sábado, 26 de marzo de 2011

EL COLLAR DE LA PALOMA

EL COLLAR DE LA PALOMA. TRATADO SOBRE EL AMOR Y LOS AMANTES

“El collar de la paloma”, fue escrito por Ibn Hazm quien nación en 994 en Córdoba. Ibn Hazm se educo dentro del harem donde se le revelaron temprano los misterios de la vida sexual. Comenzó a escribir su obra el collar de la paloma cuando se hallaba en cautiverio en Játiva; la cual comenzó a escribir en el año 1022 por encargo de un amigo y a través de ella le ofrece ayuda para alcanzar la verdad. La obra se escribe en una época en la que hay un vacío en la España cristiana y europea. Sin embargo, por la sinceridad que manejaba en sus obras, hubo quienes instigaron para que estas fueran quemadas; a lo que Ibn Hazm compuso un verso:

“Si quemáis el papel, no quemáis el pensamiento a él confinado,

y menos aún el que está en mi cerebro”[1]

Se cree que el significado del título del libro está vinculado con la filosofía amorosa neoplatónica desarrollada por los autores islámicos. El motivo poético de una paloma portadora de un collar alude a la doctrina sufí, en la que el alma tiene una paloma que es controlada por un amor divino que dispone de ella y que será juzgada por sus actos.

“El collar de la paloma” no es una disertación académica sobre el sujeto del amor, sino más bien refleja las experiencias y observaciones de la vida de su autor, así como el reflejo de los sentimientos interiores de Ibn Hazm. Para el autor de esta obra, el amor puede ser usado para hacer más llevadera nuestra existencia y más placentera nuestra eterna morada el día de la resurrección.[2] Es decir nos ofrece un reflejo de lo que sucedía en lo referente al amor entre los andalusíes de Córdoba y gracias a sus experiencias cita ejemplos concretos.

El primer tema que aborda es sobre La Esencia del Amor. Comienza afirmando que el amor no está reprobado por la fe ni por la Santa Ley. Para este poeta la naturaleza del amor consiste en la unión de las almas que andan dividas en este mundo. El amor es algo que radica en la misma esencia del alma, por lo que el verdadero amor está basado en la atracción irresistible y que no desaparece sino con la muerte, al respecto compuso el siguiente verso:

“mi amor por ti, que es eterno por su propia esencia,

ha llegado a su apogeo, y no puede menguar ni crecer.

No tiene más causa ni motivo que la voluntad de amar…”

Ibn Hazm piensa que el nacimiento del amor surge de la misma belleza del alma, es decir, como esta es hermosa solo puede suspirar por lo hermoso y sentir inclinación por las imágenes perfectas, pero se convierte en amor verdadero cuando el alma distingue de esas imágenes alguna cosa que le sea afín, de lo contrario, solo es apetito carnal.

El amor tiene señales, según este poeta cordobés; reconociendo como la principal, la insistencia de la mirada, ya que para él es el más eficaz de los sentidos y que produce más eficaces resultados[3], y sobre el cual escribió un poema:

“mis ojos no se paran sino donde estás tú.

Debes de tener las propiedades que dicen del imán.

Los llevo adonde tú vas y conforme te mueves,

Como en gramática el atributo sigue al nombre”

En esta obra, también señala su autor causas de encubrimiento al amor, es decir nos refiere a los motivos por el que los amantes mantienen oculto su amor, por ejemplo, el miedo del amante por su propia vida, si su amado es de alto linaje, es decir para salvaguardar a su amado. Entre las penalidades del amor relatadas en esta obra, se puede hallar a la ruptura que se puede producir por el odio, la coquetería, etc. Pero peor que esta, es la separación, ya que esta se puede dar por un tiempo indeterminado y solo puede darse con el regreso del ser amado, a diferencia de la ruptura que es algo definitivo.

Todo el libro constituye un análisis de los sentimientos amorosos y del comportamiento de los amantes, en el que además se pueden comprender mejor con las anécdotas relatadas.



[1] Cfr. PERES, H.: Esplendor de Al-Andalus. Madrid. Hiperión, 1983, pág. 451

[2] Cfr. MUJICA PINILLA, R.: El collar de la paloma del alma. Madrid. Hiperión, 1990, pág. 34

[3] GARCIA GOMEZ, E.: El collar de la paloma, Madrid. Alianza Edit. 3ª ed. 1971, pág. 140

viernes, 25 de marzo de 2011

Martín Lutero y sus 95 tesis


Lutero fue un teólogo alemán nacido en 1483, inicialmente fue fraile católico, pero posteriormente se separo de la iglesia y sus ideas sirvieron de inspiración para la reforma protestante, en ellas exhortaba a la Iglesia a que al impartir la doctrina a sus seguidores, se apegara a la palabra bíblica, se pronuncio a favor del libre albedrío, de la libertad de examen de conciencia, y particularmente en contra de la venta de indulgencias por parte de la iglesia a los seguidores de la fe católica, estas remisiones eran una suspensión del castigo por el pecado, que podía ser comprada por cualquier persona, después de eliminar la culpa a través de la absolución. Lutero, veía en este tráfico de indulgencias, mentira y abuso de poder, que alejaba a la gente del verdadero arrepentimiento por sus pecados, por lo que el 31 de octubre de 1517 clavó en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg las llamadas “95 tesis” en las que denunciaba la avaricia y el paganismo de la iglesia, y lanzaba una invitación abierta para el debate de sus ideas que comenzaba de la siguiente manera.

“Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.”


La idea central de las 95 tesis gira en torno a las mencionadas indulgencias, y su contenido puede concretarse temáticamente de la siguiente forma:

Sobre las facultades del Papa.
El Papa no puede remitir culpa alguna, solo testimoniar que la culpa ya ha sido remitida por Dios, y Dios no remite la culpa del pecador, sin que este haya cumplido su penitencia internamente y en obra, el Papa tampoco está facultado para redimir de pena alguna a las almas del purgatorio, puede interceder a favor de estas almas en sus oraciones, pero él no posee las llaves de la entrada al cielo, este acenso no tiene nada que ver con el pago de una remisión, depende de la voluntad de Dios.

Sobre las facultades de la iglesia.
La iglesia no posee la facultad de redimir las culpas de los muertos, pues éstos no cumplieron con su penitencia en vida, ni debe cobrar la indulgencia a los moribundos, pues esta debe otorgarse a ellos por decreto papal, el sacerdote no posee la facultad para imponer al moribundo cumplir con su penitencia en el purgatorio pues los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la penitencia que implica la misma muerte inminente.



Sobre los deberes de la iglesia.
Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias, y es deber de la iglesia informar a los cristianos que aquel que actúa caritativamente, realiza una obra mayor que comprarse una indulgencia, que la adquisición de indulgencias es algo completamente opcional, y que una remisión no es un certificado válido de anulación de toda pena y toda culpa por el pecado cometido, nuestro señor Jesucristo dijo: “haced Penitencia”, pero no se refería a la penitencia otorgada tras la confesión, pues ésta no sirve de nada si el pecador sigue obrando de la mima manera, adquirir un indulgencia es sólo comprar el derecho, de que un representante de Dios, interceda a favor del perdón del pecador por el daño cometido.

Una invitación a la reflexión.
Finalmente Lutero invita a reflexionar, si se pretende difundir la imagen de una iglesia en la que tiene un acceso directo al perdón de Dios, el más soberbio y acaudalado pecador, en lugar del pecador más arrepentido y humilde.

Lutero no sólo provocó un cambio importante en el ámbito religioso, pues la época en la que se sitúa se caracteriza (aún más que la de hoy) por una fe ciega, por creer en la voz de la iglesia como la única verdad, ya algunas órdenes de frailes, se habían pronunciado en contra de algunas ideas de la iglesia y sus representantes, pero esta inconformidad permanecía dentro de las paredes del convento de cada congregación, Lutero en cambio se arriesgo a enfrentarse a esta poderosa institución abiertamente, lo que lo convierte en un ejemplo de determinación de lucha por defender un ideal se sale de los cánones establecidos, sumergido en el contexto religioso de la Europa del siglo XV, levanta la cabeza y se pregunta ¿porque?, ¿las cosas son realmente como se le han trasmitido a la humanidad? y enuncia su verdad, misma que se extiende por todo el continente en menos de dos meses (algo impresionante para su época), lo que nos muestra el interés latente de la gente por conocer sus ideas.

Por todo lo anterior, Lutero termino siendo excomulgado, acusado de hereje y perseguido. Pero desafortunadamente para la iglesia, murió viejo, gordo, y cómodamente recostado en su cama.


MARTIN LUTERO, (1739), Edición Walch, Tomo II, formato electrónico.

Migraciones e invasiones en la Edad Media

En el siglo V, cuando las provincias occidentales del imperio romano se habían separado del oriente, y aun después de sufrir unas grandes dificultades sociales y económicas siguen sufriendo los continuos asaltos de los bárbaros que venían del este y del norte. Las luchas de los pueblos romanos y los nuevos invasores, provocaron lo que se le conoce como la caída del imperio romano, que más que una caída del imperio era una adaptación al equilibrio étnico, se refiere pues a las nuevas políticas y estructuras sociales.
          En este libro el autor prefiere no poner fechas exactas de lo que fue la caída del imperio romano o el comienzo de la Edad Media, para no vulgarizar las fechas,  alterarlas o disminuirlas.

Orígenes de las migraciones
La información que existe sobre las causas que determinaron las migraciones de los bárbaros, han sido vagamente estudiados al igual tratar de  explicarlos. Es difícil aclarar si las migraciones se debieron a la disminución o al desvanecimiento climático, y que por esta situación los pastores cambiaran de trayectoria hacia mejores tierras. Al igual resulta difícil explicar si fue una expansión  demográfica muy dramática,  tampoco se puede explicar si fue una determinada estructura social, lo que determina la migración de “numerosos miembros del clan en busca de mejor suerte”[1]. Lo que resulta claro es que, la movilidad de los ganaderos y agricultores que se establecían en los bosques, favorecían en gran parte a las empresas, “esta movilidad marcara durante toda la Edad Media e incluso por más tiempo, nuestros pueblos de occidente; surgidos de esta mezcolancia étnica”[2].
          Por otro lado, existieron grandes batallas en ese entonces, pero fueron muy escasas las que llamaron la atención de los cronistas, las que más resaltaron fueron: “la victoria de los godos en Adrianópolis contra las tropas de Valente, el 9 de agosto de 378, o la desastrosa brecha abierta en el limes del Rin el 31 de diciembre de 406 por los vándalos y sus aliados, o aun las brutales conquistas de España por los mismos vándalos (409) y de Auvernia por los visigodos”[3].

