jueves, 7 de junio de 2012

El sacrificio en los misterios paganos y el misterio cristiano


La investigación del sacrificio en diferentes cultos del Oriente, Grecia, Roma, así como los misterios del paganismo grecorromano y en el culto cristiano, constituyen un elemento esencial para entender la evolución de los cultos[1]. No obstante, el sacrificio ha sido algo muy distinto a reconocer la autoridad de los dioses, de conciliarse con ellos o de apaciguar su descontento. El propósito del sacrificio es cooperar en la acción de esas potencias. Se consideraba que tales ritos regían el curso de la naturaleza, la multiplicación del ganado y del hombre, al tiempo que reprimen los agentes de las tinieblas, la enfermedad, la esterilidad, o la muerte[2]. Por tal motivo, las antiguas fiestas en Atenas o Roma se relacionaron con el curso de la naturaleza y las estaciones del año, el bien de las cosechas, los ganados, la prosperidad de la ciudad, por ejemplo la ceremonia romana de Fordicidia, a principios de la primavera en que se inmolaban vacas preñadas en honor de Tellus y Ceres. La inmolación era un medio para secundar su trabajo de parir y las cenizas de los neonatos eran un ingrediente poderoso para liberar al hombre de influencia perniciosa. Tellus representa la tierra fecunda que recibe semillas para hacerlas crecer. Las participaciones místicas se fundaron en una economía de los sacrificios en los cultos primitivos[3].
En las religiones evolucionadas, esta economía se convierte en los pueblos que se elevan a un mayor grado de civilización, la conciencia humana concibe con mayor claridad la personalidad de los dioses, quienes ahora son los amos, los protectores de ciudades y familias. El culto que se les rinde es el que conviene para asegurar su benevolencia. Los viejos ritos se cumplen ahora en su honor, ya no se cree que la evisceración de la vaca haga parir la Tierra, sino que se cree que Tellus y los dioses consideran agradable. El sacrificio es un don, un rito, una señal de adoración, por lo que se multiplica, es decir, ahora el sacrificio pertenece a la religión.
            La vida común cambia, la aldea se convirtió en ciudad, y el rito ya no es considerado aquel que provee sólo el buen rendimiento de la tierra y los ganados, sino que, antes que nada, concierne al interés común de la ciudad, del reino, del imperio. El culto satisface un interés social mucho más extendido que en los tiempos primitivos, para asegurar el buen régimen y la prosperidad de la ciudad; buscando poco o nada la perfección espiritual y moral de las personas. Esto es lo que sucedió a los cultos helénicos y a la antigua religión romana, que se mostraron incapaces de satisfacer a sus propios fieles y éstos se dirigieron hacia los cultos de misterios y hacia el cristianismo, que les ofrecían lo que las viejas religiones nacionales no habían podido darles. De esta forma, tanto los misterios paganos como el cristianismo nacieron de los cultos nacionales, se desnacionalizaron para universalizarse e individualizarse y reclutar adeptos[4].
Por otra parte, los misterios dionisíacos y los misterios órficos, cuyos orígenes se ubican en Tracia, aparecen como cofradías religiosas que se multiplican; los misterios eleusinos, viejo culto local, tuvieron como centro de iniciación el mismo donde se constituyeron. La clientela de dichos misterios procedió del mundo helénico y posteriormente del Imperio Romano. El culto a Cibeles y Atis fue transportado a Roma desde el siglo III a. de C., pero sus misterios, en tiempos del Imperio, eran una religión abierta a todos los que iban a pedir iniciación. Sucedía lo mismo en los misterios de Isis, surgidos de la antigua religión de Egipto y con los de Mitra, provenientes de Persia, Babilonia y Asia Menor. Lo que caracterizó a estas religiones es que pretendieron dar una garantía segura de inmortalidad bienaventurada a sus iniciados, como por un privilegio especial, una gracia.
Los cultos de Grecia y Roma, Babilonia y Asiria, incluso los judíos, no tenían nada parecido. Tenían culto a sus muertos, la idea de una existencia ulterior a esta vida, existencia vaga, triste. Se temía a los muertos más queridos que a los propios enemigos vivos. Los ritos de la sepultura se inspiraron, en principio, mucho menos en la piedad hacia los difuntos que en el cuidado de tenerlos en paz, a distancia de los vivientes. En tiempos de Cristo, la fe en la resurrección de los muertos gana terreno y la idea de inmortalidad del alma se había manifestado. Los misterios paganos, y el cristianismo con ellos, prometían la inmortalidad de los dioses, para asegurar la vida futura de los adeptos; por ello gozaron de favor en el Imperio Romano. Sólo que los misterios paganos no eran de modo alguno exclusivos; el liberalismo les permitía vivir en paz unos con otros y con los antiguos cultos, no obstante representó para sus asociaciones motivo de inferioridad ante un cristianismo que se les enfrentaba como el único poseedor de la promesa de vida eterna. El cristianismo terminó por imponerse como único y verdadero misterio de salvación, pues de Cristo recibió el motivo de inmortalidad. Al igual que el cristiano está seguro de resucitar, los misterios paganos mantuvieron en una relación estrecha con las divinidades de los misterios, de tal manera que los iniciados obtuvieron la garantía de una vida feliz en el mundo eterno.
