jueves, 17 de febrero de 2011

Tomás de Aquino, primera parte de Suma contra los gentiles


Santo Tomás de Aquino, en su obra, Suma contra los gentiles, se propone manifestar la verdad que profesa la fe católica, eliminando los errores de las verdades propuestas por los gentiles que van contra la verdad de la Iglesia. En el presente artículo, sólo presentaré la primera parte de la obra en la que se introduce y se hacen las aclaraciones pertinentes para abordar el tema tratado, lo cual es, que es probable investigar lo divino por medio de la razón para demostrar a los gentiles que la verdad de la fe cristiana es correcta y así,  refutar sus errores.

Ahora bien, para emprender la labor propuesta se encuentran algunas complicaciones, que las afirmaciones de los gentiles que han errado son poco conocidas y por lo cual se pueden sacar pocos argumentos para su refutación; que no se les puede refutar sus errores y demostrarles la verdad de la fe católica con las Sagradas Escrituras porque no es una autoridad para ellos, por ello, se ha tenido que recurrir a la razón natural que todos se ven obligados a aceptar. Así que, investigando una determinada verdad se mostrará qué errores excluye y cómo concuerda con la fe cristiana.

Esta obra es un ejemplo de cómo la fe cristiana tuvo que recurrir a la filosofía para fundamentar sus verdades y esclarecer errores contrarios, pues si bien a todos los cristianos los podría convencer con los fundamentos de la Palabra de Dios, revelación divina por excelencia, sin embargo, muchos que no profesan la fe cristiana no conocen y no aceptan dicha revelación porque no les basta eso como prueba sino que necesitan fundamentación racional convincente.

A quien le compete exponer la verdad y eliminar errores contrarios es al sabio, a quien le es propio ordenar conforme al fin de cada cosa, es decir, de acuerdo al bien de cada cosa. Además, se considera sabio a aquellos que se ocupan del fin del universo, principio de todos los seres, por lo cual, es propio del sabio considerar las causas más altas, es decir, el primer hacedor o motor del universo. “El último fin del universo es, pues, el bien del entendimiento, que es la verdad”[1] por lo cual, es propio del sabio llegar a la verdad y propio de la filosofía llegar a aquella verdad que es principio del ser de todas las cosas y origen de toda verdad. Por lo tanto, según Santo Tomás, el sabio tiene la función de exponer la verdad divina e impugnar el error contrario a la verdad desde la ciencia primera, la filosofía; por consiguiente, sólo un sabio podría emprender la labor propuesta en esta obra, y siendo él el que lo expondrá, se considera que es un sabio capaz de emprender tal fin.

Ahora bien, siendo la verdad divina el oficio del sabio, Santo Tomás expone que el modo posible de llegar a ella y manifestarla es a partir de los dos órdenes que hay de verdades sobre Dios, unas que sobrepasan la capacidad de la razón humana y otras que pueden ser alcanzadas por la razón natural. Las primeras se refieren a aquellas verdades que el entendimiento humano no puede llegar, es decir, a la sustancia de Dios, que es aquello necesario para llagar al conocimiento de toda cosa pero que en Dios no lo podemos hacer porque siendo los sentidos la fuente de nuestro conocimiento, Él sobrepasa nuestro entendimiento porque no puede ser captado por nuestros sentidos y aunque los seres sensibles son su creación, “no contienen virtud suficiente para conducirnos a ver en ellos lo que la sustancia divina es.”[2] Las segundas no causan mayor problema porque son accesibles al entendimiento del hombre.

Las verdades que son accesibles a la razón, Santo Tomás dice que no se debe abandonar a la razón el descubrimiento de las verdades divinas porque se presentaría tres inconvenientes para el acceso del hombre a ellas. El primer inconveniente es que muy pocos hombre conocerían a Dios porque hay muchos que están imposibilitados para hallar la verdad, ya sea unos por su mala complexión fisiológica, otros porque se hallan impedidos por el cuidado de los bienes familiares y otros más por la pereza, puesto que “no se pude llegar al conocimiento de la verdad sino a fuerza de intensa labor investigadora”[3]. El segundo inconveniente es que los que llegan al hallazgo de la verdad lo hacen con dificultad y hasta mucho tiempo después, el entendimiento humano, tras un largo ejercicio, es idóneo para captarla. El tercer inconveniente es que por la debilidad de nuestro entendimiento, la falsedad se mezcla en la investigación racional y se introduce de vez en cuando algo falso que no se demuestra, por eso “fue conveniente presentar a los hombres, por vía de fe, una certeza fija y una verdad pura de las cosas divinas,” es decir, que aunque hayan cosas que la razón no puede alcanzar, se necesita la fe para ser alcanzadas y aceptarlas como verdad. Por lo tanto, la razón no tiene acceso a toda la verdad pero donde termina la razón comienza la fe para descubrir esa verdad.