Los pueblos bárbaros
Pues bien, si retrocedemos a la antigua Grecia, recordaremos que los griegos llamaban bárbaros a todos aquellos que no sabían comunicarse, aquellos que no usaban el logos, estos eran pues los bárbaros, y aquí en la Edad Media los romanos llamaban bárbaros a todos aquellos pueblos extranjeros, “es decir; ajenos a la civilización”[4].

Las invasiones germánicas
Una de las grandes invasiones, fue la de los hunos, que venían de Asia, destruyeron al Imperio alano que estaba establecido a las orillas del mar Caspio. En su camino al oeste desviaron todos los ataques y en los 400-410 fundaron un gran Estado nómada en Europa. Ya para el 434 estaban dirigidos por el rey Atila, y en el 451, asoló el norte de Galicia, mas tarde fue detenido por las murallas de Orleans y derrotado en los campos de cataláunicos por los romanos y algunos aliados bárbaros. Después se dirigió a Italia tomando ciudades, al llegar su muerte, en el 453, se anuncio “la desmembración del imperio huno, tan temido por los romanos”[5].
          Las migraciones por mar de los germanos eran procedentes  del norte, y no eran más grandes que las migraciones terrestres que agrandaron el mapa étnico y político en el noroeste en Europa. Ya para el siglo VI, los piratas sajones, invadieron las costas del “mar del norte del canal de la mancha y el Océano Atlántico hasta los estuarios de Galicia”[6].

Las rebeliones indígenas
Las grandes migraciones germánicas crearon una gran confusión y enredo dentro del Imperio. En África, se exterminaron las defensas de la ciudad en contras de las tribus nómadas al igual que en Galicia, España, Bretaña, de ahí las rebeliones de los indígenas. Otra consecuencia,  es el surgimiento de las tradiciones esenciales a la evolución de los géneros de “vida cultos religiosos y forma de expresión artística (fundamentalmente motivos ornamentales); este surgimiento marco al mismo tiempo toda la vida política  del momento”[7]. Por otro lado los conflictos y los problemas sociales se agrandaron.
          En el 400-450 el imperio se encontraba amenazado por los rebeldes agrarios, los “bagaudas de Galicia y Tarraconense, bandas rustici del noroeste de España, Circoncelliones de África”[8].
          Así pues, todas las invasiones de los bárbaros procedentes del este o del oeste desataron grandes migraciones hacia el Imperio. De estas migraciones, solo se conoce la más importante “la de los celtas o bretones de Bretaña que huyendo de sus propias islas cedidas por Roma a los bárbaros, atravesaron el canal de la mancha para establecer en el sur, en Armórica, la gran Bretaña actual, y también en las costas de Galicia”[9].
          De esta forma la perteneciente nación nos da a conocer la resistencia de Bretaña, que fue sometida a los duros asaltos y que recurrieron hacer una frontera.
          Pues bien, en este texto  conocimos las migraciones e invasiones, la separación del pueblo romano al Oriente, sus luchas, las invasiones que originaron la caída del imperio romano. Lo que desato las migraciones, que aunque no se explico del todo las causas, conocimos algunas batallas importantes en la edad media, pasando por los bárbaros, que aunque no civilizados llegaron a ser aliados de los romanos apoyándolos en las invasiones. Las invasiones germánicas y las rebeliones indígenas.

Texto de Oscar Barragán Solís (UAEM)



[1] Jacques, Heers, Historia de la Edad Media,  Editorial Labor, 1991, Barcelona, 1991, p.12.
[2] Idem.
[3] Ibid, p.13.
[4] Ibid, p.14.
[5] Ibid, p.15.
[6] Ibid, p.16.
[7] Ibid, p.17.
[8] Idem
[9] Ibid, p. 18

miércoles, 23 de marzo de 2011

Jakob Böhme

Nació en una familia campesina de filiación luterana, en una aldea cercana a Görlitz. Desde pequeño nuestro autor se dedicó a labrar la tierra, y en su adolescencia trabajó remendando zapatos de forma ambulante. A los 18 años tuvo una "visión" que le cambió la vida. Fueron 7 días en los que dijo estar "rodeado de la divina luz".

Se casó a los 19 años con la hija de un carnicero y trabajó como zapatero. Tuvo sucesivas visiones, hasta que en 1610 se decidió a escribir sus experiencias durante su tiempo libre. "Aurora" es la obra que fue redactada "bajo el impulso de Dios" esto según lo que dice nuestro autor.

