miércoles, 23 de febrero de 2011

Tomás de Aquino, Sobre las creaturas espirituales , ser, esencia

Por el 1269, se recrudecen en París las luchas contra las órdenes medicantes, fomentadas por Guillermo de Saint Amour y sostenidas por Gerardo de Abbeville y Nicolás de Lisieux. Por esta cuestión, Tomás de Aquino fue llamado a de nuevo a París, contra la costumbre de que ningún maestro podía enseñar dos veces en el mismo lugar. En este periodo combate contra el aristotelismo heterodoxo: con aquellos inconformes con las órdenes medicantes, sobre todo con los maestros seglares y por último, con aquellos que se mantenían fieles a la tradición agustiniana. En la pascua de 1270 sostuvo una disputa sobre la unidad de la forma sustancial contra Juan Peckham. En ese mismo año se dio la primera condenación del averroísmo, en la cual los adversarios de Tomás de Aquino intentaron utilizar dos de sus tesis pero fueron retiradas antes de la condenación. [1]

Fue durante este periodo cuando Tomás de Aquino escribe Sobre las creaturas espirituales, entre otras obras. [2] En esta obra trata el punto que estuvo en disputa contra juan Peckham: la unidad de las sustancias. Aquí haremos un breve análisis acerca de los artículos 1, 2, 9 y 11.

En le artículo 1 se nos presenta el problema de si la sustancia espiritual está compuesta de materia y forma, a lo cual se hace notar que esta cuestión es negada para unos y para otros es aceptada. Sin embargo para poder responder es necesario, primero, responder a la pregunta qué entendemos por materia. Según Tomás de Aquino la materia es

Art. 1,2.558cosa clara que, como potencia y acto es una de las divisiones del ente, y también de todo género, se suele llamar materia prima lo que en el género de la sustancia es a modo de potencia concebida como algo distinto de toda especie y forma, pero a la vez sujeto receptor de formas y privaciones”.

Esto es, que la materia es receptora de las formas, es pasividad. Pues mientras no posea o reciba la forma es amorfa [ sin forma], por eso mismo es potencia porque esta en calidad de llegar a ser algo. [3] Mientras que la forma es la sustancia necesaria que tiene la materia, por tanto, se reclaman mutuamente.

Por tal motivo, se dice que es imposible que pueda existir materia en las sustancias espirituales, ya que éstas son actos, es decir, ya son. Porque el ser acto es primero que ser potencia, por eso no puede anteceder la materia a la sustancia. Pero se hace mención de que ningún acto es perfecto ni pleno, sólo hay uno [el acto puro y ese es Dios, y todo acto causado de él, las sustancias secundarias de la cual proceden todo cuanto existe, son imperfectas y contingentes. En la medida en que se acerquen a Dios serán más perfectas. [4] Esto nos puede hacer pensar que para que tal hecho ocurra, acercarse a Dios, es necesario la materia prima, sin embargo, se maneja una cierta influencia de dionisiano acerca de la jerarquía de los seres, en cuanto se dice que las sustancias espirituales ayudan a alcanzar la perfección a aquellas que están por debajo, es decir, las más imperfectas. [5]

Ante lo que se ha dicho anteriormente, que las sustancias espirituales son actos y la materia es potencia, se ha decir que también las sustancias tiene potencia en cuanto necesitan llegar a ser perfectos, pero estas sustancias tienen potencia en cuanto que son intelectuales y pueden llegar a ser inteligibles, en consecuencia se tiene que dar esta potencia pero en relación al entendimiento que es la única que puede llegar a conocer los objetos inteligibles. Esto nos lleva a que la materia aunque sea potencia no puede ser parte constitutiva de las sustancias espirituales, porque la materia recibe la forma contrayendo al ser individual y la forma inteligible esta en el entendimiento sin ser contraído. Lo único que sí es posible es que en la sustancia espiritual se dé la materia y la forma, ya que en ellas se hallan el acto y la potencia.

En el articulo 2 se plantea la cuestión de que si una sustancia se puede unir al cuerpo. A lo cual se responde que sí, en cuanto que las sustancias, como bien dijimos líneas arriba, tienen que llegar a la perfección total y también que son sustancias intelectuales en cuanto que pueden ser comprendidas con el entendimiento, porque:

Art. 2, 2.565si se considera atentamente la cuestión, aparecerá con toda evidencia la necesidad de que una sustancia espiritual sea forma del cuerpo humano […], ningún ser tiene ninguna operación sino en virtud de alguna forma que existe en él, ya sea sustancial o accidental; nada ejerce una acción ni obra sino en cuanto que se halla en acto”.

