Nicolás Maquiavelo nació en Florencia Italia en 1498, fue filósofo, político y dramaturgo. Fue secretario de la cancillería de la república florentina y desde ese cargo emprendió importantes misiones diplomáticas. En 1512, después de la caída de la república, abandonó la vida pública, y se retiró al campo, época en que redactó su obra principal El Príncipe (dedicada a Lorenzo de Médicis o Lorenzo el Magnífico, escrita en 1513, aunque no fue publicada más que póstumamente en 1532), y muchas de sus obras fundamentales, como Discursos sobre la primera década de Tito Livio, y El arte de la guerra. Maquiavelo es considerado como el fundador del pensamiento político moderno, ya que fue el primero en dar a conocer la realidad social y política tal como es, y no tal como debería ser en función de previas consideraciones morales.[1]
En su obra principal, El Príncipe, da a conocer consejos sobre cómo gobernar mejor, parte del estudio de la realidad de su tiempo y da un fiel reflejo de las principales características del moderno Estado burgués. Basándose en el estudio de los mecanismos de poder realmente utilizados por los príncipes de su época y apartándose de la imagen abstracta del cómo debería ser, intenta describir la sociedad, la naturaleza del poder y los modos de conservarlo. Su obra es fruto de su experiencia política y su intención era fundamentalmente la de conseguir la creación de un Estado fuerte capaz de unificar, bajo el mando de un príncipe, los pequeños estados y ciudades-estado de Italia, lo que sólo se conseguiría, pensaba, bajo el poder y la acción de un personaje excepcional, el príncipe, capaz de imponer una monarquía absoluta amparada por la razón de Estado.
En su obra El principe, parte del problema de cómo algunos hombres pueden llegar al poder por alguna vía malvada o perversa y dejar a un lado la fortuna y la virtud, formas ideales de llegar al poder. Y siendo que no pocos han llegado al poder por la milicia, a fuerza de muchos trabajos y peligros, manteniéndose en el poder recurriendo a tantos medios audaces y arriesgados, Maquiavelo concluye que no se puede atribuir a la fortuna y a la virtud los medios para llegar al poder, puesto que muchos han llegado sin recurrir a ellas.
Aquellos que llegan al poder cometiendo muchas triciones y crueldades, pueden vivir seguros durante mucho tiempo en su patria y defendiéndose de enemigos gracias al mal o buen uso de la crueldad. Según Maquiavelo, cuando se hace buen uso de la crueldad cuando se usa una sola vez a fin de asegurarse en el poder y después no se insiste en ella; en cambio, es mal usada cuando es poca al principio pero conforme avanza el tiempo aumenta la crueldad en lugar de desaparecer. Por lo tanto las ofensas deben hacerse todas de una vez, a fin de que, experimentándose menos, menos hieran, y los beneficios deben hacerse poco a poco, para que se saboreen mejor[2]. Pero que finalmente, un príncipe debe vivir de tal modo que ningún suceso malo o bueno sea capaz de variar su conducta.
Sobre los motivos por los cuales los príncipes son alabados o vituperados, Maquiavelo dice que se debe al valor que dan los hombres conforme a una serie de cualidades considerando a algunos: lebrales, míseros, dadivosos, rapaces, crueles, o por otro lado, compasivos, pérfidos, leales, afeminados, feroces, animosos, humanos, soberbios, lascitivos, castos, íntegros, astutos, duros de carácter, afables, graves, ligeros, religiosos, dulos, etc. Cualidades que son virtudes y que por ello son buenas pero que pueden convertirse en malas cuando su uso afecta tanto al que las hace como los que se ven afectados por ellas. Esa valoración que se hace de los príncipes, para determinar si uno es bueno o malo, depende en gran medida del uso propio que hace cada príncipe en su gobierno. En todo caso, el príncipe debe ser prudente y huir de aquellos vicios que lo puedan hacer perder el poder y debe ser inteligente porque habrá cosas que parezcan virtudes y, practicadas, serían su ruina; y algunas otras que parecerán vicios, y que, practicadas, le acarrearían su seguridad y bienestar.[3]
A partir de la cualidades anteriores, Maquiavelo propone que el príncipe hace bien cuando es tenido como liberal pues de ejercer bien esa cualidad, pasará inadvertida, y debe ir acompañada de una muestra de suntuosidad, sin caer en el despilfarro de los bienes y el aumento en los impuesto que provoca inconformidad con los súbditos, sin embargo aún mejor sería que lo tuvieran por tacaño para conservar los bienes y no afectar los de los otros que a fin de cuentas es lo que más les preocupa a los súbditos. Por lo tanto, de nada debe guardarse más un príncipe que de inspirar desprecio u odio, y la liberalidad conduce a ambas cosas. Por tanto, es más sensato la reputación de tacaño.[4] Parecería una contradicción, siendo que Maquiavelo primero propone como buena la liberalidad en un príncipe y después la desprecia, sin embargo no es así puesto que, que su propuesta es que el príncipe sea liberal pero pasando inadvertido con esa actuación y más bien tenido por tacaño, de esa manera logrará un equilibrio en su gobierno.