El pastor Gregorius Richter, primado eclesiástico de Görlitz, prohibió a Böhme escribir so pena de destierro. Böhme obedece durante 5 años, y vuelve a tomar la pluma en 1619 soltándola hasta su muerte 5 años después. Sus libros eran publicados de forma clandestina por sus amigos. Cuando Richter lo acusó de herejía, y lo expulsa de la ciudad, Böhme ya tenía seguidores y aliados entre los magistrados municipales. Acató la orden no sin antes defenderse de los cargos. Pudo volver a Görlitz en 1624 cuando ya había muerto Richter, no obstante, Böhme murió ese mismo año.

Ahora bien en su obra Gran misterio o comentario del primer libro de Moisés encontramos al mundo visible con su ser y la vida de las creaturas, “encontramos en ellos un símbolo del mundo invisible espiritual, que esta la tente en el mundo visible como el alma en el cuerpo, y vemos que Dios oculto está próximo a todo y lo compenetra todo”[1].

Vemos en este autor cómo el hombre ha recibido la potencia del Verbo invisible de Dios para su reexpresión, vemos pues que la sabiduría invisible de Dios es “modelada en formas distintas”[2]. Y veremos que Dios se hace presente con las cosas visibles, esto para el despliegue de las cosas divinas, es decir para que de una u otra manera el invisible juegue con lo vivible, y se transforme en sensibilidad.

Vemos pues que Dios está fuera de toda naturaleza, es decir que Dios no tiene principio ni fin, y más aún ningún número puede expresar su amplitud, es decir que a Dios no lo podemos medir es inmenso y eterno ya que es demasiado profundo para que un pensamiento lo pueda abarcar.

Se dirá pues que “sólo hay una raíz única de la cual procede todo, y no se distingue más que por la mayor o mayor densidad que está coagulada”[3]. Es decir que su origen será algo cómo un vapor del gran misterio del verbo expresado, que se haya reexpresado en todas partes y que es una semejanza a sí mismo y un ser según el Espíritu.

Deberíamos de darnos cuenta de que Dios en su propio ser, no es ningún ser es decir que vendrá hacer “simplemente la inteligencia que tiende al ser, como una voluntad eterna inmotivada en la cual reside, y que ella misma es todo, y, sin embargo no es más que uno.[4]

Veremos que las formas reveladas de Dios revisten la forma de un grado exterior, como un ser o corporalidad, que hay que considerar opuesta al Espíritu, ya que sólo hay un lugar a pensar en el ser espiritual. Con esto veremos no existe dos tipos de Dioses del mundo santo y el Dios del mundo tenebroso, sino que sólo hay un único Dios. “El mismo es todo ser, Él es el bien y el mal, el cielo y el infierno, la luz y las tinieblas, la eternidad y el tiempo, el principio y el fin; donde su amor se oculta en un ser su cólera se manifiesta.”[5]

Nosotros los hombres hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y no sólo eso sino que hemos sido dotados de verdadera inteligencia la cual es proveniente de nuestro padre, es así cómo ambas naturalezas, eterna y temporal, a fin de que nos pongamos a tratar de recobrar por un serio esfuerzo del Espíritu lo que hemos perdido. Veremos que en el mundo espiritual, las propiedades se hallarán virtualmente, es decir que estas no se manifestaran de manera feroz, sino como absorbidas, así como la luz absorbe las tinieblas; “a pesar de ello las tinieblas residan verdaderamente en la luz, si bien no la pueden captar”[6]

Veremos pues que el ser de todos los seres no será más que un nacimiento mágico, el cual provendrá del uno y este va a tender al infinito. Es decir que el uno único no es más que Dios, el infinito no será más que el tiempo y en el cual cada cosa puede multiplicarse esto a partir del Uno.

Con esto se dirá que Dios está antes y fuera de todos los comienzos, y que de Él arrancará todo comienzo, lo mismo que es el término de todos ellos “así, el término medio de todas las cosas que comienzan está entre el comienzo y el fin, pues con su comienzo debe, pasando por el fin, entrar de nuevo aquello de lo cual ha surgido.”[7]

Veremos pues que la inteligencia divina eterna es una voluntad libre en sí misma, es decir que esta no está captada por la nada, ya que fuera de ella y ante ella no existe nada, y esta misma nada vendrá hacer única y no es para sí misma otra cosa que una nada.

Para ir concluyendo con el presente trabajo veremos pues que Dios no tiene ningún nombre “sino que se llama solamente el bien eterno, el Uno eterno, el Absoluto y el fundamento de todos los seres.”[8]. Veremos pues que Dios no quiere más que en sí mismo la manera de manifestar el bien, que vendrá hacer el mismo; y eso no podría verificarse si la fuerza única bueno no entra por la exhalación en el deseo de la naturaleza y el la diferenciación como ciencia. Y con esto veremos que “de la ciencia proviene el mal y el bien, no de Dios o en Dios, en su trinidad”[9].

BIBLIOGRAFÍA

Fernández, Clementes, Los Filósofos Medievales, selección de textos, BAC, 1970, Tomo II.



