jueves, 3 de febrero de 2011

Algazel, El justo medio de la creencia

Al-gazali o Algazel fue un filósofo árabe influenciado por conceptos griegos y cristianos, aunque también es considerado como un gran escritor religioso de espiritualidad y mística islámica, que nació en el 1058 "en Gazai, en la provincia de Tus, en el Jurasan (Persia), profesó en Bagdad, se trasladó luego a Siria y falleció en su ciudad natal”[1] en el 1111. Este pensador de la baja Edad Media es conocido por oponerse a las doctrinas filosóficas de tradición racionalista que postulaban Alfarabí y Avicena, que además eran consideradas contrarias al Islam, partiendo desde la postura de la ortodoxia musulmana. Especialmente su crítica se ve reflejada en la obra La destrucción de los filósofos, donde se manifiesta la contradicción de las posturas que estos filósofos planteaban, sin embargo el principal problema que ataca es el de la eternidad del mundo y el del origen de las cosas, ya que para Algazel el mundo no es eterno, surge de la “causalidad universal de Dios” y afirma la existencia de una relación que hay entre las causas y los efectos de las cosas, las cuales son dependientes de la omnipotencia Divina y no de los seres vivos.[2] Al igual, estas ideas se ven un tanto explicadas en su obra El justo medio de la creencia, obra que tomaremos para presentar lo que para Algazel sería la mejor postura que el hombre debe tomar en el conocimiento de las verdades de la fe.

Esta obra sobre El justo medio de la creencia está dividida en cuatro partes a fin de refutar las ideas de los filósofos y teólogos “que se sumergen en los más profundos análisis racionales a fin de abatir en brecha las más terminantes verdades de la revelación”.[3] Algazel parte de que la única doctrina que profesa la verdad es la mahometana, la cual, a partir de la iluminación de Dios a través del profeta Mahoma, quien con sus palabras legó el fundamento de la fe musulmana, busca transmitir los verdaderos conocimientos que sólo se logran con la armonización que hay entre razón y revelación, en efecto, este principio es considerado el justo medio que el hombre debe abrazar “pues la razón junta con la revelación, es luz sobre luz”,[4] esto también se dice haciendo referencia a que el Corán es esta luz que ilumina la inteligencia, de tal manera que Algazel afirma que las verdades de la fe se encuentran en la escuela ortodoxa que estudia el Corán en armonía de complementariedad con la razón, y solo los hombres que se dedican a este estudio podrán salvarse.

Dentro de la primera parte del texto se trata de demostrar la existencia de Dios, quien es aquel que no tiene la necesidad de un cuerpo para existir porque sabemos que conocemos un cuerpo y sus accidentes por los sentidos externos que poseemos (olfato, tacto, oído, gusto y vista), sin embargo Dios, que es substancia y no posee un cuerpo perceptible a los sentidos, es cognoscible porque puede percibirse su existencia a través de la razón. Y para hacer más evidente esta idea Algazel resalta que todo en el mundo tiene una “causa de comienzo”, ya que las cosas no pueden surgen por sí solas, sino hay un ser Supremo, entendido como causa, “que da preferencia a la existencia de un ser sobre su inexistencia”,[5] por tanto gracias a la preferencia de Dios existimos, porque Él es la causa posible de convertir nuestra inexistencia en existencia, ya que nosotros por voluntad propia no surgimos de la nada, sino es necesario que otro Ser convierta nuestra nada en ser.

Por otro lado en la segunda parte se aborda la omnipotencia de Dios sobre sus creaturas, donde surge la problemática de que si Dios, que es todopoderoso, dicta a sus seres vivientes lo que tienen que obrar, omitiendo la libertad, o de lo contrario que si la Divinidad no tiene ningún peso sobre los actos de dichos seres. Ante esta cuestión Algazel menciona que las creaturas poseen movimientos involuntarios para sobrevivir y estos son otorgados por designio de Dios, ya que Él en su omnipotencia ha colocado estas capacidades en sus seres vivos que ha creado.[6] Sin embargo esta dependencia del poder de Dios se analiza también bajo el aspecto de un poder que tiene el hombre sobre sí mismo, destacando una voluntad y una actitud libre, que lo llevan a que “el hecho de [que] un movimiento dependa de un poder no hace superflua su dependencia de otro poder”,[7] sino de lo contrario el hombre es libre de actuar por sí mismo, en conclusión, se reconoce que ambos poderes están en el hombre, más el poder del hombre lo lleva discernir frente a las realidades que percibe.

