Pedro Abelardo oriundo de Bretaña, aficionado a los libros, estudio la dialéctica con Roscelin en Santa María de Loches y después en París con Guillermo de Champeaux. Su espíritu rebelde y altanero le hizo enfrentarse con su maestro, que entonces defendía el realismo exagerado, sosteniendo una fuerte polémica, en la que, según el mismo Abelardo, éste le obligo a abandonar su opinión, retirándose, avergonzado de su derrota, a la abadía de San Víctor. Llegó a ser buen dialéctico, hábil y sutilísimo, dominando el trivio y el quatrivio. Abelardo utilizo el método dialéctico para la explicación del dogma. Combatió a su maestro Roscelin, dando lugar a una gran polémica. [1]
Como podemos notar, es a partir de este contexto: el estudio y desarrollo de la dialéctica, y sumergido en los planteamientos de los universales y las diferentes posturas que se tomaron respecto al problema; realismo exagerado contra antirrealismo [ verba y sermones] es como se desarrolla la actividad literaria de Pedro Abelardo. Hemos de aclarar que no tuvo grandes aportaciones en el campo filosófico, ya que, los textos antiguos [griegos] eran muy escasos y sólo tuvo a su disposición textos comentados, sobre los que Boecio tradujo de Porfirio y una mínima parte de Aristóteles pero con tinte platónico. [2]
Sin embargo, es de mencionar que “proclama la necesidad de una crítica previa de nuestros conocimientos, aplicando la duda para llegar más seguramente a la verdad […] si no fue inventor de la quaestio y la disputatio, por lo menos contribuyó poderosamente a consolidarlas en la teología”. [3]
A partir del uso de la dialéctica [Lógica] se deriva uno de los tratados que podemos encontrar dentro de sus escritos, el cual se le conoce como Lógica “Ingredientibus”, donde trata el asunto del problema de los universales. En este texto comenta a Porfirio, es decir, que a partir de un escrito de Porfirio introduce sus comentarios y pensamientos propios. A este tipo de escritos se le conoce como Glosas.
Teniendo en cuenta que el motivo que lleva a Abelardo a comentar a Porfirio es porque, dado el problema de los Universales y la postura del realismo exagerado y el nominalismo o verba de Roscelin, se fundamenta [Abelardo] para tomar postura para construir su propio pensamiento frente a estos problemas.
Pero, vamos tratar de ver, en la medida de nuestras posibilidades, cómo llega a determinar esta postura respecto a la problemática de los universales y en qué consiste dicha postura.
En sus Glosas a Porfirio comienza haciendo una especificación de la Lógica con respecto a la filosofía y las otras ciencias. Especifica que la filosofía estudia lo seres mas excelente. Dentro de ésta distingue tres especies: 1.514. “la especulativa, que estudia la naturaleza de las cosas; la moral, que considera la bondad de los actos humanos, y la racional, que trata de la argumentación”. Así mismo, hace notar que, esta última es utilizada, sea como instrumento para argumentar en las demás ciencias, sea también como ciencia.
Partiendo de estas clasificaciones, es de ver que Abelardo se inclina por la Lógica y a partir de ella deduce sus propias conclusiones, empieza a resaltar los planteamientos no resueltos por los filósofos, estos son:
1.516. “Si los géneros y las especies subsisten, o están sólo en [las mentes], etc.;[…] [en] caso de que se conceda que verdaderamente existen, si son esencias, corpóreas o incorpóreas. Y […] si están separadas de las cosas sensibles o residen en ellas”.
Para llegar a las conclusiones a éstos planteamientos, primero hace ver que, Porfirio sólo trato el tema de manera superficial sin resolverlos ya sea porque era difícil o porque quien leyera sus escritos no le entendería o necesitarían de muchísimos estudios. En segundo lugar, objeta los argumentos de aquellos que sustentan el realismo exagerado, a saber, principalmente a Platón y Aristóteles.
Platón sostenía que los universales existían fuera de los singulares como sustancias incorpóreas subsistentes y separadas(teoría de la Formas o Ideas).[4] Es decir, que los universales existían fuera de las cosas sensibles, en el mundo de las Ideas que eran perfectas, inmutables y eternas. Estas ideas son retomadas del pensamiento socrático pero retocadas al estilo de Platón.[5]
Mientras tanto, Aristóteles no se aleja tanto de la concepción platónica de los universales, sólo integraba o mejor dicho, perfeccionaba en cierta forma este pensamiento, pues decía que, los géneros y las especies subsistían en los seres sensibles y que el concepto [universal] se obtenía mediante la abstracción a partir de sus cualidades o accidentes, es decir, que subsistían fuera de los seres sensibles, en la abstracción llevada a cabo por el intelecto tomando como referencia lo que cada ser tenía de común.