Otras de las cualidades que debe tener en cuenta un príncipe son las de la crueldad y la clemencia cada príncipe debe desear ser tenido por clemente y no por cruel; pero debe atener a no usar mal esa clemencia. Ello no significa que deje pasar por inadvertidas muchas situaciones, debe usar la crueldad para mantener a sus súbditos en la unidad y la fidelidad, usando algunos castigos. Pero ante todo pasar por clemente y ser cauto en sus decisiones, no teniendo miedo de sí mismo y atemperando la prudencia con la humanidad. Y sobre sí es mejor ser temido o amado, Maquiavelo responde que debería ser las dos cosas, sin embargo en caso de elegir una de las dos, afirma que es mejor ser temido porque a pesar de que los hombres temen menos ofender a quien se hace amar, el vínculo del amor puede perderse en algún momento, en especial cuando la necesidad se presenta, en cambio el temor persiste por le miedo al castigo. Finalmente, el príncipe debe hacerse temer pero sin hacerse odiar, granjeándose el amor de los que pueda y causando temor a todos, respetándoles sus bienes y evitando a toda costa ser odiado lo que sería la ruina de su poder.
Puesto que los príncipes prometen fidelidad a sus súbditos, algunos han procedido sin tener en cuenta la fidelidad jurada, haciendo uso de engaños y astucia. Hay dos formas de combatir, con la leyes que es propio de los hombres, o con la fuerza, que es propio de los animales, pero dice Maquiavelo no basta la primera, hay que recurrir a la segunda. Por eso, a los príncipes les es preciso saber usar la bestia y el hombre[5]. Con lo cual se justifica la falta a la fidelidad, puesto que un príncipe no puede ser fiel a su promesa cuando esa fidelidad le es perjudicial y han desaparecido las razones que le hicieron prometerla, además que no le es preciso a un príncipe poseer todas las cualidades que los hombres quieren, pero sí debe parecer tenerlas a fin de conservar el poder. A fin de cuentas, el príncipe, no debe apartarse del bien, mientras pueda, pero saber entrar en el mal cuando se lo imponga la necesidad.[6]
A pesar de que muchos han tenido y tienen la opinión de que las cosas del mundo son gobernadas por la fortuna y por Dios, puede ser verdad que la fortuna es árbitro de la mitad de nuestras acciones pero no de todas ellas, además, ésta demuestra su poder donde no hay dispuesta alguna virtud que resista a su dominio o defensas para contrarrestarla. Pese a ello, el príncipe y ningún hombre debe fiarse de la fortuna pues ahora se puede vivir en la prosperidad y mañana en la ruina, así que, el príncipe que se apoya únicamente en su fortuna fracasa en cuanto ésta varía.[7] Pero ante todo, es más feliz el que pone en acuerdo su modo de proceder con la condición de los tiempos y al contrario, es infeliz el que no lo hace, es decir, fiarse de la fortuna puede ser favorable en algún momento pero no en todo tiempo.
Parecería que la propuesta de Maquiavelo es que los príncipes recurran a cualidades que son tenidas por malas, sin embargo, en esencia ninguna cualidad es mala sino la forma de proceder con ella y los resultados que se obtienen es lo que puede hacerla buena o mala, finalmente, en todo caso, el hombre debe ser prudente y usar aquellas cualidades que le permitan ejercer armoniosamente su poder, sin causar el odio y haciendo el mayor bien a sus súbditos, si para ello tiene que recurrir a la crueldad, debe hacerlo pero no polarizado en una y dejando otra, sino en un equilibrio.
César Águila Cázarez sdb.
[1] Cfr. CORTÉS Morató, Jordi y Antoni Martínez Riu, Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona.
[2] MAQUIAVELO, El Principe en FERNÁNDEZ, Clemente, Los filósofos del renacimiento, BAC, Madrid, 1990. p. 129.
[3]Ibid. p. 131.
[4] Ibid. p. 132.
[5] Ibid. p. 136.
[6] Ibid. p. 138.
[7] Ibid. p. 140.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICAS.
CORTÉS Morató, Jordi y Antoni Martínez Riu, Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona.
FERNÁNDEZ, Clemente, Los filósofos del renacimiento, BAC, Madrid, 1990. 629 pp.
Me parece que la intención de este texto es justificar de alguna manera las acciones del gobernante, en este caso del Príncipe, proponiendo a la política como aquella que es guiada en consideraciones de conveniencia y que emplea todos los medios, justos o injustos para alcanzar sus fines. En este sentido me surge una duda, dentro de este texto, el Príncipe debe ser amoral.
ResponderEliminarCreo que es normal la actitud de los hombres al buscar el poder, porque el poder representa en cierto modo una capacidad "extra" para poder ayudar o destruir a los demás. El tema de la forma correcta de gobernar ha sido un tema polémico y muchas veces no aceptado por las clases "superiores" o acomodadas por poner en peligro su lugar predilecto.
ResponderEliminarEl que busca gobernar seguramente busca un bien, sólo que el bien para el gobernante puede ser dañino para el gobernado.
me queda claro la idea de autoridad en cuanto si se es bueno o malo de echo una frase que me llamo la atención es la de "el poder y debe ser inteligente porque habrá cosas que parezcan virtudes y, practicadas, serían su ruina"3 , gracias por tu aportacion
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