jueves, 24 de febrero de 2011

Tomás de Aquino, suma teológica (acto interior de la voluntad)

En el presente trabajo llevaré la continuación del libro de Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, la cual, abarca temas muy interesantes como la bondad, la voluntad, las pasiones, el amor.

Respecto al tema acerca de la voluntad, nos dice que “la conciencia es de algún modo el dictámen de la razón... la aplicación de la ciencia al acto”1, debido a la cuestión planteada de si ésta razón es mala o, por otro lado obliga a buscar qué tipo de finalidades ésta posee, dando así una respuesta a la cuestión de si la voluntad en desacuerdo con la razón es mala. Además, estas cuestiones de si son buenas o malas llevan a indagar en la razón o conciencia las distinciones de los tres tipos de actos que se hicieron ante estas preguntas, tales como “por su género, otros indiferentes y otros malos”2 y conduce al lector hacia una relación entre la razón con la voluntad; pudiendo ser mala por los actos y la voluntad puede ser mala si se presenta como tal.

La opinión acerca de la voluntad llega a ser irracional. Es mala la voluntad según lo manifieste la razón, “se hace mala por el objeto, del que depende la bondad o malicia de la voluntad; no del objeto considerado en la realidad, sino por excepción, la razón lo representa como malo”3 y es que la razón puede presentar un objeto como malo y la voluntad al tender a él, se hace mala. Y es que la razón puede estimar más cosas pero si una de ellas, sea por equívoco, la voluntad lo toma como malo por que así lo ha propuesto la razón.

La voluntad puede ser mala, si tiene como consecuencia una razón que es errónea. Y se torna esta postura a la cuestión de que la razón o la conciencia se equivocan y no se escatima de que la voluntad sea mala o así es. Por otra parte, la ignorancia juega un papel en esta cuestión ya que puede disculpar a la voluntad por los equívocos que tiene la razón y la voluntad misma se ve liberada aunque obedezca a la razón. Nos dice el texto: “supuesto el error de la razón procedente de ignorancia voluntaria... puede salir de su error, siendo la ignorancia vencible y voluntaria”4.

Otra cuestión se basa en que si la bondad o malicia de los actos humanos exteriores pueden ser buenos o malos. Estos pueden serlo en el acto de la voluntad antes que en acto exterior. Algunos actos exteriores pueden ser buenos o malos sea “por su género y por la circunstancias inherentes a ellos”5, y es que dentro de las acciones buenas, nos da el ejemplo del dar limosna y puede verse tal acto bueno como malo si es que el individuo lo hace por vanagloria, lo que conlleva al acto de la razón y no es derivada por la voluntad.

Cuando habla de la bondad del acto exterior que recibe de la voluntad del fin, ésta no aporta nada a la bondad a menos que la voluntad se vea corrompida haciendo el bien o peor aún el mal. Nos muestra que esto aparece por tres modos: “desde el punto de vista numérico, por la duración y por razón de intensidad”6; en la primera nos presenta cómo al querer realizar un bien o un mal puede tender hacia una doble función ya que el acto de la voluntad se duplica; en el segundo nos muestra el grado de perseverancia al realizar un bien o un mal debido al acto de voluntad que lleva a cabo y da un mejor o peor voluntad según sea el caso y en el tercero, muestra cómo los actos exteriores tienen aspectos diferentes según sea el tipo de naturaleza, que así lo maneja porque puede intensificar o disminuir la voluntad.

Por el contrario, aporta que la bondad puede verse, en efecto, a través de la perfección de la voluntad donde el proceso o movimiento se sitúa por alcanzar un fin o un objetivo, o el término. Esto se realiza conforme obra la voluntad para alcanzar la perfección, lamentablemente si ésta se ve estancada no posibilidad de alcanzarla, más aún, expresa el autor “si no hay posibilidad y la voluntad sigue igualmente perfecta y dispuesta a obrar... el defecto es del todo involuntario”7.

