miércoles, 20 de junio de 2012

Avempace, elementos de su pensamiento






Abu Bakr ibn Yahya ibn al–Saig ibn Bayya o mejor conocido como Avempace, nace entre 1070 y 1080 de una familia de plateros de Zaragoza. Teniendo en mente un viaje a Egipto que no se llega a realizar, escribe a su amigo que lo esperaba en esta población La Carta del Adiós. Entre sus obras podemos encontrar El Régimen del Solitario, Tratado de la Unión del Intelecto con el Hombre, Carta del Adiós, Sobre las Plantas y comentarios a diversas obras de Aristóteles como: Órganon, Física, Sobre la Generación y Corrupción, Sobre el Alma, etc. En 1139 muere misteriosamente asesinado en Fez, tal vez por enemigos suyos de la clase médica.
            En el Islam originariamente hay un concepto de sabiduría (hikma) que abarca el saber teórico tanto como el práctico, del mismo modo existía ya una palabra para lo que en Occidente se le conoce como filosofía (falsafa). Avempace, en cierto sentido, es un crítico de las ideas platónicas y de igual modo de el aristotelismo, de ahí que su filosofía contenga las siguientes características: primera; posee un marcado carácter religioso, segunda; se tiene la convicción de que filosofía y religión coinciden pues la fuente de la verdad de ambas es solamente una y la misma: Dios, tercera; busca la dimensión práctica de su pensamiento, completando el ideal de vida griego de la pura contemplación, cuarta; el proceso racional lo culmina en estados místicos que sobrepasan el conocimiento estrictamente lógico.[1]   
            En la península Ibérica se instaló el Islam en el 714 y toma el nombre de al–Ándalus y pronto, la cultura musulmana se implanta en su suelo. Pero muy pronto, Aristóteles empieza a entrar en el al-Ándalus tanto en sus mismos textos como atrevés de los comentarios sobre todo de al-Farabi, y lo primero que se conoce y domina es el Órganon y la lógica. A partir, pues, de Avempace, Aristóteles empieza a ocupar el primer plano del pensamiento occidental, primero musulmán y luego cristiano[2].
            El desconocimiento de Avempace hasta 1900 y lo mucho que aún falta por saber de su obra y pensamiento, se debe principalmente y ante todo a la sombra que Averroes, ejerce sobre este, ya que occidente tuvo más que suficiente con los averroístas. La cantidad de manuscritos de Avempace es casi nula a comparación de la de Averroes y además se hicieron versiones latinas de este último, cosa que no sucedió con Avempace en parte porque su pensamiento no es de fácil interpretación ya que sus obras fueron escritas con suma rapidez o como apuntes o textos inconclusos, lo que lo hace sumamente difícil.
            La lógica de Avempace, tiene la peculiaridad de no seguir al pie de la letra el pensamiento de Aristóteles, sino que rompe en muchas ocasiones con éste. La lógica de este zaragozano  es importante porque representa el resultado de la evolución anterior a la lógica aristotélica, tanto griega, oriental y andalusí, a la vez que constituye el puente de unión con la tradición posterior árabe.[3]Pero no con todo el pensamiento de Aristóteles estaba en desacuerdo; incluso para Avempace el ideal de la vida humana como para el mismo Estagirita es la sabiduría, si se entiende ésta como contemplación.
            La filosofía de Avempace se centra en la teoría de las formas para éste las formas son tal cual las percibía Aristóteles. Avempace lleva a cabo diversas clasificaciones de las formas, desde varios puntos de vista, pero su filosofía se encuentra  sumamente enfocada al ser humano:

Formas de nivel corporal.

*La forma de la materia tangible y visible espacio temporal.

*La forma o alma vegetativa

*La forma o alma animal con los sentidos externos (vista, tacto, oído, gusto y olfato)     


Formas de nivel espiritual.

*Las formas que constituyen los sentidos internos (imaginación, sentido común, memoria).

*La forma que es la razón humana.


Formas de nivel intelectual.

*La forma que es el intelecto pasivo individual de cada persona.

* La forma que es el intelecto adquirido de cada persona.

* La suprema forma que es el intelecto agente universal.[4]

            La más resaltante de esta clasificación es el llamado “intelecto agente”, que se puede encontrar en algunos aristotélicos posteriores como Sto. Tomás de Aquino. Este intelecto agente Avempace lo vislumbra como si fuese Dios, es decir cuando te unes al intelecto agente te unes con el mismo Dios. El que la unión con el intelecto agente sea la misma que con Dios parece desprenderse de las mismas palabras de Avempace a lo largo de toda su obra, aunque no llega a decirlo con toda claridad. En este sentido, el intelecto agente parece tratarse o bien del mediador o intermedio filosófico que hay entre la trascendencia de Dios y el ser humano. En cualquier caso es claro el sentido religioso que Avempace da a su unión mística, a pesar de la expresión filosófica que da a la misma y al intelecto agente.[5] 
            No sólo Avempace fue un filósofo, sino también y  esto es algo que olvidamos, Avempace se dedico a la botánica, a la medicina, a la física y que tal vez sus teorías de astronomía fueron precursoras para Galileo. Pero fue mucho más reconocido en la poesía y en la música; en la poesía aun se conservan algunos escritos suyos y en la música él mismo afirma haberse dedicado a este arte y esto es confirmado por los testimonios de Jaqan y al-Maqqari, por otra parte escribió un discurso sobre las melodías musicales.
            Tal vez Avempace fue un filósofo desconocido durante años pero, tal vez, influyó más de lo que creemos en el pensamiento de la Edad Media. Con Averroes aunque jamás se conocieron personalmente, éste estaba al pendiente de la vida del zaragozano. El propio Maimónides lo cita elogiosamente en varias ocasiones en especial de su obra Guía de los perplejos. Sto. Tomás y Alberto Magno confrontan sus ideas de la no inmortalidad del alma. Avempace incluso, no de manera directa, pudo haber influido algunas ideas de Spinoza, lo que demuestra que su pensamiento, aunque olvidado fue trascendente.

