jueves, 10 de febrero de 2011

San Anselmo, De la Verdad


San Anselmo, nacido en (Aosta, 1033-Canterbury, 1109), fue monje benedictino, abad de Santa María de Bec, en Normandía, y arzobispo de Canterbury (1093). Fue uno de los prelados más cultos de su tiempo. La especulación filosófica, según él, era una consecuencia exigida por la fe. Sostenía la necesidad de creer para comprender a fin de intentar luego comprender lo que se creía. No anteponer la fe, según Anselmo, era presunción; sin embargo, no apelar a continuación a la razón era negligencia. En la cuestión de los universales, se inclinó hacia la solución platónica. De este realismo proviene el valor de la llamada prueba ontológica de la existencia de Dios propuesta en el Proslogium: tenemos la idea de un ser perfecto; sin embargo, la perfección absoluta implica necesariamente la perfección de la existencia; luego el Ser Perfecto existe. Entre sus obras, cabe destacar Cur Deus homo, donde expone una doctrina de la redención. Se le considera fundador de la teología escolástica, es considerado doctor de la Iglesia1.

El texto De la verdad escrito por San Anselmo, presenta una conversación entre maestro y discípulo, en el cual, el maestro y el discípulo quieren llegar a saber qué es la verdad. En el diálogo, el discípulo pide al maestro que sea quien busque y descubra qué es la verdad, el discípulo dice que únicamente se contentará y sacará provecho de lo que su maestro descubra; pero el maestro utiliza una serie de preguntas al alumno para que también ayude a descubrir qué es la verdad. Se da a conocer en un primer momento la significación de la misma y su enunciación. El maestro pregunta al discípulo ¿cuándo es verdadera una enunciación?, el discípulo responde, que es cuando existe realmente lo que enuncia, es decir, lo que es afirmativo o negativo sin matices, de esta forma existe lo que se enuncia ya sea afirmativa o negativamente, porque nada es verdadero sino por la participación de la verdad y dicha verdad es su causa. Por tanto, nuevamente el maestro pregunta ¿cuál es el fin de la afirmación?, el discípulo responde: “expresar lo que es”2, es decir, expresar lo que debe y con exactitud. De esta manera es a la vez verdadera y recta cuando expresa la existencia de lo que es. Entonces es una misma y única cosa para ella el ser recta y verdadera, es decir, manifestar la existencia de lo que es. El maestro da la sentencia, que por consiguiente la verdad, no es otra cosa que la rectitud, y lo mismo hay que decir cuando la enunciación expresa la no existencia de lo que no existe.

El maestro ahora continúa con lo que es recto y verdadero, en el cual dice que, no se acostumbra a llamar verdadero un discurso que enuncia lo que no es; sin embargo, tiene una verdad y una rectitud, porque hace lo que debe hacer, señalar la mentira de eso que no es “la verdad no ha sido hecha para expresar que una cosa existe cuando no existe o que no existe cuando sí existe”3. La rectitud y la verdad de la enunciación, expresan aquello para lo cual han sido hechas, y éstas son inmutables, es decir, que no puede ser cambiado; por ejemplo: cuando se expresa, es de día, para significar lo que es, me sirvo con rectitud del significado de esa proposición, porque ha sido hecha para eso, pero cuando expreso con la misma frase lo que no es, no la empleo con rectitud, porque no ha sido hecha para eso, porque la rectitud y la verdad son inseparables.

Ahora bien, De la verdad de opinión, el maestro señala que, se califica como verdadero un pensamiento cuando existe y falso cuando no existe; y la verdad del pensamiento es eso, pensar con exactitud, responde el discípulo a la pregunta del maestro ¿en qué consiste, la verdad del pensamiento?, el discípulo continúa diciendo que la exactitud, es que pensemos que existe lo que existe y no existe lo que no existe “el que piensa la existencia de lo que existe piensa lo que debe pensar...su pensamiento es exacto”4.

Continúa con el diálogo con la siguiente pregunta del maestro al discípulo, ¿qué entiendes por verdad?, a esto, el discípulo responde, nada más que la rectitud, esta rectitud se manifiesta cuando se quiere y no se quiere, porque se actúa con rectitud y con lo que se debe querer. El maestro le da la razón y le dice que hay que creer que en la acción existe también la verdad, pero no en la acción del obrar mal, porque el obrar mal y el obrar la verdad son cosas contrarias. Por tanto, dice que obrar con rectitud es obrar con la verdad, lo mismo es obrar la verdad que obrar bien, “la verdad de la acción es su rectitud”5, por ejemplo: el fuego hace es lo que es, es decir, la verdad, y la rectitud la realiza cuando calienta, esto es parecido al hombre, cuando hace la rectitud y la verdad cuando obra bien, sobre todo, porque el Señor ha querido dar a entender por la palabra hacer no solamente hacer, sino también toda acción. Una vez comprendido esto por el alumno, el maestro ahora habla sobre la Verdad suprema, que es quien ha creado cuanto existe, porque Él es la Verdad suprema, por tanto todo cuanto existe contiene una verdad en esencia, es decir por el hecho de ser creadas son verdad, aunque no todo lo que ha creado sea recto, son de la Verdad suprema, ya que en Él, no se puede admitir error, porque lo que es falso, no existe.

Ahora bien, la Verdad suprema, no es rectitud porque deba alguna cosa. Sino que todas le deben a ella, su única razón de ser lo que es que ella es, porque “la verdad suprema no tiene ni principio ni fin”6, por tanto, ninguna cosa será, ni es, si no es en la Verdad suprema. Con todo lo antes dicho, el maestro llega a definir la verdad como “la rectitud perceptible con el espíritu solamente”, dice esto, porque la rectitud se distingue de todo lo que no es llamado rectitud. Y al decir que no puede ser conocida más que por el espíritu, se la distingue de la rectitud perceptible por el sentido de la vista, es decir de lo concreto.

Concluye diciendo que los argumentos expuestos y la verdad de las cosas, no quiere decir que hayan muchas verdades, sino únicamente se debe entender de una Verdad soberana subsistente por sí misma, que no pertenece a ninguna cosa; pero cuando se la pone en relación con alguna cosa, entonces se habla de la verdad o de la rectitud de esa cosa.


Bibliografía

Fernández, Clemente, S. I, Los Filósofos Medievales, selección de textos, “San Anselmo, De la verdad”, BAC, Madrid, 1979, Tomo II, págs. 97-106.
Ruiza, Miguel, Biografía de San Anselmo, http://www.biografiayvidas.com/biografia/a/anselmo.html, el 10 de febrero de 2011.


1Ruiza, Miguel, Biografía de San Anselmo, en http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/anselmo.html, el 10 de febrero de 2011.
2Anselmo, De la verdad, BAC, Madrid, 1979, Tomo II, Capítulo II, § 1494.
3Ibídem, § 1495.
4Ibídem, Capítulo III, § 1498.
5Ibídem, Capítulo V, § 1500.
6Ibídem, Capítulo X, § 1504.

4 comentarios:

  1. Haces una buena exposición de como entiende la verdad San Anselmo, entiendo lo qué es la verdad y algunas implicaciones. Quiza podrías mencionar la importancia que tiene la verdad en la persona para que abordes el elemento antropológico.

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  2. Tu aportación me parece interesante, y el dialogo entre el discípulo y el alumno me parece un tanto socrático, sin embargo me queda una duda, dentro de la búsqueda de la verdad, ¿San Anselmo no toma importancia de la repercusión moral que puede tener la enunciación?

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  3. me parece bien me ayudo mucho con la tarea, gracias :)

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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