[1] Fernández, Clementes, Los Filósofos Medievales, selección de textos, BAC, 1970, Tomo II. Pág. 424, § 881.

[2] Ibídem, Pág. 425 § 886.

[3] Ibídem, Pág. 430, § 902.

[4] Ibídem, Pág. 433, § 915.

[5] Ibídem, Pág. 435, § 921.

[6] Ibídem, Pág. 438, § 930.

[7] Ibídem, Pág. 441, § 942.

[8]Ibídem, Pág. 444, § 950.

[9] Ibídem, Pág. 445, § 952.

martes, 22 de marzo de 2011

Maestro Eckhart: Sobre la soledad.

Juan Eckhart o Maestro Eckhart nació hacia el año 1260 en Hochheim (Tubinga). Hizo un gran esfuerzo por justificar racionalmente la fe y consideró que la mística era la única puerta para acceder a la verdad revelada, ya que ésta es inalcanzable para la filosofía. En el texto Sobre la soledad, habla de la soledad como virtud suprema y expone las razones por las cuales la considera como tal.

Eckhart empieza diciendo que ha leído diversos escritos, tanto paganos como de profetas del Antiguo y Nuevo Testamento, con la intención de encontrar en ellos cuál es la mejor y más alta virtud. Por mejor y más alta virtud, entiende aquella “por la cual el hombre llega más intensamente a asemejarse a Dios y a hacerse de nuevo lo más igual posible al tipo originario que estaba en Dios”[1]. Muchos autores dicen que tal virtud es el amor, pero Eckhart considera que es la soledad por dos motivos: en primer lugar, con la soledad como virtud, Dios puede entrar más fácilmente en mí, ya que “todo ser está de buen grado en el lugar que le es propio; el lugar natural y propio de Dios es la unidad y pureza; pero éstas se basan en la soledad, por eso Dios no puede no darse a un corazón que se ha hecho solitario”[2]. En segundo lugar, “si el amor me induce a padecer cualquier sufrimiento por amor de Dios, la soledad me induce a abrirme a Dios. Y esto es muy superior. Pues con el dolor sigue habiendo siempre una relación con la criatura por la que sufro; en cambio, la soledad es liberación de toda criatura”[3]

También es superior a la humildad, ya que es posible la humildad sin la soledad, pero no la soledad sin la humildad. Y si la humildad tiende a anular nuestro yo, la soledad pasa tan cerca de la nada que no hay diferencia entre la soledad perfecta y la nada. Además, la humildad perfecta se somete a las criaturas, “pero con ello el hombre sale de sí hacia una criatura; la soledad en cambio, permanece en sí misma”[4]

De la misma manera, la soledad también está por encima de la piedad, ya que “la piedad corresponde a la salida de sí del hombre para ir al encuentro de las miserias de su prójimo y permanecer turbado por ellas en su corazón”[5]. La soledad en cambio, permanece siempre en sí y no se deja turbar. Con lo anterior, Eckhart considera haber dejado en claro que la soledad es la virtud más alta y más privada de defectos.

Ya que se ha concluido que la soledad es la mejor virtud, es conveniente preguntarnos qué es la soledad. Pues bien, la soledad implica que “el espíritu en todo lo que le sucede, de bueno y malo […] está tan inmoto como un monte inmenso ante un leve vientecillo”[6]. Esa capacidad de estar inmoto ante lo que sucede, hace que el hombre se parezca más a Dios, pues, según Eckhart , es de la soledad de donde proviene su pureza e inmutabilidad. La soledad es necesaria si quiere ser semejante a Dios. Eckhart lo puntualiza de la siguiente manera: “estar vacío de toda criatura significa estar lleno de Dios, estar lleno de las criaturas significa estar vacío de Dios”[7]. Así pues, la soledad nos hace parecernos a Dios, pues él siempre ha permanecido solitario e inmóvil. De tal suerte que las plegarias alcanzan tan poco la soledad de Dios, que es como si no existieran en absoluto. No por realizar plegarias queda mejor dispuesto o más indulgente hacia el hombre, que si no hubiese dicho nunca plegarias ni realizado obras buenas. Pero si esto es así, ¿por qué quiere Dios que dirijamos plegarias para cada cosa? La respuesta es la siguiente:

En una primera visión eterna […] Dios contempló cómo habrían de suceder todas las cosas, y con la misma mirada vio […] la más pequeña plegaria y obra buena que el hombre haría, vio que plegaria y devoción acogería él, vio que tú mañana lo invocarías con urgencia y le rezarías devotamente. Pero tal invocación y tal plegaria Dios no la oirá sólo mañana; la ha oído en toda su eternidad, mucho antes de que tú fueses hecho hombre. Y si tu oración no es honrada y sincera, no te rechaza Dios ahora; te ha rechazado desde la eternidad”[8].