BIBLIOGRAFIA

Lomba, Joaquín.  Avempace, Ediciones del Orto, Madrid España, 1995



[1]Cf.  Lomba Joaquín, 1995. Avempace, Madrid España, Ediciones del Orto.
[2] Cf. Ibíd. P. 14
[3] Cf. Ibíd. P. 20
[4] Ibíd. P. 22
[5] Cf. Ibíd. P. 30





           


miércoles, 13 de junio de 2012

Las brujas como signos del mal


Tal vez se pueda pensar, que los mitos de brujería que ocupaban el mundo occidental era un pensamiento particular de la Edad Media y el obscurantismo. Pese a lo que se piensa, los siglos XVI y XVII son considerados por algunos historiadores como su época clásica. No sobra decir que ni siquiera la influencia de grandes pensadores como Leonardo, Descartes, Galileo; pudieron opacar el pensamiento del pueblo, puesto que la brujería es tan antigua como el arte y la escritura. 
            El mensaje de Cristo, debía ser visto por todos los fieles como un mensaje tal vez que no dejara cabida al “pensamiento libre, libre de un dogma cristiano”. Por esta razón, tal vez, las autoridades eclesiásticas tomaron la decisión de satanizar la llamada brujería que tenía una relación directa con la herejía. El propio “demon” de Sócrates tornóse un espíritu diabólico, y Sócrates un poseso. La pasionalidad, el miedo, el resentimiento no solamente hicieron imposible cualquier discernimiento crítico, sino que mancharon el rostro inocente de la vida y la naturaleza y no dejaron nada intacto. Júpiter, padre de los hombres y de los dioses es transformado en el jefe de las legiones diabólicas; Apolo, el numen de la luz y de la armonía, en demonio doloso y embaucador; Venus, el símbolo del amor y la belleza, en reina infernal[1]; y así la lista sigue desacreditando toda religión pagana que los cristianos consideraban herejía. La victoria espiritual de Cristo no era Suficiente; era necesario purificar con el fuego estas tierras inficionadas de miasmas diabólicas, pues el fuego es un elemento catártico.[2] Por esta razón se denota en el texto  y es importante resaltar la importancia de Satanás; Satanás y su relación con Angra Manyu; las jerarquías diabólicas, la relación de Cristo y Satanás los diferentes nombres que se le da al príncipe de las tinieblas y las sectas satánicas.
            La figura de Satanás se perfila, a lo largo de una historia, de milenios, como una sombra al principio incierta e indefinible, a la que civilizaciones y culturas aportan las características siempre más claras de la personalidad[3]. La representación de Satanás la forman los teólogos cristianos aceptando las expresiones artísticas de su tiempo, y al igual que algunos mitos que nacen hoy en día; aceptan los temores y la teorías del pueblo, así en conjunto forman un ideal de Satanás que representa todo lo desconocido, abominable y malo.
            El problema del mal no es una dualidad propuesta por el mundo cristiano, se remonta al origen mismo de la humanidad, es decir que el señor del mal reina dese el inicio de los tiempos, según algunos. Dos doctrinas surgen bien pronto, y a menudo dentro del propio ámbito especulativo, dividiendo el campo de la metafísica demonológica: de un lado, el maligno es concebido como un espíritu originariamente bueno, que después se ha rebelado contra el príncipe del bien y de la luz; por el otro es concebido como perversidad absoluta y primordial. Para ejemplificar: de un lado es Satanás, en la tradición hebrea; por el otro Angra Manyu (Ariman) en el Avesta reciente[4]. Esto dos personajes toman características a la vez uno del otro; Angra Manyu encuentra características más antropomórficas; y Satanás toma a su vez de este una absolutez metafísica que le permite afirmarse más soberanamente señor.
            Para los cristianos Satanás no es más que un absurdo imitador de Cristo, un demonio (pero no cualquier demonio, es el príncipe de las tinieblas) que representa los siete pecados capitales. Pero no es más que un absurdo de Cristo, pues aunque tiene algunas similitudes, el poder de Cristo es infinito; Satanás siempre está tramando nuevas mañas para demoler la obra del hijo de Dios, frente a Cristo él es el destructor.
El rito cristiano tiene su incienso fragante, símbolo de los dones del Espíritu Santo: Satanás tiene el azufre hediondo que escuece los ojos y quita la respiración. La iglesia de Cristo enciende sus cirios “ad signum laetitiae: la bruja lleva a su señor una candela verde, cuya pequeña llama humeante acentúa la tristeza del rito. Los cristianos besan el sacro rostro de Cristo y consagran con el beso de la paz su fraternidad espiritual: los devotos de Satanás besan obscenamente las partes más vergonzosas de su amo y se entregan a los más repugnantes acoplamientos.[5]  
                Los cristianos acosaban y acusaban a las religiones paganas; y cualquier acto que ellos consideraran ilícito como sectas diabólicas que ejercían la brujería. El gnosticismo y el marcionismo, que no deben ser confundidos, difunden bien pronto algunos motivos fundamentales que quedan incorporados al clima diabólico de la edad medieval y renacentista. Pertenece al siglo IV Prisciliano que logra crear a su alrededor un numeroso círculo de secuaces; sus doctrinas fueron condenadas en 561 por el concilio de Braga.[6] La acusación de magia negra y brujería se acompañan desde ahora constantemente con la acusación de herejía y culto diabólico: los procesos promovidos en el siglo XIV contra los begardos, los fraticelli, los lollardos, los flagelantes, de modo particular el promovido por Felipe El Hermoso contra los templarios denotan el mismo sistema de acusación[7].      
            Los gnósticos han transmitido sus invenciones y técnicas, y la brujería es su heredera. Ella es el compendio de toda la historia diabólica; en ella se perfeccionan anqué no ha conciencia, todos los errores y las perfidias que las innúmeras sectas satánicas han perpetrado. Si el mal ha asumido en Satanás consistencia metafísica, en la brujas se da lo mismo en el terreno humano.           


