Al-Farabi es un filósofo árabe, que nació en Turquestán en el 870 y falleció en Damasco en el 950, su nombre completo es Abu Nasr Muhaamad Al-Farabi. Creía que Platón y Aristóteles eran los fundadores del pensamiento filosófico y sostenía que no había discrepancia entre sus opiniones y buscaba la concordancia entre ambos autores. El estilo de Al-Farabi es sistemático, conciso y seco. Escribió muchas obras sobre filosofía, matemáticas, geometría, sin embargo, actualmente existen muy pocas de ellas entre las cuales se encuentra la que aquí expongo.[1]
Como ya decía antes, con su obra: Concordia entre el divino Platón y Aristóteles, Al-Farabi pretende explicar, como el título lo refiere, la concordia entre los pareceres de ambos, respecto al problema de la temporaneidad o eternidad del mundo, demostrando la forma en que se muestra esa concordia de pareceres, exponiendo las coincidencias, desarraigando las dudas e inquietudes, todo ello, acudiendo a algunos textos específicos para iluminar con claridad la concordia de sus posturas.[2]
El autor comienza por exponer la importancia de las teorías de Aristóteles y Platón, siendo estos los que desarrollaron los principios y fundamentos de la filosofía y es a partir de ellos, que muchos otros, por no decir que la mayoría de los filosofós, han desarrollado sus teorías. Al plantear esto, Al-Farabi pretende dar más valor al problema que busca abordar, puesto que es importante ver los puntos de unidad de ambos autores porque a partir de sus teorías se han fundamentado muchas otras.
Al-Farabi sostiene que, suponer que hay desacuerdos entre las tesis de Platón y Aristóteles, no sólo en el problema que se plantea en este texto, sino en muchos otros, es un error y actitudes así no ayudan a aproximarse a un estudio completo de sus aportaciones, mucho se debe a que pocos se atreven a profundizar las afirmaciones encontradas y se quedan con elementos superficiales que aparentemente parecen no tener concordia entre ambos, pero que estudiando a profundidad se puede descubrir todo lo que esconden de verdad y concordia, y es ello, precisamente lo que el autor demostrará durante el texto que estoy presentando en el presente artículo.
El origen del pensamiento filosófico, Al-Farabi lo atribuye a Platón y Aristóteles, partiendo de la afirmación de que la filosofía es la ciencia que propone elegir todas las materias, de tal manera que no hay nada real que no tenga su fundamento y finalidad en la filosofía, con lo cual, concluye que, siendo Platón y Aristóteles, los iniciadores de la Metafísica, la Lógica, la Matemática y la Ética, “ambos intentaban describir las ciencias del mundo y que ambos se esforzaban por declarar los modos de los seres como ellos son en sí mismos,”[3] de ésta manera, demostraba que ellos eran los fundadores del pensamiento filosófico y que además, Aristóteles, siendo el continuado de la obra de Platón, no podía más que suponerse una concordancia entre ambos pensamientos.
Sin embargo, algunos otros autores no consideran que haya tal concordancia entre ambos, a los cuales, Al-Farabi los considera como seres con espíritu débil y enfermizos, piensa que al comparar ambas filosofías, se descubre un alto grado de profunda sabiduría y un valor propio en cada una, que como veremos más delante, no habla de una discrepancia de opiniones sino de una perspectiva diferente de abordar los mismos temas, con lo cual, descarta la opinión de aquellos que no entienden así puesto que considera que están en el error.
A continuación, presentaré aquello en lo que se especulaba que había desacuerdos entre Platón y Aristóteles y cómo Al-Farabi corrige esas concepciones. Así por ejemplo, en lo referente a las substancias, se afirmaba que a las que Aristóteles llamaba primeras eran distintas a las que Platón llamó primeras, es decir, Aristóteles decía que las substancias más excelentes eran los individuos mientras que Platón afirmaba que eran aquellas que más se acercan al entendimiento y al alma.[4] Aparentemente parece que sí hay discrepancias en las teorías de cada autor sobre el tema tratado, sin embargo, Al-Farabi aclara que ambos abordan el tema desde diversas ciencias, Platón lo hace desde una visión Metafísica, refiriéndose a los universales, mientras que Aristóteles lo plantea desde la Lógica, así pues, a este planteamiento, Al-Farabi concluye que no hay discrepancias porque ambos filósofos no emiten juicios diferentes de la misma substancia.
Otro de los supuestos que se plantean sobre la discordancia entre ambos filósofos es la del análisis y síntesis pues se afirma que Platón obtiene sus definiciones por la vía del análisis mientras que Aristóteles por la vía de la síntesis, a lo cual, Al-Farabi aclara que Aristóteles no rechaza la vía analítica aunque se inclina más a la síntesis mientras que Platón tampoco deja la síntesis sino que, a partir del análisis de las cosas, subdivide los resultados y para llegar a una afirmación, tiene que recurrir a la síntesis para complementar sus resultado; así pues, Al-Farabi concluye que “entre las dos opiniones no hay discrepancia fundamental, aunque entre los métodos haya alguna discrepancia”[5] es decir, aunque uno se incline más por un método que por otro, no implica que en sus resultados habrá discrepancia sino que, solamente tendrán formas diferentes de llegar al mismo resultado, comprendiendo que no todas las ciencias usan el mismo método y recordando que ambos autores abordan los mismos temas pero desde diferentes ciencias.