Volviendo al tema de la soledad, ye hemos visto qué es, porqué es la virtud suprema y en qué hace semejante a Dios. Ahora bien, ¿cuál será el objeto de la soledad? La respuesta es: proceder hacia la pura nada, para que Dios pueda obrar en nosotros del todo, según su voluntad. El objeto de la soledad es prepararnos para que Dios pueda actuar en nosotros, pues un corazón lleno de cosas impide la acción plena de Dios. Si éste es el objeto de la soledad, ¿no queda en entredicho la omnipotencia de Dios? No, pues es omnipotente, pero no actúa igual en una piedra que en nosotros. Por lo tanto, para preparar mejor el corazón, éste debe basarse sobre una pura nada. Eckhart también dice que un corazón en soledad no debe tener oración, pues orar es pedir que se le dé algo o que se le quite algo, y un corazón en soledad, nada desea y de nada quiere eximirse. En resumen, la soledad es la mejor virtud, porque nos aleja de las criaturas (lo que nos acerca al Creador), purifica el alma y la conciencia, rechaza toda cosa creada y unifica el alma con Dios.




[1] Eckhart, Maestro, Sobre la soledad en Zolla, Ellemire, Los místicos de Occidente, vol. II, Paidos, Barcelona, 1997, p.295.

[2] Ibid, p.296.

[3] Idem.

[4] Idem.

[5] Ibid, 297.

[6] Ibid, p. 298.

[7] Idem.

[8] Ibid, p. 299.


Bibliografía

Zolla, Ellemire, Los místicos de Occidente, vol. II, Paidos, Barcelona, 1997, pp. 295-304.

domingo, 13 de marzo de 2011

VS Los arrebatamientos del Demonio meridiano.


Jean de Fécamp fue uno de los místicos más trascendentes del siglo XI, escribió “La confesión teológica” que está considerada como una de las obras de meditación más importantes del Medioevo.

La “cauta consideración para evitar los arrebatamientos del demonio Meridiano” probablemente no sea de su autoría, pero se tiene la certeza de que pertenece a su escuela. En estas consideraciones Fécamp expresa su preocupación, por ayudar al vidente o profeta a distinguir entre las visiones falsas y las verdaderas, afirma que el alma posee la facultad de alejarse de los sentidos del cuerpo hasta llegar a un punto más allá de nuestros sueños pero antes de cruzar la línea de la muerte, entonces puede hacerse presente una revelación, en este estado (incorporal) el alma será conducida a la región de las ideas intelectuales, donde será capaz de apreciar la verdad en todo su esplendor, en este momento es concedida al hombre la facultad de hablar con Dios, no corporalmente sino a través del alma, cuando la mente humana se ilumina a través de una visión es capaz de percibir la verdad, pues la luz que ilumina esta verdad no es otra cosa que Dios mismo, sin embargo, advierte que antes de que se presente esta visión se debe tener precaución para no dejarse cegar por el ángel de Satanás que es semejante al ángel de luz, pues si esto ocurriera el vidente se transformaría en un falso profeta.

Explica que la visión veraz se obtiene a través de una intuición pura, que se muestra al profeta a través del espíritu de Dios, para esto es necesario que el vidente posea un corazón puro, sencillez, adhesión a Dios y permanezca alerta para no sucumbir ante los arrebatamientos del demonio meridiano, que pretende siempre poseer las almas que se alejan del camino de la salvación, ya sea precipitando la muerte de aquellos que se encuentran alejados de Dios, o tratando de hacer sucumbir su ser ante el pecado. Cuando el alma se encuentra en éxtasis y el demonio trata de persuadirla, únicamente escapara a sabiendas de que este ángel de obscuridad está condenado a manifestarse como demonio, si el alma es capaz de formular la siguiente pregunta: ¿Quién eres?, con lo que el vidente podrá conocer realmente la fuente de la que procede su visión.

Conforme a lo anterior puede concluirse, que aunque esto del Demonio meridiano en el contexto actual hace referencia a sucumbir ante las tentaciones de la mediana edad, en el Medioevo este Demonio meridiano era una verdadera preocupación, en las primeras ordenes sacerdotales del desierto de Egipto, fue donde el término "Demonio meridiano" apareció por vez primera, y esto puede verse reflejado en la iconografía medieval donde suele aparecer al mediodía cuando el sol está en apogeo y escoge a sus víctimas de entre los religiosos, haciendo latente en ellos un hartazgo y vacio que los incitaba a doblegar su vocación, Sin embargo el demonio meridiano de Fécamp tenía connotaciones metafísicas profundas, se presentaba a la mitad del camino entre la inconsciencia y la muerte, tentando al profeta a sucumbir ante las palabras de la mentira disfrazada de verdad, me parece interesante la preocupación del autor por ayudar al “vidente” a discernir entre una verdadera y una falsa profecía, y la inocencia de este al pensar que los falsos profetas lo son por una mala interpretación y no por convicción propia.