BIBLIOGRAFIA

         Faggin, Giuseppe. Las Brujas, Editorial Sur, Argentina, 1959.



[1] Cf. Faggin, Giuseppe. 1959, Las Brujas, Argentina, Editorial Sur.
[2] Cf. Ibíd. P. 23
[3] Cf. Ibíd. P. 12
[4] Cf. Ibíd. P. 13
[5] Ibíd. P. 25
[6] Cf. Ibíd. P. 33
[7] Cf. Ibíd. P. 33





viernes, 8 de junio de 2012

Neopaganismo y folk metal


A lo largo de la Edad Media, e incluso en el Renacimiento, se desarrolló, en el ámbito del pensamiento cristiano, cierta dualidad entre la música que enaltecía las virtudes, y la que por el contrario, inducia al pecado y a los placeres mundanos. Muchos pensadores del medievo no negaban que el sonido de la música fuera placentero, creían que la música podía influir para bien o para mal en los caracteres de quienes lo escuchaban. Muchos pensaban que la música debía ser servidora de la religión, siendo sólo digna de oírse en la iglesia aquella música que predispone la mente a las enseñanzas cristianas.

“Cuanto lloré entre los himnos y los cánticos, vivamente conmovido por las voces de tu Iglesia suavemente exultante. Aquellas voces vertían en mis oídos, destilaban la verdad en mi corazón; me encendían sentimientos de piedad; las lágrimas brotaban y me hacían bien” [1]
El distanciamiento de la religión cristiana monoteísta con respecto a la religión politeísta grecorromana se estableció mediante el rechazo de los cristianos del ritual de gestos, sacrificios, bailes, danzas y músicas, proporcionado por la liturgia pagana, para ser sustituido por el ritual de la palabra, la lectura y la recitación de la Biblia.

Con la música profana se van a cantar todos los problemas humanos y, sobre todo, un tema fundamental: el amor. Nacen así el Trovador, el Trovero y el Minnesänger. La diferencia entre ellos es muy sencilla: el Trovador canta en el dialecto francés "Oc", el Trovero en el "Oil" y el Minnesänger en alemán, pero la temática de sus cánticos es muy parecida: el amor, la guerra y la naturaleza.

Lamentablemente la música medieval profana y popular, la que divertía y disfrutaba el pueblo, prácticamente se ha perdido pues nunca se perpetuó por escrito. El pueblo cantaba canciones, generalmente danzas campesinas a las que agregaba instrumentos. Por su origen desconocido, la iglesia las consideraba inmorales y las prohibía, de manera que los músicos con estudios, pese a la falta de una notación musical fidedigna, componían sólo música para los servicios litúrgicos y esta es la única que ha quedado plasmada en los códices.

En la actualidad varios grupos tratan de retomar e interpretar de la manera más fiel este tipo de música, tarea por demás difícil, pues como hemos dicho anteriormente, este tipo de música no se  conservada en manuscritos y cuando se hizo fue mediante neumas sin sistemas de líneas; por consiguiente, las transcripciones modernas se fundamentan en conjeturas y gran parte del trabajo recae en imaginar cómo se interpretaría. 

Por otro lado, además de los instrumentos de la época, no pocas veces los músicos populares actuales incorporan sus instrumentos contemporáneos a las tonadas medievales (o medievalizantes): guitarras eléctricas, baterías, sintetizadores... esto da un sonido muy particular y único; la lista de grupos es amplísima y, aunque no son muy conocidos, destacan grupos como Corvus Corax, In Extremo, Faun, Omnia, entre otros.


Corvus Corax tiene como instrumento característico la gaita, que  ha sido un instrumento tradicional esparcido por numerosos países de todo el mundo característico de los pueblos criadores de ganado, generalmente cabras, las primeras representaciones europeas se remontan a la Baja Edad Media.



Faun es un grupo de folk medieval, pero que combina instrumentos antiguos con modernos, como ejemplo, en el vídeo que mostramos podemos ver instrumentos como la gaita, los tambores, la zanfona, todo mezclado con el sonido de un sintetizador lo cual le da atmósferas bastantes características a este grupo.