En general las divinidades de los misterios son mediadoras, y sus funciones originales las preparaban para su papel de salvación, Dionisos fue devorado los Titanes para renacer inmortal; Core descendió al inframundo y volvió junto a Deméter, ella conoce los caminos de la muerte y la inmortalidad; Atis murió y resucitó; Osiris fue muerto por Seth y luego Isis lo resucitó; en el comienzo de las cosas; Mitra pasa por haber cumplido el sacrificio del cual surgió la creación de los seres animados; es un dios que crea, que vivifica, que resucita; en el sistema cristiano, el Dios único no salva a los hombres por medio de una acción personal sino por su hijo Jesucristo.
Los ritos de los misterios conformaron un sistema de culto cerrado al común de los mortales; mientras que en la religión se nace, en el misterio se entra libremente y por elección y, a su vez, por una especie de vocación especial, por un llamado y una gracia del dios. La certeza de la salvación se obtiene sólo en el misterio, mediante la iniciación y dicha salvación no se otorga sin haberse sometido a una disciplina para alcanzar la salvación. La inmortalidad feliz se debe a que se es elegido por la divinidad, y de ella recibe la garantía en las ceremonias secretas de iniciación.
Los ritos no son esencialmente distintos en las religiones nacionales y en los cultos públicos, son ritos de purificación, fórmulas consagradas y eficaces, sacrificios y banquetes religiosos coordinados con esos sacrificios. Los ritos de iniciación reproducen un drama místico, en el misterio de Dionisos el rito esencial es el desmembramiento de una víctima viviente, encarnación del dios, cuyos iniciados, poseídos por el entusiasmo delirante, comen carne cruda y palpitante: así lo hicieron los Titanes con el niño divino Zagreo que había resucitado en Dionisos.; el dios moría místicamente en la víctima para revivir en el oficiante y hacerlo partícipe de su inmortalidad. En Eleusis el oficiante participaba del terror de Core, raptada por el rey de los infiernos, de la angustia de Deméter, de su alegría cuando ésta le es devuelta. Los ritos conmemoraban y recomenzaban los sufrimientos y alegrías, la pasión y el triunfo de las diosas que otorgaban la inmortalidad. La iniciación se desarrollaba a lo largo de varias etapas, distinguiéndose los pequeños misterios, los ritos de los grandes misterios y la experiencia final, cuyos verdaderos secretos, de estos dos últimos, jamás fueron divulgados[5].
El culto de Cibeles y Atis ilustra el misterio de la vegetación; la sangre y los órganos sexuales ofrecidos a Cibeles aseguraban la fertilidad de la Tierra Madre. Pero, con el paso del tiempo, este culto fue revestido de nuevas significaciones religiosas; sus ritos cruentos se convirtieron en medios de redención[6]. En los misterios de Isis los ritos se refieren a la muerte, sepultura y resurrección de Osiris, y de ella participan los iniciados. Tampoco es dudoso que en los ritos de Mitra fueran comprendidos como representación de los mitos del dios. En cuanto al cristianismo, las Epístolas de Pablo nos dicen que el cristiano es sepultado mediante el bautismo con Cristo en la muerte, para resucitar con él en la gloria, y que en la cena eucarística que representa la muerte del Crucificado, se comulga con el Cristo muerto y siempre viviente.
Hay en los cultos un mito y un rito de salvación ligados estrechamente, siendo el rito como una continuación de un hecho divino inicial, expresado por el mito, y el medio de perpetuar su eficacia bienhechora. Los espectadores del rito no son sólo eso, sino actores en el drama místico que se renueva en su beneficio, entran en una ceremonia de muerte y resurrección. Adquieren la inmortalidad junto a su dios, de manera que el iniciado penetra en el mundo divino. En estas economías de salvación, los ritos precedieron a los mitos.
Independientemente de las dificultades particulares que pueda presentar la historia de cada uno de esos cultos, se plantea un problema fundamental para todos, el de saber cómo de los cultos nacionales han podido surgir religiones tan diferentes. Nos es fácil medir y comprender que si los misterios proceden de las viejas religiones nacionales, ello no ocurre de la misma manera por una evolución regular y por un progreso de éstas, o como una última etapa de la historia. El objeto de los cultos y los ritos está completamente cambiado; su eficacia no tiene el mismo carácter ni la misma orientación. Las religiones nacionales persiguen intereses colectivos, y no aspiran, desde el punto de vista moral, más que a un cierto orden exterior de la ciudad, los cultos de los misterios conciernen al bien espiritual de los individuos, a su inmortalidad personal.
Se produjo una evolución considerable cuyo único beneficiario fue finalmente el cristianismo. No obstante, ni los cultos de misterio ni el cristianismo son consecuencia directa de las religiones nacionales de las cuales salieron. Parece que las fuentes de que disponemos permiten discernir cómo los cultos de misterios se relacionan con el fondo más antiguo de las religiones nacionales; por qué la fe en la inmortalidad se desarrolló dentro de los cultos de los dioses de los que se decía que habían muerto y resucitado.



