jueves, 10 de febrero de 2011

Tomás de Aquino, Cuestión cuodlibetal VIII

Santo Tomás marcara una etapa decisiva de la escolástica. Tomás es perteneciente de la familia de los condes de Aquino “nació en Tocateca (cerca de Cassino), en 1225 ó 1226. Empezó sus estudios en el monasterio de Montecassino. En 1243, en Nápoles, ingresó en la orden de los dominicos; y de allí fue enviado a París, donde estudió con San Alberto. En 1248, cuando San Alberto pasó a enseñar a Colonia, Santo Tomás lo siguió, y no volvió a París hasta el 1252; comentó entonces la Biblia y las Sentencias. Inmediatamente se notó el éxito de su docencia. Al morir, Santo Tomás sólo contaba 48 ó 49 años; pero su obra era ya amplísima”[1].

Cuestión cuodlibetal VIII

Si el número seis es el creador

En este artículo veremos a la naturaleza representada en tres consideraciones esto según Avicena, “una en la que se consideran el ser que tiene los singulares, otra vendrá hacer la consideración de la naturaleza en su ser inteligible y la tercera que será la consideración de la naturaleza absoluta, en cuanto prescinde ambas formas de ser”[2].

Veremos pues que dos de estas guardan el en si del mismo orden, así, la consideración absoluta de una naturaleza es antes que su consideración en cuanto al ser que tiene los singulares, pero la tercera no va a guardar siempre el mismo orden respecto a las otras consideraciones ya mencionadas.

Es así como en la primera consideración de toda naturaleza causada es su consideración esto en cuanto está en el entendimiento divino, la segunda es la misma naturaleza y la tercera es la del ser que tienen las cosas y en el entendimiento angélico.

Dionisio en el c. 12 De div. Nomin., “al dar cuenta de este orden, que en primer lugar está a la cabeza de todo el mismo santificador de las cosas, Dios; después vienen los dones de Dios, que se manifiestan en las creaturas, consideradas tanto universal como particularmente”[3]. Un ejemplo caro de lo que he mencionado es la belleza en sí, la vida en sí ya que es un don que procede de Dios. Es decir la naturaleza misma de la vida.

Las palabras citadas en san Agustín acerca del número seis se le pueden dar dos interpretaciones: “una entendido por el número seis la naturaleza del seis absolutamente, a la cual le compete primariamente y de por sí ser perfecto, y otra manera de entenderlo es tomándolo en el ser que tiene en el entendimiento divino y así su perfección es la razón de la perfección que se da en las creaturas, que se fueron creadas conforme al número seis”[4].

Severa pues que el número seis no será creatura, sino vendrá a ser la razón de la creatura, que es el ideal del seis, y este se vendrá a identificar con la esencia divina, distinguiéndose solo conceptualmente.

En este artículo se dirá que existen en la mente divina las formas ejemplares de todas las creaturas, las cuales vendrán a recibir el nombres de ideas, veremos también que las formas ejemplares del entendimiento divino producen las cosas en su integridad, tanto la forma como la materia.

Entonces se dirá que la naturaleza de las especies vendrá hacer lo más perfecto de cada individuo ya que por ella se colman dos clases de imperfección, la de la materia que vendrá hacer el principio de la singularidad y el de las formas genéricas que esta en potencia para las diferencias específicas.

Sobre la división de la ciencia especulativa

El entendimiento especulativo tiene como fin la verdad que él contempla “por eso la divinización de las ciencias especulativas debe de tomarse en la diferencia de los objetos especulables en cuanto tales”[5]. Es decir que a todo objeto especulable compete la separación de la naturaleza, y el movimiento. Se dice que hay objetos especuladles que no dependen de la materia en el existir ya que estos pueden existir sin la materia o ya sea porque nunca existen en la materia tal es el ejemplo de Dios y el ángel, o porque en unos casos existen en la materia y en otros casos no.

Ahora bien las ciencias especulativas trataran de las cosas cuyo conocimiento se buscan por ellas mismas, “De ahí que, en decir de Boecio, en el comentario a Porfirio, más que ciencia es un instrumento a la ciencia.

Para lograr claridad en esta parte hay que estudiar como el entendimiento puede abstraer en sus operaciones, “hay dos clases de operaciones del entendimiento: una llamada inteligencia de lo indivisible, por lo cual cada cosa conoce lo que es. La otra por la cual compone y divide formando una enunciación afirmativa o negativa”[6]. Estas dos clases de operaciones corresponderá a dos realidades que se dan en las cosas, la primera tendrá por objetivo la naturaleza de las cosas y la segunda tiene por objeto el ser mismo.

Entonces cuando la naturaleza tiene orden y dependencia de alguna u otra cosa no podrá ser conocida sin esa otra cosa. “por el contrario, si una cosa no depende de otra en lo que constituye su naturaleza, entonces una puede ser abstraída por el entendimiento de suerte que pueda ser pensada sin ella, no sólo en el caso que estén separadas en la realidad”[7].

De las maneras de proceder que Boecio atribuye a las ciencias especulativas

Veremos que el modo de proceder de las ciencias se toma de las potencias del alma por razón del modo de obrar que tienen esas potencias, esto trae como consecuencia, que los modos propios de las ciencias no correspondan a las potencias del alma, sino a los modos con que puedan proceder esas potencias.

Por eso dice Boecio en el libro cuatro De consolatione “que la relación que hay entre la razón y el entendimiento es semejante a la que hay entre el tiempo y la eternidad, y el círculo y el centro”[8]. Es pues propio de la razón el difundirse en torno a muchas consideraciones.

Termino este trabajo diciendo que la consideración es por excelencia, la consideración propia del entendimiento y que todo el trabajo racional de resolución que se hace en las ciencias tendrá como termino el estudio que en tabla la ciencia divina. Es así como todo el trabajo que el estudio que la ciencia divina entabla es propio del entendimiento en máximo grado.

“De ahí que también el que ella proporciona los principios a las demás ciencias, en cuanto que la consideración que es propia del entendimiento es principio de la razón”[9].


BIBLIOGRAFÍA


Abbagnano, Nicolas, Historia de la filosofía, tomo i, HORA S. A, Barcelona, 1994, Pág. 437

Fernández, Clementes, Los Filósofos Medievales, selección de textos, BAC, 1970, Tomo II, Pág. 296



[1] Abbagnano, Nicolas, Historia de la filosofía, tomo i, HORA S. A, Barcelona, 1994, Pág. 437

[2] Fernández, Clementes, Los Filósofos Medievales, selección de textos, BAC, 1970, Tomo II, Pág. 296

[3] Ibídem § 1. 828, pág. 297

[4] Ibídem § 1.832, Pág. 299

[5] Ibídem § 1. 834 Pág. 301.

[6] Ibídem § 1. 842, pág. 305

[7] Ibídem § 1. 844, pág. 307

[8] Ibídem § 1. 860, pág. 315

[9] Ibídem § 1. 862, pág. 317.

1 comentario:

  1. ¿a que te refieres con la consideración divina?
    en la nota 5, si a todo objeto especulable compete la separación de la naturaleza, y el movimiento. como especulas a Dios.
    ¿como separas la naturaleza de Dios?,
    ¿como reflejas a Dios?porque en unos casos existen en la materia y en otros casos no.
    ¿Dios no existe en la materia por que?
    ya sea porque nunca existen en la materia tal es el ejemplo de Dios y el ángel, o porque en unos casos existen en la materia y en otros casos no.

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