In Extremo es uno de los grupos de folk  que decidió conjuntar el sonido medieval con el de el del heavy metal, siendo de los primeros que se colgarían la etiqueta de "folk metal", otra particularidad de ellos, es que  muchas de sus canciones no les perteneces ya que se toman de cantos  del folclor de varios pueblos de Europa, un ejemplo es la canción que se presenta en este vídeo. 

Herr Mannelig (o Herr Mannerlig) es una balada sueca medieval que cuenta la historia de una troll con enormes deseos de hacerse humana quien cree que casándose con el "Señor Mannelig" (Herr Mannelig) lo logrará. Le ruega que la despose y le soborna con regalos. Él la rechaza, sobre todo por no ser cristiana. Se canta con muchas melodías diferentes y se han hecho de ella muchas adaptaciones.



Eluveitie es un grupo de folk metal originario de la ciudad de Winterthur, en Suiza. El nombre de la banda significa "El helvético" en lengua gala, y se pronuncia El-Vei-Ti. Fue formada con la idea de crear una banda basada en la cultura de la antigua Helvecia gala; incluso parte de algunas canciones están cantadas en galo antiguo. La música es característica por la presencia de instrumentos celtas clásicos como la zanfona o la gaita, sobre una base de death metal melódico.



Omnia es un grupo  conocido por sus presentaciones en vivo, ya que en cada una de ellas ofrecen una teatralidad portentosa, brindando verdaderas fiestas en cada uno de sus espectáculos, Omnia solo utiliza instrumentos tradicionales como las flautas, el arpa, tambores, zanfona entre varios otros.

Otros grupos de folk metal medieval son:

Cultus Ferox
Daemonia Nymphe
Hagalaz' Runedance
Qntal
Saltatio Mortis
Sava
Tanzwut
The Moon and the Nightspirit
Valravn



Bibliografía y fuentes de información

  • Carrasco Manchado, Ana Isabel, Pecar en la Edad Media, Editores Silex, España, 2008
  • Polo Pujadas, Magda; Radigales, Jaume, La estética de la música - La música en el cine, Editorial Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Colección Duo, Número 19, 2008
  • Hoppin, Richard H, Antología de la música medieval, Ediciones AKAL, S.A





[1] S. Agustín, Confesiones, IX 6, 14

jueves, 7 de junio de 2012

Cristianismo primitivo y religiones mistéricas



En el Peristephanon, el autor cristiano Prudencio dibuja con expresiva elegancia un tremendo ritual Cibélico:

…Después de colocar la bestia [un toro] en este lugar para inmolarla atraviesan su pecho con el venablo sangrante. La ancha herida vomita una oleada de sangre caliente, y en los entresijos de este mar que cae, se funde un río de vapores humeante. Por los mil caminos de los mil agujeros [del tablado] llueve este putrefacto rocío. Hundido el sacerdote debajo del foso recoge las gotas, poniendo su cabeza, su vestido y todo su cuerpo.

Échase luego de espaldas para ofrecerle su cara. Preséntale las mejillas; luego, las orejas; después, narices, labios y ojos hacia el líquido y no perdona ni lengua hasta embeberse todo en negra sangre. Al endurecerse el cadáver desangrado, los flamines lo apartan del tablado. Salía ahí entonces el pontífice de terrible aspecto. Muestra su cabeza mojada, su pesada barba, sus bandas humedecidas, sus vestiduras borrachas de sangre.

Odioso de tales contactos, sucio de la pestilencia del fresco sacrificio, de lejos y con respeto, todos le saludan y reverencian, porque la sangre vil de un toro muerto lavó a aquel mientras estaba oculto en la fea caverna. [i] 