BIBLIOGRAFIA

Eliade, Mircea, “Los misterios de Eleusis”, en Historia de las ideas y las creencias religiosas Vol. I. De la edad de piedra a los misterios de Eleusis [Trad. Jesús Valiente Malla], Paidós, Barcelona, 1999, pp. 663.
Eliade, Mircea, “Attis y Cibeles”, en Historia de las ideas y las creencias religiosas Vol. II. De Gautama Buda al triunfo del Cristianismo [Trad. Jesús Valiente Malla], Paidós, Barcelona, 1999, pp. 678.
Loisy, Alfred, Los misterios paganos y el misterio cristiano. [Trad. Ana P. de Goldar], Paidós, Barcelona, 1990, pp. 252.


[1] Loisy, Alfred, Los misterios paganos y el misterio cristiano. [Trad. Ana P. de Goldar], Paidós, Barcelona, 1990, p. 13.
[2] Ibid. p. 14.
[3] Ibid. p. 15.
[4] Ibid. p. 16.
[5] Eliade, Mircea, “Los misterios de Eleusis”, en Historia de las ideas y las creencias religiosas Vol I. De la edad de piedra a los misterios de Eleusis [Trad. Jesús Valiente Malla], Paidós, Barcelona, 1999, p. 378.
[6] Eliade, Mircea, “Attis y Cibeles”, en Historia de las ideas y las creencias religiosas Vol II. De Gautama Buda al triunfo del Cristianismo [Trad. Jesús Valiente Malla], Paidós, Barcelona, 1999, p. 338.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor deja un comentario útil, constructivo y documentado