Recordando que el planteamiento principal era sobre el problema de la eternidad o temporaneidad del mundo, primero se aborda la interrogante de sí tiene o no un hacedor el mundo, a lo cual, algunos opinan que Aristóteles cree que el mundo es eterno mientras que Platón afirma que es temporáneo.[6] En la obra de los Tópicos, Aristóteles hacía referencia a lo eterno para tratar silogismos de premisas probables más no trataba de demostrar que el mundo es eterno, mientras que sobre el tiempo, afirmaba que era un movimiento de la esfera celeste con lo cual expresaba que el universo no tuvo comienzo temporal porque no se fue sucesivamente produciendo, más bien atestiguaba que el mundo se debía a la iniciativa del creador y que el movimiento del mundo se siguió el tiempo.[7]
Así también, Platón demostró en el Timeo que todo lo formado tenía una causa formadora y Aristóteles lo demostró en su obra Teología, con esto, ambos demuestran que “la prueba suficiente de todas las partes del mundo tienen por autor al hacedor que les dio principio, y que él es la causa eficiente y el uno verdadero y autor de todo ser,”[8] con lo cual se da por supuesto que hay un creador el cual es principio y causa de todo y al plantear el problema de la temporalidad y la eternidad del mundo, sólo se confirmo que no es que haya una u otra en el mundo sino que ambas son en el mundo, sin embargo, aunque las visiones sean diferentes, en lo que hay concordia es en el hecho de que ambos coinciden en la existencia de un creador, causa de todo lo existente.
Finalmente, Al-Farabi termina su tratado afirmando que no ha habido filosofos posteriores a Platón y Aristóteles que no hayan recurrido a las teorías de éstos para fundamentar sus aportaciones, y es más, se atreve a afirmar que después de Platón y Aristóteles no ha habido nuevas aportaciones sino solo continuaciones de lo ya planteado por ellos. Así, Al-Farabi, no sólo muestra la concordia que hay entre los dos filósofos, sino que además clarifica el hecho de que ambos han dado fundamento a la mayor parte del pensamiento filosófico, quizás no tuvo su origen en ello, pero si han sido un punto de referencia entre sus antecesores y sus sucesores, a los primeros los unificaron y sistematizaron lo ya planteado y a los otros les abrieron un amplio camino por recorrer en el campo filosófico, estableciendo bases fundamentales a la filosofía.
El texto presenta una clara visión ontológica y antropológica al aproximarse a elementos esenciales del origen del mundo y de los principios de la filosofía, el problema de la concordia y el hecho de llegar a puntos de acuerdo y unidad entre las diferentes opiniones, entendiendo no sólo los términos, teorías y afirmaciones sino además, las inclinaciones profundas que cada autor posee y se ve movido por ellas; por mientras que la visión política y social no es muy clara.
AUTOR: César Águila Cázarez.
[1] Cfr. PROYECTO DE FILOSOFÍA EN ESPAÑOL, Al-Farabi, consultado en: http://www.filosofia.org/ave/001/a041.htm 02 de febrero de 2011.
[2] Cfr. FERNANDEZ, Clemente S.I, Los filósofos Medievales, selección de textos, “Al-Farabi, Concordia entre el divino Platón y Aristóteles”, Tomo I, BAC, Madrid, 1979, § 956.
[3] Ibid. § 961.
[4] Cfr. Ibid. § 964.
[5] Ibid. § 969.
[6] Cfr Ibid. § 970.
[7] Cfr. Ibid. § 971.
[8] Ibid. § 974.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
FERNANDEZ, Clemente S.I, Los filósofos Medievales, selección de textos, “Al-Farabi, Concordia entre el divino Platón y Aristóteles”, Tomo I, BAC, Madrid, 1979, p 575-586.
Me parece un trabajo legible y dando buenas argumentaciones para entender la relación de ambos pesamientos estre Aristóteles y Platón, al tanto de lo que aporta el autor Al-farabi. Sólo una pregunta, ¿Hay una moral entre ambas relaciones (autor-filósofos) para describir el actuar de la persona cuando llegue a darse cuenta de que existe un creador?
ResponderEliminarNo, la intención del autor simplemente es demostrar la concordia que hay entre ambos filósofos sin dar un valor ético al comportamiento del hombre al darse cuenta de la existencia de Dios, de hecho, ese tema sólo lo menciona pero no profundiza, con lo cual no hay cabida a suponer o pensar en la existencia de un juicio moral.
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