La semejanza de este, el Taurobolio, rito iniciático frigio, con el primitivo bautismo cristiano no es casual. La correspondencia de los cultos orientales y mistéricos con el cristianismo es un hecho, que hasta los más necios apologetas tuvieron que reconocer. Importa poco, desde un punto de vista histórico, que el maquilador de aquella haya sido el mismo diablo[ii] ; por otro lado, no se sabe a bien quién fue el prestatario de quién en ese oscuro intercambio, y aunque la intromisión del paganismo en el aparato cristiano está fuera de discusión[iii], es tramposo obviar sus diferencias y encarecer sus similitudes para hacer funcionar una maquinaria teórica; pero antes de seguir condenando la afirmación: El cristianismo  es un embrión pagano. Acotemos el perímetro, y busquemos qué sistemas pudieron ceder  representaciones suyas para la génesis de aquella cosmovisión; si es así, intentemos, desde nuestra limitada plataforma, definir aquello que ha caído bajo el rótulo de misterios. Los cultos mistéricos se caracterizan por ser iniciáticos, ya Prudencio nos ha narrado la espectacularidad del taurobolio, son esotéricos, pues no revelan sus prácticas a quien no se ha iniciado, esto es de gran importancia, pues aquel que rompa el compromiso y divulgue la myesis[iv], (¡Ay de Apuleyo!), no alcanzará la sotería.[v] El vigor de los misterios se haya quizá en lo atractivo de su oferta: El triunfo sobre el destino y la conquista de una eternidad benigna. Celso diría del dios mistérico, aquel que padece, que es un decadente[vi]; nada de eso, su pasión humana es la llave con la que accede y nos arrastra en su acceso a la dimensión soteriológica, su ignominia y vilipendio son sólo parte de su telúrico poder, su  grandeza es más terrible que la de los dioses grecorromanos, y es que aquella es superior al destino; al fatum. Sería demasiado simple concluir que los misterios fueron usurpados por los cristianos, y aunque este razonamiento no carece de sentido, es aconsejable confrontar todo el espectro antes de arriesgarse a descargar un juicio. Hay que acotar, por ejemplo, que la iglesia antigua reconoció únicamente dos sacramentos: el bautismo y la eucaristía. Decir del taurobolio que es el antepasado cibélico del bautismo cristiano, es como dar por hecho que el Osiris de los cultos egipcios es el antepasado de Cristo, y es que ni el isismo faraónico es el mismo que el isismo imperial romano, ni hay sistema religioso que escape de las manazas  del sincretismo, es decir la proposición es falaz y redundante. Sobre la eucaristía se ha afirmado, gracias al apologeta Tertuliano, que ya existía un rito idéntico en las cavernas de Mitra, de esto no hay constancia, pues esta afirmación se fundamenta únicamente en inferencias sobre los dichos de Tertuliano y sobre un relieve hallado en Konjira  (Bosnia). Que Cristo es una divinidad salvífica y parece compartir rasgos con los dioses vegetales no hay duda, pero apostarlo en el reino ctónico donde habita Osiris, Dionisos, Adonis, Atis,[vii]es algo que debido a mis alcances no me puedo permitir. Construir un puente donde se encuentre Cristo con los misterios es una técnica ya ensayada en el siglo XX, técnica que orbita sobra la monumental The golden bow  de Frazer y cuyo cenit fue alcanzado por Reitzenstein y su Die hellenistischen Mysterien nach ihren Grundgedanken  und Nirkunge y A. Loisy con su Les mystéres païens et le mystére chrétien. Sobre esta manera de aproximarse al problema de la genealogía del cristianismo, Jaime Alvar argumenta:

Ya desde comienzos de siglo se percibieron algunos errores metodológicos en los procedimientos empleados por los seguidores de las religiones comparadas, errores motivados por la tendencia, en el análisis de ambos sistemas religiosos, a subrayar las similitudes y a atenuar las diferencias. Por otro lado, los puntos de supuesta conexión eran muy confusos. C. Clemen denunciaba, por ejemplo, la invalidez de un método que carecía de pruebas para defender esta hipótesis.[viii]

Y es que realmente hay cierto tufo a quemado, producto de forzar  hasta el tope los engranajes de la máquina comparativa. Sospecho lejana la decodificación de este entresijo, el silencio exigido a los iniciados (¡Ay, ay, de Apuleyo!) resultó en una parquedad documental que poco ayuda a los estudiosos de este tema. Es posible que para deconstruir el acertijo debamos esperar a que otra chiva atolondrada nos devele un nuevo Qumran.

Bibliografía.

Alvar, Jaime; Blázquez, José María et al, Cristianismo primitivo y religiones mistéricas, ed. Cátedra, Madrid, 1995





[i] Alvar, Jaime, Los cultos frigios en Alvar, Jaime; Blázquez, José María et al, Cristianismo primitivo y religiones mistéricas ed. Cátedra, Madrid, 1995. P. 462.
[ii] Y es que distintos apologetas argumentan que fue el diablo el creador de tan extrañas semejanzas Cfr. Los escritos de Justino, Taciano y Tertuliano. 
[iii] Tomemos como ejemplo el desplazamiento del nacimiento de Jesús al solsticio de invierno, fecha del nacimiento de Mitra, o la pasión cristiana, trasladada al mes marzo para hacerla coincidir con el diez Sanguis de Atis, es decir el equinoccio de primavera.
[iv] es decir los misterios
[v] es decir la salvación.
[vi] Cfr. Montes Daniel, Celso,  “Medievalias” obtenido en la red mundial el 26 de mayo de 2012. http://medievalias.blogspot.mx/
[vii] La mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que estos dioses son divinidades vegetales, es decir reproducen el ciclo anual de la vegetación. Alvar diría que: “son los dioses que dan vida, que tienen un carácter transitoriamente ctónico. Viven temporalmente bajo la tierra y germinan de ellos el fruto que da vida de nuevo.” Alvar, Jaime, op. Cit. P. 482.
[viii] Alvar, Jaime, op.cit. p.516.