Así mismo, puede unirse la sustancia espiritual al cuerpo porque el alma que es superior a todas las formas naturales tiene la operación de entender y como bien dijimos, la sustancia puede ser comprendida por el entendimiento, y éste la posee el alma del ser humano. También en la sustancia espiritual hay acciones que necesariamente deben de ser ayudas por órganos, es decir, por los sentido o la sensibilidad y ésta la posee el hombre [aunque también los demás seres inferiores al hombre]. Por tanto, la sustancia espiritual puede subsistir sin el cuerpo pero será imperfecta y sólo con el cuerpo puede elevarse a la perfección y por lo tanto, también el alma humana, esto retomando el pensamiento dionisiano en su De caelesti hierarchia donde se expresa que las sustancias superiores deben de ayudar a las inferiores a alcanzar la perfección, acercarse a contemplar a Dios.

En el artículo 9 se nos presenta un tema diferente de los que hemos mencionado, pues aquí se platea si el entendimiento posible es único en todos los hombres. Para responder a esta cuestión, primero se hace la diferencia entre lo que se esta en acto de entendimiento, es decir, la si se puede entender a partir de las facultades sensibles. Luego se establece que el entendimiento reflexiona sobre sí mismo cosa que en el sentido no. Por último se toma en consideración al objeto que siempre es el mismo aunque dos personas la vean y éste,art. 9, 2.571sería el caso del entendimiento si el objeto que se conoce subsiste fuera del alma como subsiste el objeto que se ve” por parte de los dos observantes que no afecta en nada al objeto en cuanto a sus propiedades. Aquí se puede encontrar un cierto realismo aristotélico en cuanto a que el entendimiento puede captar las cosas a partir de la realidad y luego reflexionar sobre ella para abstraer el concepto de la misma cosa, es decir, que el objeto existe fuera del alma de diferente manera. A diferencia de Platón que decía que el objeto existe sólo en el entendimiento tal cual como se observa en la realidad. [6] Por tanto, podemos concluir que el entendimiento posible no es único, por que depende del modo de conocer, pero que no afecta en nada ni al objeto conocido ni al concepto que de ella proviene ni a quien conoce.

Por último, en el artículo 11 trata sobre la cuestión de que si las potencias se identifican con la esencia del alma. Primero vamos a decir que la esencia es aquello necesario por lo cual es y no puede dejar de ser. [7] así también, la potencia es algo que puede llegar a ser [8], por tanto, no puede ser identificado, ya que, la esencia simplemente es. Art. 11, 2.573 Sea cual sea la opinión que se tenga sobre las potencias del alma, nadie jama ha sostenido a no haber perdido el juicio, que los hábitos y los actos del alma sean la misma esencia del alma”.

[1] Cfr., Fraile, Guillermo, O.P., Historia de la filosofía II (2o), filosofía judía y musulmana. Alta escolástica: desarrollo y decadencia., 3a ed., BAC, Madrid, 1975, pp. 262.

[2] Idem.

[3] Vid. Nicola Abbagnano, “Materia”, en Diccionario de filosofía, [trad. Alfredo N. Galletti], FCE, México, 1995. pp. 774-778.: Fraile, G., Op. Cit., pp. 294-295.

[4] Cfr. Fraile, G., Op. Cit., pp. 302.

[5] Cfr. Fraile, G., Historia de la filosofía II (1o), el cristianismo y la filosofía patrística. Primera escolástica. 3a ed., BAC, Madrid, 1975, pp. 169-173.

[6] Vid., “Teoría del conocimiento” y “Teoría de las formas” de Platón, en Copleston, Frederick, Historia de la filosofía I, Grecia y Roma., t. I, Ariel, Barcelona, 1983.

[7] Abbagnano, N., “Esencia”, en Op. Cit., pp. 428-434. Cfr. Fraile, G. Historia de la filosofía II (2o)…, pp. 298-306.

[8] Abbagnano, N., “Potencia”, en Op. Cit., pp. 938-939.

Bibliografía

FENÁNDEZ, Clemente S.I., "Sobre las creaturas espirituales", en Los filósofos medievales, selección de textos, t. II, BAC, Madrid, 1979, pp. 650-659.

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