Ahora bien, introduce ahora el acto humano, en cuanto bueno o malo, en su implicación si es bueno o malo. Anticipadamente, hace una distinción entre el mal y el pecado. Al mal lo describe como “es toda privación del bien en cualquier sujeto”8; lo que al pecado “consiste en el acto que no guarda el orden debido a ese fin”9. El mal posee una noción más amplia, en esta el acto humano, desde su naturaleza y que obra por voluntad, tiene como regla la razón humana, una regla suprema, eterna. De ahí que si un acto humano tiende al fin (mal) es recto bajo el criterio de la regla suprema. Pero, el acto es malo si se aparta de esas reglas, por lo cual, el acto, sea bueno o malo implica la noción de rectitud o de pecado10.

Conforme el acto humano se relacione con las demás personas tiene mérito ante Dios. Por una parte, la relación al individuo o a la comunidad, son nuestros actos morales que tienen un mérito o un demérito en Dios, por ser “un deber referir nuestros actos al fin último”11; si se comete un acto bueno es mérito de buen acto, en caso contrario, cometiendo un acto malo no se le tributa nada de bueno a Dios como fin último. Por otra parte, a la comunidad vista en quien la gobierna debe gratificar a quien realiza el bien común y recompensarlo en lo que hace. Por lo tanto, Dios es quien gobierna y dirige todo el universo, al individuo en sus actos morales, es “ evidente que todos nuestros actos implican noción de mérito o demérito delante de Dios; de lo contrario, seguiría que Dios no tiene providencia de los hombres”12.

En otra cuestión, responde a las pasiones si estas se encuentran en el irascible o en el concupiscible. Éstas pueden diferir en especie, en referencia a objetos diversos, además del mayor requerimiento para las variaciones que presentan, a diferencia de las pasiones o actos. Por ello, las potencias son diversas en una misma materia, en los actos del alma pertenecen a distintas potencias no solo en diversificaciones en especie y en género, mientras que “los actos o pasiones que atañen a diversos objetos especiales comprendidos bajo un solo objetivo común de una potencia única difieren como especies de aquel género”13, haciendo, a la vez, una examinación del objeto de ambas potencias.

En las pasiones del alma puede haber dos tipos de comportamientos y nos dice el autor: “uno, en sí mismas; otro, en cuanto son sometidas al imperio de la razón y la voluntad”14, en la primera, no se da ni mal ni bien moral (cómo se ha dicho anteriormente), posteriormente, sí se da el bien o el mal moral, esto conlleva a decir que “las mismas pasiones, en cuanto voluntarias, pueden ser moralmente buenas o malas”15.por que no se duda que los actos se regulen por la razón, pero cae dentro de la perfección del bien moral del ser humano, ya que es mejor que el hombre prefiera pertenecer a la perfección del bien moral, actuando no solamente bajo su voluntad sino también según el apetito sensitivo.

¿Qué relación tiene con el amor? Primeramente nos dice el autor que “el amor es algo propio del apetito puesto que el objeto de ambos es el bien”16. Sea tanto del amor como del apetito; y es que en estos apetitos encontramos la diferencia en el amor por que hay una en los apetitos, en estos encontramos uno natural, uno sensitivo y una voluntad y en cada uno de ellos, se da el nombre de amor a lo que es principio que tiende al fin amado17, donde tanto uno como el otro caen en el aspecto concupiscible e irascible por que se refiere al bien en su concepción absoluta. Además, el movimiento del amor puede ser el bien que uno quiere en uno y para los demás y, otro, para quien se quiere ese bien.

Biblbiografía:

Tomás de Aquino, "Suma Teológica", en Fernández Clemente, Los filósofos medievales Selección de textos, Tomo II, BAC, Madrid 1979. 605-627 pp.

1Tomás de Aquino Suma Teológica en: Fernández, Clemente, Los filósofos medievales Selección de textos, t. II, BAC, Madrid 1979. p.605

2Ibidem. p. 606

3Ibid.

4Ibidem. p. 608

5Ibid.

6Cfr. p. 609

7Ibidem. p. 610

8Ibid.

9Ibid.

10Cfr. p.611

11Ibidem. p. 611

12Ibid.

13Ibidem. p. 613

14Ibidem. p. 615

15Ibid.

16Ibidem. p. 616

17Cfr. p.17

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