El sacrificio en los misterios paganos y el misterio cristiano


La investigación del sacrificio en diferentes cultos del Oriente, Grecia, Roma, así como los misterios del paganismo grecorromano y en el culto cristiano, constituyen un elemento esencial para entender la evolución de los cultos[1]. No obstante, el sacrificio ha sido algo muy distinto a reconocer la autoridad de los dioses, de conciliarse con ellos o de apaciguar su descontento. El propósito del sacrificio es cooperar en la acción de esas potencias. Se consideraba que tales ritos regían el curso de la naturaleza, la multiplicación del ganado y del hombre, al tiempo que reprimen los agentes de las tinieblas, la enfermedad, la esterilidad, o la muerte[2]. Por tal motivo, las antiguas fiestas en Atenas o Roma se relacionaron con el curso de la naturaleza y las estaciones del año, el bien de las cosechas, los ganados, la prosperidad de la ciudad, por ejemplo la ceremonia romana de Fordicidia, a principios de la primavera en que se inmolaban vacas preñadas en honor de Tellus y Ceres. La inmolación era un medio para secundar su trabajo de parir y las cenizas de los neonatos eran un ingrediente poderoso para liberar al hombre de influencia perniciosa. Tellus representa la tierra fecunda que recibe semillas para hacerlas crecer. Las participaciones místicas se fundaron en una economía de los sacrificios en los cultos primitivos[3].
En las religiones evolucionadas, esta economía se convierte en los pueblos que se elevan a un mayor grado de civilización, la conciencia humana concibe con mayor claridad la personalidad de los dioses, quienes ahora son los amos, los protectores de ciudades y familias. El culto que se les rinde es el que conviene para asegurar su benevolencia. Los viejos ritos se cumplen ahora en su honor, ya no se cree que la evisceración de la vaca haga parir la Tierra, sino que se cree que Tellus y los dioses consideran agradable. El sacrificio es un don, un rito, una señal de adoración, por lo que se multiplica, es decir, ahora el sacrificio pertenece a la religión.
            La vida común cambia, la aldea se convirtió en ciudad, y el rito ya no es considerado aquel que provee sólo el buen rendimiento de la tierra y los ganados, sino que, antes que nada, concierne al interés común de la ciudad, del reino, del imperio. El culto satisface un interés social mucho más extendido que en los tiempos primitivos, para asegurar el buen régimen y la prosperidad de la ciudad; buscando poco o nada la perfección espiritual y moral de las personas. Esto es lo que sucedió a los cultos helénicos y a la antigua religión romana, que se mostraron incapaces de satisfacer a sus propios fieles y éstos se dirigieron hacia los cultos de misterios y hacia el cristianismo, que les ofrecían lo que las viejas religiones nacionales no habían podido darles. De esta forma, tanto los misterios paganos como el cristianismo nacieron de los cultos nacionales, se desnacionalizaron para universalizarse e individualizarse y reclutar adeptos[4].
Por otra parte, los misterios dionisíacos y los misterios órficos, cuyos orígenes se ubican en Tracia, aparecen como cofradías religiosas que se multiplican; los misterios eleusinos, viejo culto local, tuvieron como centro de iniciación el mismo donde se constituyeron. La clientela de dichos misterios procedió del mundo helénico y posteriormente del Imperio Romano. El culto a Cibeles y Atis fue transportado a Roma desde el siglo III a. de C., pero sus misterios, en tiempos del Imperio, eran una religión abierta a todos los que iban a pedir iniciación. Sucedía lo mismo en los misterios de Isis, surgidos de la antigua religión de Egipto y con los de Mitra, provenientes de Persia, Babilonia y Asia Menor. Lo que caracterizó a estas religiones es que pretendieron dar una garantía segura de inmortalidad bienaventurada a sus iniciados, como por un privilegio especial, una gracia.
Los cultos de Grecia y Roma, Babilonia y Asiria, incluso los judíos, no tenían nada parecido. Tenían culto a sus muertos, la idea de una existencia ulterior a esta vida, existencia vaga, triste. Se temía a los muertos más queridos que a los propios enemigos vivos. Los ritos de la sepultura se inspiraron, en principio, mucho menos en la piedad hacia los difuntos que en el cuidado de tenerlos en paz, a distancia de los vivientes. En tiempos de Cristo, la fe en la resurrección de los muertos gana terreno y la idea de inmortalidad del alma se había manifestado. Los misterios paganos, y el cristianismo con ellos, prometían la inmortalidad de los dioses, para asegurar la vida futura de los adeptos; por ello gozaron de favor en el Imperio Romano. Sólo que los misterios paganos no eran de modo alguno exclusivos; el liberalismo les permitía vivir en paz unos con otros y con los antiguos cultos, no obstante representó para sus asociaciones motivo de inferioridad ante un cristianismo que se les enfrentaba como el único poseedor de la promesa de vida eterna. El cristianismo terminó por imponerse como único y verdadero misterio de salvación, pues de Cristo recibió el motivo de inmortalidad. Al igual que el cristiano está seguro de resucitar, los misterios paganos mantuvieron en una relación estrecha con las divinidades de los misterios, de tal manera que los iniciados obtuvieron la garantía de una vida feliz en el mundo eterno.
En general las divinidades de los misterios son mediadoras, y sus funciones originales las preparaban para su papel de salvación, Dionisos fue devorado los Titanes para renacer inmortal; Core descendió al inframundo y volvió junto a Deméter, ella conoce los caminos de la muerte y la inmortalidad; Atis murió y resucitó; Osiris fue muerto por Seth y luego Isis lo resucitó; en el comienzo de las cosas; Mitra pasa por haber cumplido el sacrificio del cual surgió la creación de los seres animados; es un dios que crea, que vivifica, que resucita; en el sistema cristiano, el Dios único no salva a los hombres por medio de una acción personal sino por su hijo Jesucristo.
Los ritos de los misterios conformaron un sistema de culto cerrado al común de los mortales; mientras que en la religión se nace, en el misterio se entra libremente y por elección y, a su vez, por una especie de vocación especial, por un llamado y una gracia del dios. La certeza de la salvación se obtiene sólo en el misterio, mediante la iniciación y dicha salvación no se otorga sin haberse sometido a una disciplina para alcanzar la salvación. La inmortalidad feliz se debe a que se es elegido por la divinidad, y de ella recibe la garantía en las ceremonias secretas de iniciación.
Los ritos no son esencialmente distintos en las religiones nacionales y en los cultos públicos, son ritos de purificación, fórmulas consagradas y eficaces, sacrificios y banquetes religiosos coordinados con esos sacrificios. Los ritos de iniciación reproducen un drama místico, en el misterio de Dionisos el rito esencial es el desmembramiento de una víctima viviente, encarnación del dios, cuyos iniciados, poseídos por el entusiasmo delirante, comen carne cruda y palpitante: así lo hicieron los Titanes con el niño divino Zagreo que había resucitado en Dionisos.; el dios moría místicamente en la víctima para revivir en el oficiante y hacerlo partícipe de su inmortalidad. En Eleusis el oficiante participaba del terror de Core, raptada por el rey de los infiernos, de la angustia de Deméter, de su alegría cuando ésta le es devuelta. Los ritos conmemoraban y recomenzaban los sufrimientos y alegrías, la pasión y el triunfo de las diosas que otorgaban la inmortalidad. La iniciación se desarrollaba a lo largo de varias etapas, distinguiéndose los pequeños misterios, los ritos de los grandes misterios y la experiencia final, cuyos verdaderos secretos, de estos dos últimos, jamás fueron divulgados[5].
El culto de Cibeles y Atis ilustra el misterio de la vegetación; la sangre y los órganos sexuales ofrecidos a Cibeles aseguraban la fertilidad de la Tierra Madre. Pero, con el paso del tiempo, este culto fue revestido de nuevas significaciones religiosas; sus ritos cruentos se convirtieron en medios de redención[6]. En los misterios de Isis los ritos se refieren a la muerte, sepultura y resurrección de Osiris, y de ella participan los iniciados. Tampoco es dudoso que en los ritos de Mitra fueran comprendidos como representación de los mitos del dios. En cuanto al cristianismo, las Epístolas de Pablo nos dicen que el cristiano es sepultado mediante el bautismo con Cristo en la muerte, para resucitar con él en la gloria, y que en la cena eucarística que representa la muerte del Crucificado, se comulga con el Cristo muerto y siempre viviente.
Hay en los cultos un mito y un rito de salvación ligados estrechamente, siendo el rito como una continuación de un hecho divino inicial, expresado por el mito, y el medio de perpetuar su eficacia bienhechora. Los espectadores del rito no son sólo eso, sino actores en el drama místico que se renueva en su beneficio, entran en una ceremonia de muerte y resurrección. Adquieren la inmortalidad junto a su dios, de manera que el iniciado penetra en el mundo divino. En estas economías de salvación, los ritos precedieron a los mitos.
Independientemente de las dificultades particulares que pueda presentar la historia de cada uno de esos cultos, se plantea un problema fundamental para todos, el de saber cómo de los cultos nacionales han podido surgir religiones tan diferentes. Nos es fácil medir y comprender que si los misterios proceden de las viejas religiones nacionales, ello no ocurre de la misma manera por una evolución regular y por un progreso de éstas, o como una última etapa de la historia. El objeto de los cultos y los ritos está completamente cambiado; su eficacia no tiene el mismo carácter ni la misma orientación. Las religiones nacionales persiguen intereses colectivos, y no aspiran, desde el punto de vista moral, más que a un cierto orden exterior de la ciudad, los cultos de los misterios conciernen al bien espiritual de los individuos, a su inmortalidad personal.
Se produjo una evolución considerable cuyo único beneficiario fue finalmente el cristianismo. No obstante, ni los cultos de misterio ni el cristianismo son consecuencia directa de las religiones nacionales de las cuales salieron. Parece que las fuentes de que disponemos permiten discernir cómo los cultos de misterios se relacionan con el fondo más antiguo de las religiones nacionales; por qué la fe en la inmortalidad se desarrolló dentro de los cultos de los dioses de los que se decía que habían muerto y resucitado.