A esto, Abelardo responde con el argumento propio de Aristóteles en el “Periermeneias” donde define el universal como: “lo que tiene aptitud para ser predicado de muchos”, hemos de darnos una visión del porque del problema para determinar la existencia o no, en la realidad, de los universales, pues, con esta afirmación se tendía a explicar dogmas como el del pecado original.[6] Contrarrestando dicho argumento con el de Porfirio que hace mención al singular: 1.520 “Lo que se predica de uno sólo”, a esto comenta que si los universales entendida a manera de Aristóteles tendrían que existir al mismo tiempo en todas los seres que tiene accidentes en común y si se interpreta a manera de Porfirio, sólo habría en común lo que tiene la cosa en sí misma, poniendo el ejemplo de esta manera:
1.526 “que lo que en el asno es diverso de las formas del asno, es el asno, consta este hecho de que ni las formas del asno son el asno, porque, si no, los accidentes serían las sustancias; ni la materia ni la forma del asno juntas son el asno, porque entonces habría que decir que el cuerpo es a la vez cuerpo y no cuerpo”.
Refuta las teoría platónica-aristotélica, diciendo que mientras sean sólo Ideas [Formas] no existen en la realidad, y, si a través de la materia y la forma, se abstrae el concepto [ el universal] cómo es posible que existan dos entidades al mismo tiempo en un mismo ser [corpóreo e incorpóreo]. Y los accidentes serían sustancias en cuanto que “es aquello que puede pertenecer o no pertenecer a un sólo y mismo objeto” [7].
Por otra parte, como bien mencionábamos en los primeros párrafos, surge otra postura combatiendo al realismo exagerado, a estos se les llamo “nominalistas” porque se oponían diciendo que los universales no existen ni fuera ni dentro de los individuos son sólo “verba” [palabra]. Sus principales representantes eran Roscelin y Guillermo de Champeaux.
Siendo discípulo de Roscelin y amigo de Guillermo de Champeaux, es de esperarse que influyera en él el nominalismo o antirrealismo. Sin embargo, se desvía y hace una gran diferencia entre la “verba” [voces o palabras] que es un simple sonido natural o glutural con “sermon”, a lo que Abelardo traduce como aquello que se predica. Diciendo que el sermon es más que un simple sonido que no contiene nada, es decir, un simple voz; el sermon es poseedor de un significado y por lo tanto puede ser predicable, este significado es determinado convencionalmente por los hombres, válido y legítimo. Por lo tanto, la palabras son signos de las cosas (vox significativa) y puede servir como términos de las proposiciones.
En conclusión, Abelardo, a partir de los textos de Porfirio introducidos o analizados por Boecio, expone sus ideas [mediante la Glosa] acerca del problema de los universales, objetando la postura del realismo exagerado, así mismo, del nominalismo. Llegando a establecer su propia postura respecto al problema: un nominalismo [sermones] que no acepta que los universales existan, pues, según él no son sustancias ni accidentes, ni existen dentro ni fuera de los individuos, solamente son predicaciones [sermones]. 1.573 “Aunque la definición del universal abarca tan sólo a los vocablos o términos orales del género o de la especie, con frecuencia tales nombres se transfieren a las realidades significativas por ello”.
[1] Cfr.. Fraile, Guillermo, Historial de la Filosofía II (I,o) El cristianismo y la filosofía patrística, 3a edic., BAC, España, 1975, pp. 410-411.
[2] Ibídem, pp. 414-415, 417-418.
[3] Ibídem, pp. 416-417.
[4] Cfr. Ibídem, p. 370.
[5] Véase, "Sócrates", en Copleston, Frederick, Historia de la Filosofía I, Grecia y Roma, vol. I, 5a edic., Ed. Ariel, Barcelona, España, 1980, pp. 112-125.
[6] Cfr. Op. Cit. p. 370.
[7] Abbagnano, Nicola, “accidente” en, Diccionario de filosofía, [trad. Alfredo N. Galletti], 3a reimp., FCE, México, 1995. pp. 10-11.
Bibliografía
FERNANDEZ, Clemente S.I, Los filósofos Medievales, selección de textos, “Lógica "Ingredientibus"Tomo II, BAC, Madrid, 1979, pp. 113-140.
FRAILE, Guillermo O.P., Historia de la Filosofía I (I o), El cristianismo y la filosofía patrística, 3a edic., BAC, España, 1975, pp. 353-370, 410-421.
me parece un buen trabajo, que le vas dando buena hilación conforme avanzan en el mismo. El tema que me llama la atención es sobre la lógica que quiere poner a esta materia como una ayuda para poder argumentar lo que el fallido de los universales. solo una pregunta, ¿Es que la lógica puede también ubicar al hombre en su entorno social, de forma que le permita ver la claridad de las palabras con sentido que manifiesta? en contra del realismo y nominalismo de esa época.
ResponderEliminar