ZOLA, ELÈMIRE (2000), Los místicos de Occidente, Tomo II, Barcelona, Bidos.

jueves, 10 de marzo de 2011

Tomás Moro: Utopía, libro II

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Santo Tomás Moro nace en Londres en febrero de 1477 en el límite de dos edades, la medieval con su tardío gótico y el inicio del Renacimiento, de profesión estudió leyes y ejerció puestos destacados en la práctica jurídica; se le otorga el título de caballero y de Sir. Dominaba el latín, tenía una maestría en lógica y en retórica, desempeñó puestos importantes y brilló en el Parlamento. La presente obra llamada Utopía, la escribió cuando tenía 38 años en 1515, fue hasta 1516 cuando escribió la primera parte. El 6 de julio de 1535 es decapitado después de haber sido preso en la torre de Londres desde 1533 por alta traición al rey Enrique VIII, al no aceptar su matrimonio con Ana Bolena y la ruptura cismática con el Papa y Roma.[1] Al preguntarle a Moro, ¿Cómo debe considerarse la obra utopía? Contestó que era una ficción política; utopía significa sin lugar, y es una palabra inventada por el autor, la crea pensando en la palabra nusquam, que viene del latín y fue así como se llamó primero el libro. 

El libro segundo es una descripción detallada de una comunidad política llamada Utopía, presentada y narrada por Rafael Hitlodeo, donde santo Tomás Moro está como oyente y escritor de lo que dice dicho presentador. La obra inicia refiriéndose a esta comunidad, que es una isla con forma de luna creciente; de manera detallada explica la forma y situación de esta isla y narra sus orígenes, donde Utopo es el que se apodera del lugar, lo modifica y se instala con un pueblo inculto que después se convertirá en ciudad que está por encima de muchos pueblos. 

Posteriormente Santo Tomás Moro va subrayando las principales características de dicha comunidad e introduce de una manera sencilla y objetiva la organización del lugar, la distribución de las tierras, la comida y la bebida, la fortificación de sus murallas, los jardines, su organización política, el vestido que era para todos iguales, los estudios, las relaciones publicas, el cuidado de los enfermos, los viajes, su filosofía y religión, entre tantos aspectos, llegando así en el fin de la obra, a ofrecer una visión general de lo que es Utopía. En la presente entrada no ahondo en cada uno de los aspectos pues es un contenido muy basto, me centro más bien en los criterios que considero principales para entender a dicho modelo político propuesto por el autor.
En el aspecto social “toda la isla es como una y misma familia”,[2] “la riqueza está equitativamente distribuida, no es de extrañar que no hay ni un solo pobre ni mendigo”,[3] Utopía en su conjunto de cincuenta y cuatro magníficas ciudades muy similares que tiene “la misma lengua, idénticas costumbres, instituciones y leyes, […] ninguna ciudad tiene ansia de extender sus territorios. Los habitantes se consideran más agricultores que propietarios”,[4] se afirma que quien conoce una ciudad ya las conoce a todas; en cuanto a las estructuras “todos pueden entrar y salir en ellas. Nada se considera de propiedad privada. Las mismas casas se cambian cada diez años, después de echarlas a suertes”.[5] Respecto al vestido todos los habitantes de la isla están uniformados sobre un mismo patrón que no cambia nunca, sólo lo necesitan para protegerse, trabajar y con uno basta “los utopianos no encuentran razón alguna para desear más”.[6]
 
En el aspecto político y legal, o mejor aún de organización jerárquica (pues la obra entera es un modelo político), Utopía está muy bien estructurada, cada familia integrada de treinta a cuarenta personas elige cada año a un juez que ellos mismos proponen llamado Sifogrante o filarca, un conjunto de trescientas familias tiene como cabeza un protofilarca o Traniboro. Así doscientos sifograntes juran elegir a la persona más apta que los represente, al que se le denomina príncipe; el principado es vitalicio y sólo se le quita el poder si aspira a la tiranía. Así se compone pues el Senado o Magisterio de dicha isla. Todos están obligados a seguir las leyes, pero dichas leyes no se toman a la ligera “se considera como un crimen capital tomar decisiones sobre los intereses de interés público fuera del Senado o al margen de las asambleas locales”,[7] y cada decisión o determinación antes de ser aprobada se consulta con cada familia, por esto se acuerda que “se han de cumplir no sólo los pactos privados entre simples ciudadanos, sino también las leyes públicas que regulan el reparto de los bienes destinados a hacer la existencias más fácil”.[8]
 
Otro factor muy importante en el presente texto es el del trabajo, en Utopía todos trabajan: “hay una actividad común a todos, hombres y mujeres, de la que nadie queda exento: la agricultura; […] cada uno es iniciado en un oficio o profesión como algo personal”,[9] es muy significativo que esta isla solo se trabaja seis horas al día, divididas en dos jornadas de tres horas y con esto sobra para que nadie tenga que sufrir hambre; el secreto se encuentra en que la gran mayoría de los utopianos trabajan, aquí no hay nobles, ni curas, y en repetidas ocasiones se hace mención del ocio y pereza como abominaciones, no hay espacio para ellas. En esta isla se tiene estructurado el horario del día donde dormir ocho horas es totalmente necesario, hay espacios para recreo, tiempo libre, trabajo y estudio. 

