprender mejor las cosas, aunque su estudio a lo largo de la vida comenzaba con la lógica, las matemáticas, la filosofía natural, la filosofía moral y por último “el estudio de la ciencia divina, cuyo objeto son las causas primeras de las cosas”.[2]

En efecto, posteriormente se trata la cuestión de que hay un ser que fue creado primero que todos los demás seres y que antes de Él nada puede existir, para esto se retoma el pensamiento de los platónicos, quienes estipulaban “como principio supremo y primero de las cosas, al uno y al bien separado”,[3] que es Dios, afirma Tomás de Aquino. De tal forma que se concibe a un no-ente que es materia prima de las cosas, el cual existe en todos los seres, más Él está fuera del alcance de lo perceptible y del entendimiento, de esto mismo que se ha llamado no ser, al igual por el hecho de ser algo superior a todo lo que existe.

Así pues, Dios es llamado la causa primera que se manifiesta de un modo más puro y verdadero. Tomás de Aquino en este sentido afirma que Dios es sustancia simple y primera, además es causa de las cosas creadas abarcando toda la existencia, participando de ella e incluso en la de los no-entes, que son estas creaturas celestiales que viven en la continua presencia del Ser Supremo. Sin embargo Dios que “está sobre el alma y sobre la inteligencia”[4] del ser, encuentra una participación más directa a la unión con el alma del ente. Por un lado, se reconoce que ésta es una sustancia particular y no universal, de la misma forma se dice que posee la capacidad intelectual del ser, es además incorpórea y subsistente, porque tiene una operación en sí, independiente del cuerpo, aunque ambos elementos se complementan. En efecto, el hombre no es sólo alma sino es un compuesto a partir de cuerpo y de alma o mejor dicho de materia y forma.

Retomando el problema de la causa primera, Tomás de Aquino expone que ésta no tiene materia sino “es el puro ser”, quien no necesita materia para existir, es individual y “por su puridad, tiene la capacidad de comunicar la bondad a la inteligencia y a los demás seres”,[5] de tal forma que la esencia de Dios lo abarca todo, ejemplo de esto es el entendimiento humano, el cual es limitado, ya que tiene que conocer las cosas una por una a partir de una experiencia significativa, que divide a los seres en genero y especie, en cambio Dios que abarca todas los seres posee el conocimiento de todo cuanto existe.

Asimismo se concibe a la Divinidad como acto puro, aunque también se dice que es una “potencia infinita”, no queriendo “decir que sea ella esencialmente la potencia, sino que es algo que tiene potencia”,[6] que da vida y que ordena a todos los seres, de tal forma que es necesario reconocer que tiene que haber algo que exista antes que todo, para que otorgue a los seres la existencia, porque se dice que la materia es pura potencialidad, por ello se indica que no puede existir por sí misma, sino necesita de un Ser que impulse su generación. De igual manera esta acción que tiene la Divinidad sobre los seres hace participes a estos de su esencia, distingüendo que una vez que estos han recibido la capacidad de poder vivir, “se mueven a sí mismos”, de tal forma que se habla de que el ser inteligente goza de una voluntad que le hace obrar según su querer.

Para concluir el texto, Tomás de Aquino expresa que “la causa primera está más elevada que cualquier nombre que podamos imponer”,[7] debido a que el razonamiento humano no conoce perfectamente, sino nuestro entendimiento se ve limitado a conocer y a describir lo perfecto, lo supremo, lo inmutable, lo finito e infinito, ya que la inteligencia del ser trata de conceptualizar en cosas concretas e imperfectas.

Bibliografía

· Tomás de Aquino, “Comentario al libro De causis en Fernández, Clemente, Los Filósofos Medievales Selección de Textos, t. II, BAC, Madrid, 1979, pp.732 – 742.



[1] Tomás de Aquino, “Comentario al libro De causis” en Fernández, Clemente, Los Filósofos Medievales Selección de Textos, t. II, BAC, Madrid, 1979, p. 733.

[2] Ibid., p. 734.

[3] Ibid., p. 735.

[4] Ibid., p. 736.

[5] Ibid., p. 738.

[6] Ibid., p. 741.

[7] Ibid., p. 742.

6 comentarios:

  1. Realmente se puede encontrar tu texto un claro contenido dedicado a la investigación y especulación del motivo, meta y fuerza que lleva el hombre en su camino vital.
    Tiene razón al expresar que Tomás de Aquino tiene una cierta afinidad con el pensamiento de Aristóteles, pues mucho de su pensamiento se basa en “el filósofo”.
    Podrías enriquecer tu aportación explicando un poco de la importancia de la actualidad del ser para no limitarse a la potencia. Tienes una expresión sencilla y adecuada.

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  2. Me parece adecuada tu aportación e interesante, pero me queda la duda, ya que señalas que la acción de la Divinidad sobre los seres hace participes a estos de su esencia, distinguiéndose que una vez que estos han recibido la capacidad de poder vivir "se mueven a sí mismo" y posteriormente señalas según el autor, que los seres inteligentes gozan de una voluntad que los hace obrar según su querer. Entonces, ¿con mi capacidad de poder moverme, ya no necesito de Dios?, ¿por ser inteligente, puedo obrar según mi querer o el querer de Dios?

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  3. Tu aportación sin duda es muy positiva. Lo que más rescato es la necesidad de trascendencia que se refleja en la búsqueda de las causas últimas, como lo expresa el Doctor Angélico, refiriéndose a los antiguos, sin dejar de ser un problema actual, donde se involucra tanto la ontología como la antropología, hablando de cuestiones metafísicas.

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  4. Mi duda es sobre la relación entre esta causa primera con los seres creados por ella, es decir, que después de que han recibido la capacidad para vivir cómo es que se relacionan con esta causa primera.

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  5. Es importante que dejes claro que siendo Dios la causa primera, el hombre posee el entendimiento pero para conocer las cosas necesita de la iluminación de la causa primera, siendo que Dios es el que posee todo conocimiento y el único que posee en sí el ser de todas las cosas.

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  6. es buena tu aportación ya que menciona la primera causa con claridad y sostiene bien con puntos claros, gracias por tu aportación.

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