BIBLIOGRAFIA

Eliade, Mircea, “Los misterios de Eleusis”, en Historia de las ideas y las creencias religiosas Vol. I. De la edad de piedra a los misterios de Eleusis [Trad. Jesús Valiente Malla], Paidós, Barcelona, 1999, pp. 663.
Eliade, Mircea, “Attis y Cibeles”, en Historia de las ideas y las creencias religiosas Vol. II. De Gautama Buda al triunfo del Cristianismo [Trad. Jesús Valiente Malla], Paidós, Barcelona, 1999, pp. 678.
Loisy, Alfred, Los misterios paganos y el misterio cristiano. [Trad. Ana P. de Goldar], Paidós, Barcelona, 1990, pp. 252.


[1] Loisy, Alfred, Los misterios paganos y el misterio cristiano. [Trad. Ana P. de Goldar], Paidós, Barcelona, 1990, p. 13.
[2] Ibid. p. 14.
[3] Ibid. p. 15.
[4] Ibid. p. 16.
[5] Eliade, Mircea, “Los misterios de Eleusis”, en Historia de las ideas y las creencias religiosas Vol I. De la edad de piedra a los misterios de Eleusis [Trad. Jesús Valiente Malla], Paidós, Barcelona, 1999, p. 378.
[6] Eliade, Mircea, “Attis y Cibeles”, en Historia de las ideas y las creencias religiosas Vol II. De Gautama Buda al triunfo del Cristianismo [Trad. Jesús Valiente Malla], Paidós, Barcelona, 1999, p. 338.

miércoles, 6 de junio de 2012

El modelo cortés (fine amour)