Sin embargo, después de la afirmación anterior, podría pensarse que si se intenta fundamentar la fe cristiana por medio de la razón, los principios racionales serán contrarios a las verdades de la fe. Lo que hará que eso no sea posible es que “el conocimiento natural de los primeros principios ha sido fundado por Dios,”[4] por lo cual, si el sabio accede a la verdad, dejándose guiar por la sabiduría divina, podrá tener seguridad de la veracidad de sus conocimientos, por lo tanto, siendo que todo conocimiento proviene de Dios, el natural (del cual se ocupa la filosofía) y el divino, son tratados de diverso modo pero su origen lo tienen en Dios y así, dice Santo Tomás, “las verdades que poseemos por revelación divina no pueden ser contrarias al conocimiento natural.”[5]

Y siendo los errores de las verdades contrarias, uno de los objetos de esta obra, surge la cuestión de si toda verdad proviene de Dios, ¿de dónde provienen las verdades contra la fe? Lo cual responde Santo Tomás que no provienen de Dios porque ni siquiera son verdades sino simples especulaciones sin poder ser comprobadas.[6]

El sabio debe buscar ordenar las dos verdades de lo divino (la racional y la divina) y destruir los errores contrarios. Y en la exposición de las verdades divinas debe proceder con razones demostrativas que puedan convencer al adversario, ello no debe hacerse, dice Santo Tomás, con razones sino resolviendo sus objeciones que lo hacen estar contra la verdad de lo divino. Para ello, en la Suma contra los gentiles, comenzarán por “evidenciar la verdad que profesa la fe y que la razón investiga, invocando razones demostrativas y probables,”[7] algunas serán recogidas de los escritos de los santos y otras de los filósofos, comenzando por lo más conocido a lo menos conocido.

Así que, lo que es necesario aclarar, antes de investigar lo que por vía racional la inteligencia humana puede descubrir de Dios, es que Dios es y no puede no ser pues dice Santo Tomás que lo que se puede afirmar de Dios es que “su ser es su esencia”[8] lo cual lleva a concluir a Santo Tomás “Que Dios es, es ciertamente evidente en absoluto, porque El es su mismo ser. Pero con respecto a nosotros, que no podemos concebir lo que es, no es evidente”[9] y por ello es necesario que se demuestre su verdad pues de ser evidente su esencia no habría necesidad de que se investigará la verdad divina.

Hay algunos que opinan que no se puede descubrir racionalmente a Dios y que sólo debe ser aceptado por la vía de revelación y de fe, sin embargo, esa afirmación no puede ser correcta porque no podría demostrarse que Dios es, puesto que esa demostración sólo puede hacerse por el conocimiento natural, es decir, por la razón. Y precisamente que Dios es, es lo que permite demostrar su existencia y su verdad. Finalmente, aunque “Dios esté sobre todo ser sensible y sobre el mismo sentido, sus efectos por los que se prueba que existe, son sensibles”[10], con lo cual, si bien, hay fundamentos suficientes para demostrar la verdad que las Sagradas Escrituras revelan de Dios, cabe la posibilidad de demostrar a los gentiles que la verdad de la fe cristiana es correcta y libre de errores, ayudándose de la filosofía, mediante el uso de la razón, ordenando todos los conocimientos y dejándose guiar por el conocimiento divino, origen y fuente de toda sabiduría. Baste con lo hasta aquí expuesto para comprender lo que Santo Tomás continuará exponiendo en Suma contra los gentiles.

César Águila Cázarez sdb.


[1] TOMÁS DE AQUINO, “Suma contra los gentiles” en Fernández, Clemente, Los Filósofos Medievales Selección de Textos, Tomo. II, BAC, Madrid, 1979, p. 319.
[2] Ibid., p. 322., § 1870.
[3] Ibid., p. 324., § 1874.
[4] Ibid., p. 326., VII § 1878.
[5] Ibidem.
[6] Cfr., Ibid., p. 327.
[7] Ibid., p. 328. § 1,883.
[8] Ibid., p. 329. § 1.886.
[9] Ibid., p. 330. § 1.890.
[10] Ibid., p. 332. § 1.897.
 
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA


TOMÁS DE AQUINO, “Suma contra los gentiles” en Fernández, Clemente, Los Filósofos Medievales Selección de Textos, Tomo. II, BAC, Madrid, 1979, p. 318-334

3 comentarios:

  1. Considero que logras introducir con detalles lo que Santo Tomás expondrá en su obra. Podría parecer que el texto está más cargado a la parte gnoseológica y ontológica de Dios, pero percibo que está implícito en el texto la visión antropológica, en tanto a que la sabiduría entendida como virtud humana posibilita el acceso al conocimiento de Dios; el hombre en Santo Tomás tiene la posibilidad de llegar a conocer a su Creador por la facultad racional que le ha sido otorgada, el hombre es más digno que cualquier creatura por el raciocinio.
    Tengo una pregunta: ¿se habla de dos verdades de Dios? Mi cuestión va en la línea de saber si no se puede entender como una sola verdad de Dios con dos dimensiones: la racional y la divina. Y con esto surge otra, en Santo Tomás ¿el hombre podrá alcanzar en algún momento el entendimiento divino de Dios?.

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  2. Creo que es preciso detallar sobre el tema de la relación entre la fe y la razón que es con Santo Tomas en donde se logran distinguir estas dos ciencias como ciencias diferentes y complementarias y que esta distinción se empezó a distinguir en Alberto Magno (maestro de Santo Tomas) y que su alumno termina por precisar. Sirva pues este comentario como un dato complementario a la lectura de este texto.

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  3. Considero muy positiva tu aportación, que introduce a esta obra de santo Tomás, exponiendo la relación entre fe y razón, siendo ésta última necesaria para demostrar la existencia de Dios frente a los gentiles. Sin embargo, pienso que los argumentos tomistas que se señalan no sólo defienden la fe contra aquellos que no creen, sino que sostiene y fundamenta la fe del cristiano más arraigado a sus creencias, incluso hasta nuestros días. Por otra parte, el contenido de tu entrada toca elementos ontológicos principalmente; ¿podría hablarse de elementos sociales implícitos conforme al contexto religiosos en que se desarrolla, precisamente, en defensa contra los gentiles?

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