El presente trabajo trata el tema del mazdeísmo o zoroastrismo. Para hacer esto debería ser el texto de Los Gathas el cual se trabaje, pero, al leer la introducción que el traductor de la obra consultada hace sobre Zoroastro, considero que exponer algunas de las ideas principales que allí se encuentran es de mucha ayuda para entender el proceso del pensamiento religioso que no inicia con este personaje pero que da un importante cambio e introduce ciertas temáticas a otras doctrinas que se venían dando por esa misma época. Por lo cual he decidido hacer un pequeño resumen de dicha introducción, para posteriormente subir otra aportación tratando directamente el texto Los Gathas.
Zoroastro, o Zarathustra, es un personaje del que no se tiene plena certeza de su existencia, pero, según la tradición, era de origen indoeuropeo, de una rama que se estableció en lo que ahora sería la Persia oriental, en donde hubo una mezcla entre esta rama y los aborígenes del lugar, ubicándolo, por comodidad histórica, alrededor del siglo VI antes de nuestra era.
Uno de los puntos fundamentales dentro del pensamiento de Zorosatro es el dualismo entre el bien y el mal. El problema es que una deidad perfecta y buena no puede ser causante del mal, pues esto no concordaría con la pureza de ésta, por lo cual, introduce una figura antagónica para Ahura Mazda, ser supremo. Dicho ser malvado al principio parece no tener nombre, sino que se le menciona como el adversario, al cual la tradición posteriormente le llamará Angra Maiyo, el cual es independiente de Ahura, es decir, que no nace de él, siendo igualmente poderosas ambas partes.
Otra idea innovadora fue el adjudicarle a cada una de estas divinidades un séquito de otras que le ayudaban en la realización de sus planes, siendo siete para cada lado, el del bien dirigido por Ahura y el del mal dirigido por Maiyo, donde se corresponden unos a otros siendo el lado del mal lo opuesto del bien.
Idea proveniente de este profeta es también la del juicio final y la de un salvador que vendría a imponer el bien ante el mal. Dicho “Saoshyant o salvador anunciaría el buen reino de Ahura Mazda, [el cual] sería el de los elegidos, […] el mundo de las almas, […] noción que se oponía al mundo de los cuerpos que era el mundo de [Angra Mainyo]” [1]. Aunque el cuerpo no era despreciado, es decir que no era considerado como malo, este es el medio por el cual Angra Mainyo puede corromper a los hombres si éstos no atienden a lo que su alma les muestra, a lo que Ahura Mazda dicta.
Con los dos primeros puntos surge una guerra que no había antes, la del bien y el mal dentro del mundo divino. La deidad superior, ser de luz, de verdad, no es causante del sufrimiento y la mentira del mundo de los hombres, para eso existe una divinidad que está en lucha por el triunfo del mal, y estos dos contendientes no están solos, tienen a su grupo de divinidades que los apoyan para vencer sobre el otro. Con el tercer punto se establece una esperanza en el triunfo del bien sobre el mal y en el salvador que ha de venir a terminar con esta batalla para anunciar el mundo de la suprema deidad.
Estos son únicamente tres puntos que me parecen fundamentales del pensamiento zoroastriano. Con estos mostraré la tesis que expone Beruga de que esta doctrina impregnó a varias corrientes religiosas, si se les puede llamar así, como al judaísmo y por medio de éste al cristianismo posteriormente. Para ello daré solo un ejemplo que muestra el autor nombrado, debido a las limitaciones de extensión del presente trabajo.
Este ejemplo es el del paraíso o mundo de las almas gobernado por Aura Mazda. Dentro del judaísmo, antes de su destierro a Babilonia, no se tenía una noción como ésta, se creía “el alma de los muertos […] iba al cheol o she’ol, lugar impreciso, sombrío, oscuro, donde permanecía sin pena ni gloria” [2]. Esta concepción de la vida después de la muerte cambia tras el cautiverio del pueblo judío en Babilonia, en donde tienen contacto con todas estas doctrinas y que parece ser que adoptaron en cierta medida a las suyas.
[2] Ibíd., p. 31.
Bibliografia
B. Beruga, Juan, “Noticia preliminar” en El Avesta, Clasicos Bergua, Madrid, 1992, pp. 1-63.
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