La noción que hoy en día tenemos del amor sincero, del caballero digno de una dama, ¿es probable que solo venga de un juego? Tal vez el modelo cortés es el inicio de lo que hoy llamamos “amor romántico”; que trovadores y poetas hayan deja huella, una huella que hoy en día perdura en nuestro “romance”.     
En la Francia del siglo XII surge un peculiar modelo de relaciones entre hombres y mujeres que los contemporáneos denominaron fine amour, esto es, amor sublime, y desde hace cien años, los historiadores empezaron a considerar esta forma de conjunción entre hombres y mujeres y lo denominaron amor cortés.
El modelo es simple. Un personaje femenino ocupa el centro del cuadro. Es una “dama”. El término, derivado del latín, domina, significa que esta mujer ocupa una posición dominante y al mismo tiempo define su situación como “casada” (la mayoría de los casos del amor cortés eran adulterios). La domina es pretendida por un hombre, por un “joven” (en aquella época, el significado preciso de esta palabra era “célibe”). En su intención, el amor cortés, contrariamente a lo que muchos creen, no era platónico. Era un juego. Como en todos los juegos, el jugador estaba animado por la esperanza de ganar. En este caso, como en la caza, ganar era cobrar la presa. Además, no olvidemos, los maestros de este juego eran los hombres.[1]La atracción del juego residía en el peligro al que se exponían los compañeros. Amar con “fine amour” era correr la aventura. El caballero que decidía lanzarse a ella sabía lo que arriesgaba. Obligado a la prudencia, y sobre todo a la discreción, tenía que expresarse mediante signos, edificar en el seno del ajetreo doméstico, el recinto cerrado de una suerte de jardín secreto, y encerrarse con su dama en ese espacio de intimidad.[2] El amor cortés, pone en una especie de nicho la figura de la mujer. Es precisamente en esto donde el amor cortés concedía a la mujer un poder indudable. Pero mantenía ese poder confinado en un campo definido, en el de lo imaginario “bohemio” y el juego.
La figura del amor cortés, de su comportamiento desenfrenado hacia la mujer, los cantos y los poemas recitados en su honor, se conoce gracias a poemas hechos para la gente de la corte. Tal vez el amor cortés tuvo repercusión en la literatura posterior, puede ser un vestigio de esto Dante y La Divina Comedia. E incluso Abelardo atreves de sus cartas con Eloísa denota muchas características del amor cortés.          
En esta sociedad los hombres se dividían en dos clases, por un lado los trabajadores campesinos “Los Villanos” y por el otro la burguesía que se reunía en la cortes “Corteses”. La corte efectivamente fue donde tomo forma el amor cortés. Con una sensibilidad de tratar con más refinamiento la figura femenina, demostrar su capacidad para capturarlas no por la fuerza, sino de una manera sensible expresando palabras y caricias frágiles.
La práctica del amor cortes fue, ante todo – e insisto en este punto – un criterio de distinción en sociedad masculina. He aquí lo que confería tanta fuerza al modelo propuesto por los poetas y lo que impuso al extremo de llegar a modificar en la corriente misma de la vida la actitud de ciertos hombres respecto de las mujeres.[3]     
Es menester considerar la connotación de “amor” que en el siglo XII se utilizaba, se refería al apetito sexual que tenía el hombre hacia la mujer. Es por eso que el amor cortés una forma de cortejo elegante y bien sofisticada encantó a la burguesía de aquel tiempo, esto contribuyó a que adoptaran el modelo, puesto que los “corteses” se distingan de los “villanos” ya que para la burguesía estos campesinos ejercían su apetito sexual como vulgares bestias. Tal vez era la forma de demostrar que incluso en esta actividad que tenían en común todos los hombres, la burguesía la ejercía con cierta sofisticación y eso permitía la diferencia clasista.    
En el siglo XII, en su mayoría la caballería (es decir la sociedad de hombres  cantores y poetas cuyo principal pasatiempo era seducir) estaba compuesta de “jóvenes” adultos sin esposa, celosos de los maridos y que se sentían frustrados[4]. No frustrados por un apetito sexual pues su posición les permitía “descargarse” con prostitutas, villanas, sirvientas, bastardas, etc. Sin embargo, todas éstas eran presas demasiado fáciles. La gloria sólo tocaba a los ingeniosos que lograban seducir a una mujer de su condición y poseerla, sin embargo la verdadera hazaña consistía en apoderase furtivamente, por desafío, en la mujer de un hermano, un tío. Era una hazaña simbólica pues demostraba un raro coraje y enfrentar un peligro extremo, pero en muchos casos ni siquiera se tocaba a la mujer.     
Por esta razón la literatura cortés, que complaciente respecto de su público principal, atizaba el fuego de los caballeros sin esposa, fue en compensación el instrumento de una hábil pedagogía. Su función fue la de promulgar un código de comportamiento cuyas prescripciones apuntaban a limitar en la aristocracia militar los estragos de un desenfreno sexual irreprimible[5].

BIBLIOGRAFIA

Duby, Georges, 1992, El Modelo Cortés, en La Historia De Occidente Tomo 2: La Edad Media, Madrid, Editorial Taurus.








[1] Duby, Georges, 1992, El Modelo Cortés, En La Historia De Occidente Tomo 2: La Edad Media, Madrid, Editorial Taurus.


[2] Cf. Ibíd. P.302


[3] Ibíd. P. 306


[4] Ibíd. P. 309


[5] Ibíd. P. 310