En el aspecto ético, Santo Tomás Moro es muy puntual, “tanto la comida como la cena comienzan por la lectura de alguna lección moral. Pero ha de ser breve para que no aburra”,[10] en Utopía “ningún placer está prohibido con tal que no engendre mal alguno”,[11] “no hay tampoco pretexto alguno para la vagancia. No hay tabernas, ni cervecerías, ni lupanares, ni ocasiones de corrupción, casas de citas, ni conciliábulos. Todos, expuestos a todos, se entregan al trabajo cotidiano o a un honesto esparcimiento”,[12] en estas ciudades se vive bajo la siguiente máxima: “procurar tu propio bien sin violar estas leyes es de prudentes. Trabajar por el bien público es un deber religioso. Echar por tierra la felicidad de otro para conseguir la propia es una injusticia. Privarse, en cambio de cualquier cosa para dársela a los demás es señal de una gran humanidad y nobleza, pues reporta más bien que el que nosotros proporcionamos”;[13] en este lugar los honores vanos no interesan. 

La visión del hombre que presenta el texto gira entorno a la felicidad, es una postura estoica en la que el hombre alcanza a ser feliz por medio de la razón y cumplir rectamente con lo que le pide su naturaleza, el trabajo y las leyes, “no hay motivo para ser menos complaciente contigo mismo que con los demás, la naturaleza misma nos impone una vida feliz, es decir placentera, como fin de nuestros actos. Para ellos la virtud es vivir según las prescripciones de la naturaleza”;[14] presenta además una igualdad entre hombres y mujeres incluso en el plano intelectual y concibe al hombre como capaz de contemplar la belleza y con el deber de cuidar su cuerpo “admiran y cultivan la belleza, el vigor y la agilidad del cuerpo como auténticos y bellos dones de la naturaleza”.[15]
 
En el tema del conocimiento en este lugar “antes de salir el sol se organizan todos los días cursos públicos [donde] tanto hombres como mujeres de todas condiciones, se agolpan en el lugar de los cursos para escuchar sus lecciones, unos a unas, otros a otras, según sus preferencias”,[16] aquí es la clase intelectual de la que salen los embajadores, sacerdotes, traniboros y el mismo príncipe. Es muy importante identificar que aquí se “tiene por principio no discutir jamás sobre la felicidad sin partir de axiomas religiosos o filosóficos, basados éstos en la razón”,[17] y que “al espíritu vinculan el entendimiento y el gozo que engendra la contemplación de la verdad. A esto sigue el dulce recuerdo de una vida honesta y la firme esperanza del bien futuro”.[18]
 
Para concluir incluyo el tema de Dios presente en el texto, en Utopía las religiones son diferentes, se adora al sol, la luna, a algún Dios supremo, pero también hay espacio para otros dioses, se les ha presentado la figura de Cristo y muchos la han aceptado principalmente porque su género de vida es sumamente parecido a las primeras comunidades cristianas más auténticas. Así también “las instituciones utopianas más antiguas contemplan que ninguna persona se vea perjudicada por su religión”[19] hay un imperativo de paz y se busca mejor proceder con moderación y prudencia pues “la fuerza de la verdad emerge y se impone por sí misma”,[20] como se puede apreciar hay un clima de respeto, pluralidad y acogida de la fe. 

Se finaliza el texto con una crítica fuerte hacia las estructuras existentes del momento en clara comparación con el modelo político de Utopía, como alternativa para una mejor estructura y como propuesta de cambio. El autor se atreve a decir que “cualquiera que sea el valor […] no hay pueblo que los supere ni república más feliz”,[21] pues “es un pueblo afable, alegre, lleno de ingenio, amante del ocio. Sabe, con todo, soportar los trabajos corporales cuando es preciso. Comedido en todo, es infatigable en las cosas del espíritu”.[22] Termino mi intervención asumiendo como propias las palabras textuales del autor, “os he descrito con la mayor sinceridad el modo de ser de su república, a la que considero no sólo la mejor, sino la única de llevar tal nombre”.[23]
 
Bibliografía:
Moro, Tomás, Utopía, ed. Losada, 1ª ed., Buenos Aires, 2003, págs. 7-26.
Moro, Tomás, “Utopía”, en Fernández, Clemente, Los Filósofos del Renacimiento Selección de Textos, t. II, BAC, Madrid, 1990, págs. 156-195.

[1] Cfr. Tomás Moro, Utopía, ed. Losada, 1ª ed., Buenos Aires, 2003, p. 7-26.
[2] Moro, Tomás, “Utopía”, en Fernández, Clemente, Los Filósofos del Renacimiento Selección de Textos, t. II, BAC, Madrid, 1990, págs. 178.
[3] Ibídem.
[4] Ibíd., p. 158.
[5] Ibíd., p. 162.
[6] Ibíd., p. 170.
[7] Ibíd., p. 164.
[8] Ibíd., p. 182.
[9] Ibíd., p. 164.
[10] Ibíd., p. 176.
[11] Ibíd., p. 177.
[12] Ibíd., p. 178.
[13] Ibíd., p. 182.
[14] Ibíd., p. 181.
[15] Ibíd., p. 186.
[16] Ibíd., p. 166.
[17] Ibíd., p. 179.
[18] Ibíd., p. 184.
[19] Ibíd., p. 190.
[20] Ibíd., p. 191.
[21] Ibíd., p. 187.
[22] Ibíd., p. 188.
[23] Ibíd., p. 192.