jueves, 17 de febrero de 2011

Tomás de Aquino, Sobre la potencia, cuestiones

El primer problema que se plantea dentro del texto Sobre la potencia, es ¿en Dios se da potencia? En su respuesta santo Tomás, pone de manifiesto en primer lugar, que para la solución de esta cuestión, hay que saber que la potencia se dice por relación al acto, ya que este término se ha dado dentro de los hombres, como operación, entendida como efecto y posteriormente como forma, entendido como principio y fin de la operación; por consiguiente, en la potencia encontramos una activa, que corresponde a la operación y otra pasiva, que le corresponde el acto primero que es la forma. Teniendo presente estos aspectos, santo Tomás, señala que nada obra sino por la razón del acto primero, es decir, que es la forma, por tanto, compete a Dios el ser acto puro y primero y por lo mismo, le compete en sumo grado la potencia activa, ya que ésta se llama así por ser principio de acción “le atribuimos a Dios la potencia, por su elemento permanente y lo que es principio suyo, no por el carácter de ser algo que se perfecciona”[1].

Ahora se plantea siguiente pregunta ¿la potencia de Dios es infinita? A esto santo Tomás, presenta dos sentidos de infinito, el primero es privativo, en el cual, se llama así porque puede tener fin y no lo tiene: esta clase de infinito no se da más que en el orden cuantitativo; el otro es el infinito en sentido negativo, que es lo que no tiene fin. El primero no compete a Dios, porque Dios no tiene cuantidad, y esto denota imperfección. En cambio el infinito negativo es el que le compete a Dios, porque no es limitado por algo “todo lo que hay en Él es infinito”[2], habiendo definido esto, ahora explica que la intensidad de la potencia sigue a la intensidad del acto, ya que cada ser tiene en potencia activa el grado en que se halla en acto. Ahora bien, Dios es acto infinito. Esto lo prueba por lo siguiente: el acto no tiene más que dos maneras de ser limitado, una por agente, es decir, obrar por parte de otro, y otra por parte del que recibe, es decir, que necesita de otro. Ante esto, el acto divino no corresponde a ninguno de estos, porque no es limitado por algún agente, ya que no procede de otro, sino que existe en sí mismo; ni tampoco es limitado por otro ser que lo reciba, ya que, no admite potencia pasiva, sino que es acto puro, no está limitado porque todo lo tiene en su ser en sí y queda claro que su potencia activa es infinita, porque ésta proviene de su esencia. Ante todo lo expuesto, queda claro que Dios es infinito.

La tercera cuestión que surge es, ¿Dios puede crear algo de la nada? La respuesta, que da a conocer en un primer momento, es que se debe sostener con toda firmeza que Dios puede hacer y hace algo de la nada. No podemos hablar de Dios como un ser determinado, porque un ser en este sentido, está en acto de manera limitada, aun cuando se hable de un agente natural, éste no produce al ente absolutamente, ya que actúa en un ente preexistente y determinado; por ejemplo, la especie del fuego, que necesita de una chispa de luz, para producir fuego. Dios ante esto, es todo lo contrario, porque es totalmente acto “es acto puro que no tiene nada de potencia, como por comparación con los seres que están en acto, porque Él es origen de todos los seres...de todo ser subsistente”[3], y esta acción es llamada creación, una creación que ha surgido de la nada, creada por Dios, porque el hecho de que Dios sea acto puro y potencia activa y no sea un ser determinado y limitado, lo lleva crear cosas de la nada. De esto se continúa otra cuestión, ¿la creación es mutación? Aquí santo Tomás, señala que por mutación y tránsito, se da a entender que una misma cosa se halla ahora de distinta manera que antes en relación a algo, donde se señala un sujeto común existente en acto, sin embargo en la creación no se implica algo común a esto, ya que no hay en ella un sujeto común existente en acto ni en potencia, porque antes de la creación no existía un mundo, ni un tiempo, por tanto, lo que sí se da es un cierto sujeto común, sólo en la imaginación, en cuanto que imaginamos transcurrir un tiempo común cuando el mundo no existía y después que el mundo fue puesto en la existencia “la creación, en la realidad y hablando con rigor, no tiene carácter de mutación, sino sólo en virtud de una imagen que nos forjamos; no lo es con propiedad, sino sólo por vía de semejanza”[4].

Ahora bien, ante lo antes dicho, es imposible que las cosas comunes, hayan sido hechas por sí mismas, porque dentro de ellas existe un ser (esse) que es algo común que se encuentra en todas las cosas, un ser único, que es el ser más perfecto y verdadero, inmóvil y perfectísimo, en el cual no hay composición alguna. Por tanto, no se puede hablar de un ser material creado por sí mismo, porque antes de tener el ser no es nada, sino únicamente se entiende en su relación con la inteligencia del Creador, donde no existe la creatura, sino no es, en la esencia creante que es Dios “el ser subsistente por sí”[5], que es lo más perfecto de todo; en cambio todo ser que no sea subsistente, tiene que individuarse por la naturaleza y la sustancia que subsiste en dicho ser, tiene que dividirse. Esto se ve claro, porque lo que llamamos ser (esse) es la actualidad de todos los actos, y por esto es la perfección de todas las perfecciones.

Santo Tomas concluye exponiendo: el acto de Dios es lo más perfecto, a Dios le convienen los nombres de modo más elevado, porque Dios no es sabio, sino que es supersabio. Y por tanto, lo último a que llega el conocimiento humano sobre Dios es que sabe que no conoce a Dios, en el sentido de que sabe que lo que es Dios está por encima de lo que entendemos de Él.


Bibliografía

Fernández, Clemente, S. I, Los Filósofos Medievales, selección de textos, “Santo Tomás, Sobre la potencia”, BAC, Madrid, 1979, Tomo II, págs. 455-465.



[1]Aquino, Tomas , Sobre la potencia, BAC, Madrid, 1979, Tomo II, Cuestión 1, Artículo 1§ 2.210.

[2]Ibídem, Cuestión 1, Artículo 2, § 2.211.

[3]Ibídem, Cuestión 3, Artículo 1, § 2.216.

[4]Ibídem, Artículo 2, § 2.223.

[5]Ibídem, Cuestión 7, Artículo 2, § 2.228

3 comentarios:

  1. Me parece que el tema se muestra algo complicado, pues,la redacción no permite una fluidez adecuada para la lectura por la agregación de acentos en donde no deben llevar. Así mismo, me queda una duda respecto a, cuáles son las dos cosas que componen a la materia, o es que se refiere al ser humano compuesto de 2 cosas: materia y forma.

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  2. Con tu aportación me queda claro que Dios para Tomás de Aquino es principio y fin del ser, que es absoluta actualidad y potencialidad, y que gracias a que Dios es acto puro puede crear de la inexistencia. Sin embargo me surge una duda, dentro del texto Sobre la potencia Tomás de Aquino ¿el alma del hombre puede ser partícipe del acto puro de Dios?

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  3. Gracias por tu aportación. mi cuestión es la siguiente ¿cual es la analogía entre Aristóteles y Tomas acerca del ser en potencia, si sabemos que es acto puro?

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