jueves, 20 de enero de 2011

San Ireneo


Este buen defensor es uno de los primero escritores eclesiásticos latinos que se distinguieron en lo que se conoce como el Imperio occidental junto con San Justino e Hipólito, y que incluso se sabe que, o escribieron en griego o eran orientales[1], como es el caso de nuestro citado autor.

San Ireneo nace en el Asia menor hacia el 135, y aunque tiene padres paganos, se sabe que desde su juventud conoce en Esmirna al obispo Policarpo el cual había sido discípulo de la escuela joánea en Éfeso. Ireneo se encuentra en Lyon en el 177; no se saben los motivos de su estancia ahí, pero lo que sí se puede saber es la importancia que ocasiona esta estancia y aún más el envío a Roma, por parte de un presbítero, con cartas para el Papa para consultarle sobre algunos asuntos urgentes sobre la Iglesia de las Galias que se encontraba, en ese momento, gravemente perseguida. A su regreso a Lyon, el futuro santo encuentra a su comunidad destrozada. Por causa de su fe fueron asesinados algunos cristianos, entre ellos el obispo Fotino. Tras este incidente es elegido Ireneo como sucesor del mártir obispo.

Como obispo de Lyon, Ireneo se encuentra contra el problema que causan los herejes, principalmente de los gnósticos, con sus creencias distantes a las de los cristianos. Él se decide a escribir en defensa de sus creencias y en contra de los herejes; es así como les da origen a sus obras que entre las cuales se conoce su Exposición y refutación de la falsa gnosis conocida como Contra las herejías, que la escribió entre los años 180 o 190.[2]

Se presenta ahora a la exposición sobe algunos temas de los que trata Ireneo en su obra Contra las herejías.

Puesto que es una obra totalmente apologética, el autor habla de los herejes siempre en tercera persona, y todo lo que explica es para explicar lo que “ellos” critican o no entienden. Así, en su libro II trata el tema de Dios, “de quien ésos dicen blasfemando que es el resultado de un proceso de degeneración”.[3] Ireneo opina que Dios hizo todas las cosas movido por su decisión y no movido por otro, afirmando así, que Él es el único Dios que da existencia a todas las cosas. Dios es una totalidad, no hay nada que lo contenga a Él, más bien, en Él se contienen todas las cosas. Dios es superior al hombre también porque Él se procuró la materia, Él la creó. Dios en su totalidad, no deja de ser simple, de ser uniforme y semejante a sí mismo,[4]San Ireneo cae en la cuenta, como la mayoría de los padres apologetas, que Dios es inefable, él lo menciona como un entendimiento que entiende todo pero que no es semejante al entendimiento humano; se ve clara una postura platónica ante el problema del conocimiento de Dios, Él no puede ser conocido por lo sensible, como en este caso es el entendimiento humano, se le puede llamar luz pero no se asemeja a la luz que nosotros conocemos. Dios recibe esos nombres por el amor aunque se sabe que Él es más grande que todo y está por encima de todo con lo que se le pueda comparar.[5]Ya que no se le puede conocer a Dios en su grandeza, Ireneo propone que se le conoce en su amor y se aprende que existe un Dios por medio de su obediencia.

El hombre es un ser creado por Dios, hecho con libertad; esta libertad está dada para que el hombre siga los designios de Dios por voluntad y no por imposición divina. Aclara, que, si por el contrario, unos hombres hubieran nacido por naturaleza malos, éstos no serían reprensibles por el hecho de nacer ya de por sí malos; o que otros hubieran nacido buenos, éstos no serían alabados puesto que son buenos por naturaleza, sin opción al bien ni al mal.[6]

¿Cuál es la constitución del hombre? San Ireneo afirma que el hombre está constituido por la unión del alma que recibe al espíritu mezclados con la carne que ha sido modelada a imagen de Dios. Por tanto se llega a la conclusión de que el hombre perfecto está constituido por estas tres cosas: el alma, el espíritu y el cuerpo. El espíritu es el que salva y forma, la carne es salvada y formada y el alma es la que se haya entre las otras dos cosas, unas veces sigue al espíritu y es elevada por él, otras veces sigue a la carne cayendo en las concupiscencias terrenas.[7]

San Ireneo logra explicar los temas que más le preocupan, que es el tema de Dios y en relación a este tema va explicando la constitución del hombre perfecto, aclarando que si no se tiene el espíritu se puede ser “carne” puesto que no contienen el Espíritu de Dios.[8]

Bibliografía:

Fernández, Clemente, Los filósofos medievales I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1979.

González, P. Carlos Ignacio S.J., “San Ireneo de Lyon”, en www.mercaba.org/Tesoro/IRENEO/01.htm#Heading10 , consultado el 19 de enero de 2011.

Llorca, P. Bernardino S. J., Historia de la Iglesia Católica I. Edad Antigua, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1955.




[1] Cfr. P. Bernardino Llorca, S. J., Historia de la Iglesia Católica I. Edad Antigua, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1955, p.264

[2] P. Carlos Ignacio González, S.J., “San Ireneo de Lyon”, en www.mercaba.org/Tesoro/IRENEO/01.htm#Heading10 , consultado el 19 de enero de 2011.

El padre Carlos Ignacio González fue profesor de la Universidad Gregoriana de Roma, ahora lo es en la facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima.

[3] San Ireneo, “Contra las herejías”, en Clemente Fernández, Los filósofos medievales I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1979, p. 32.

[4] Cfr. Ibidem, libro II, cap. X, en op. cit.

[5] Cfr., Ibidem, libro II, cap. XIII, en op. cit., p. 33.

[6] Cfr., Ibidem, libro IV, cap. XXXVII, en op. cit., p. 35.

[7] Cfr., Ibidem, libro V, cap. VI y IX, en op. cit., pp. 36-37.

[8] Ibidem.

2 comentarios:

  1. El problema del conocer a Dios con la inteligencia humana me parece muy interesante, ya que aunque el hombre conoce de Dios a través de la razón y la revelación, es muy difícil que este llegue a comprenderlo en su totalidad, debido a que sus designios y sus misterios están más allá la racionalidad humana, como tú lo mencionabas. Por otro lado, en cuanto al tema que tocas sobre el mal en San Ireneo, me despierta la inquietud de saber ¿cómo se desarrolla esa tendencia que lleva al hombre al mal?, aunque por un lado se menciona que es el desvió de la voluntad o el mal uso de la libertad del hombre, sin embargo, como ya se decía en el último párrafo que el hombre está constituido de alma, espíritu y cuerpo, entonces: ¿cuál de estas partes es la que se inclina al mal? y ¿en dónde está contenida la libertad y la voluntad?

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  2. Gracias por tu aportación;mi duda es la siguiente: mencinas que los hombre por naturaleza son buenos ya que participan de Dios, ahora bien ¿cómo entender el mal en el hombre? si por naturaleza es bueno.
    Para enriquecernos y poder entender al autor: ¿puedes mencionar la constitución del hombre segun Irineo?

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