Otro problema que también se trata dentro de este apartado es el de la eternidad del mundo, debido que se dice que si el mundo es parte de la esencia de Dios, y puesto que la esencia de Dios es eterna corresponde al mundo ser eterno también, más Algazel refuta esta teoría delineando que el mundo es muy diferente a la constitución esencial de Dios, “ya que este posee una determinada magnitud y posición, y la inteligencia concibe posibles otras distintas y contrarias, y la esencia eterna de Dios no guarda relación determinada con una de estas posibles cualidades del mundo”,[8] por tanto el mundo no es eterno sino que posee una finitud.

Por último, solo se hace una breve mención del tercer apartado, pero no se aborda a profundidad dentro de esta selección de textos, pero de lo único que se hace menciona es de que:

“Dios no está obligado a imponer a los hombres deber alguno, ni a crearlos, ni apremiarlos si cumplen sus deberes, ni hacer lo que les sea más conveniente; que no es imposible ni absurdo el que Dios imponga obligaciones que no pueden ser cumplidas; que Dios no está obligado a castigar los pecados; no es imposible ni necesaria para Dios la misión de los profetas, sino tan sólo posible o contingente”[9]

A partir de estas siete proposiciones se busca dar respuesta a cómo es que Dios opera sobre sus creaturas. Y con lo que respecta a la cuarta parte se trata la cuestión sobre la muerte del hombre y el asesinato, para comprender la temporalidad de la vida por la omnipotencia de Dios. En esta parte el asesinato es entendiendo como aquel “acto de cortar el cuello”, más menciona Algazel que además del asesinato la muerte tiene otras “concausas” diferentes al degollar, como lo son las enfermedades, sin embargo se dice “que la muerte es un fenómeno producido por creación exclusiva de Dios, al mismo tiempo que el corte del cuello”,[10] por ello se llega a la conclusión de que el acto de la muerte es parte de la omnipotencia de Dios, que con su autoridad dicta el termino de la vida del hombre pudiendo ser muerte natural o provocada por otro, ya que por naturaleza el hombre muere por agotamiento de energía, porque este es su fin temporal, sin embargo este derecho se puede interrumpir en cualquier momento.

Bibliografía

· Algazel “El justo medio de la creencia”, en Fernández, Clemente, Los Filósofos Medievales Selección de Textos, t. I, BAC, Madrid, 1979, pp. 662-676

  • Copleston, Frederick, “Filosofía Islámica”, en Historia de la filosofía, t. II [trad. del inglés de Juan Manuel García de la Mora], Ariel, México, 1987, pp. 164-165.
  • Ferrater Mora, José, “Algazel”, en Diccionario de Filosofía, t. I, Barcelona, Ariel, 2001, pp. 72-73



[1] Ferrater Mora, José, “Algazel”, en Diccionario de Filosofía, t. I, Barcelona, Ariel, 2001, p. 72.

[2] Cfr. Copleston, Frederick, “Filosofía Islámica”, en Historia de la filosofía, t. II [trad. del inglés de Juan Manuel García de la Mora], Ariel, México, 1987, p. 164.

[3] Algazel “El justo medio de la creencia”, en Fernández, Clemente, Los Filósofos Medievales Selección de Textos, t. I, BAC, Madrid, 1979, p. 662.

[4] Ibid., p. 663.

[5] Ibid., p. 667.

[6] Cfr., Ibid., p. 669.

[7] Ibid., p. 672.

[8] Ibid., p. 673

[9] Ibid., p. 665

[10] Ibid., p. 675

3 comentarios:

  1. La forma en la que expones el pensamiento y la vida de tu autor me parece muy acertada, pero creo que podrías mencionar a grandes rasgos dos o tres argumentos contra los que escribe Algazel y la forma como los combate. También sería muy loable que puntualizaras un poco sobre algunas de las rubricas que se nos piden enfatizar en estas entradas.

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  2. No me quedó muy claro el tema de la omnipotencia de Dios, ¿El hombre al obrar de propia voluntad es tan poderoso como Dios? y la otra parte, si Dios no se preocupa por sus creaturas, ya que puede imponer obligaciones que no pueden ser cumplidas y es el que lo mata. Además ¿cómo está eso de la energía?

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  3. Me parecen muy acertada tus puntuaciones, pero de que manera es concebido ¿la realidad del hombre en el mundo, si es visto tan poderoso como Dios?, ¿cuales son los movimientos involuntarios para sobrevivir?

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