jueves, 27 de enero de 2011

Enquiridion

En el presente texto, se llevará a cabo un comentario sobre el escrito de Agustín de Hipona (+ 430), conocido como Enquiridión, esta obra lleva consigo puntos importantes sobre el bien y el mal, que se irán presentando conforme se avanza en la lectura de este mismo.

Desde un inicio, Enquiridión muestra una característica social, que si bien, son los mismos tiempos donde los maniqueos, s. III y IV1, los cuales daban pauta sobre el origen del mal. Además, esta postura parte de la frase de Agustín de Hipona: “todas las cosas fueron creadas por esta sumamente buena, subsistente e inmutable Trinidad”2, la cual, permite considerar en su conjunto, la belleza del universo y la relación que hay entre el bien y el mal.

Esto se da a partir de la cuestión ¿Porqué Dios permite el mal?. Si bien, es un enfoque que vuelve a marcar la existencia del bien y que hace resaltar, por el hecho de que la acentúa, no obstante que la maldad existe en el mundo. Ya el texto nos dice que hasta los infieles describen su parecer: “Dios omnipotente, no permitiría en modo alguno que existiese algún mal en sus criaturas...que pudiese sacar bien del mismo mal”3, dando como resultado que aún por su gran poder, se vale del mal para obtener mayores bienes.

Las criaturas son sumamente buenas, sin embargo, son corruptibles. Ya el autor, hace la distinción donde Dios “Siendo el Creador de todas las substancias... el bien puede admitir aumento y disminución”3. Esto se debe a la existencia de la substancia el hombre y su relación con el Creador porque si su disminución va en aumento, siempre quedará algo, ese algo le permitirá existir, existencia misma que le fue concedida y le hace no perder el bien. Se habla de una naturaleza incorrupta que ya está dentro de la criatura, pero sí se ve afectada por el mal, se corrompe, le priva de algún bien que posea en sí misma, por lo que le daña y le despoja de ese bien.

Por el contrario, puede haber cierta privación de algún bien, sin embargo, si queda algo del ser, el alma ya no se vería privada, ni quedaría dañada, porque habría una cierta lucha que le permita defenderse y no dejar que el mal la despoje, por consiguiente, el ser encerraría en sí mismo su naturaleza incorruptible, mientras no cese de corromperse. No obstante, quedaría con su corruptibilidad de forma total y ascendente; dejando de existir.

"Sin bien no podría existir el mal"4. Cita tomada de forma textual, para transmitir que la existencia del bien no es posible si no existe este mismo bien porque no habría mal alguno, aunque no deja de estar en simplicitud, si no que, debe haber mal para demostrar su presencia en todas partes. Sin embargo, el origen el bien no puede ser demostrado más que por el mismo mal. Es decir, tanto la existencia del mal como del bien, se parte del hecho de que no puede haber una sin la otra, en forma de balanza, pero que distingue al hombre, por su substancia y por la forma de ver que tanto es malo por su corruptibilidad, como bueno porque es hombre, es substancia, aún en su defecto.

Agustín de Hipona quiere transmitir que ya la consideración sobre este tema para las personas era algo conocido y admitido, que en un concepto ético, “el bien y el mal son contrarios... ambos pueden existir simultáneamente en el mismo ser”5, esta relación se se asemeja al enunciar que el bien no puede existir sin el mal pero el bien puede existir sin el mal. Llegando a definir que puede desprenderse y continuar siendo tal como es.

Estas son otras de las controversias que se remarcan en relación con la existencia de la injusticia tanto en el hombre como en el ángel, nos dice: “El hombre o el ángel pueden o no ser injustos...son buenos en cuanto tales pero malos en cuanto injustos”6. Ya refiriéndose, en primera instancia a la acción que realize el mismo hombre; si ésta es buena irá consigo la maldad, porque está ahí presente para proceder desde la corrupción del sujeto ya que “los males han tenido su origen en los bienes”7.

Otro punto que sale a flote es la ignorancia, no vista desde la falta de conocimiento sino tambien a la actuación que el hombre ha dado, al juzgar de forma errónea. Hace su entrada el mal cuando emite un juicio sabiendo que lo ignora, porque está aprobando “lo falso como verdadero”8. Dando entrada al error, éste que se caracteriza por su provocación a la ignorancia. Si alguien por ignorancia comete un error utilizándolo como escudo versa sobre el error, pues la razón que ya está en cada uno, se ve oculta con el error que ya se tiene presente. Y no es un error bueno si no lo contrario, le es útil pero le perjudica.

Por otro lado, considerando ahora la verdad con más diligencia,no siendo el error, pues ya se ha comentado que solo “juzga lo falso con lo verdadero y lo verdadero como falso”9, sino como la manera de llevar a cabo su función. Esta misma verdad lleva la función de ser incorruptible y, por si fuera poco, necesita del error para conservarse, para ser auténtica. El ejemplo que nos dá San agustín de esto es, “en algunas ocasiones es necesario el error para conservarla”10, no solamente a la verdad, también a la acción que se comete con esta misma, de forma negativa alguien que haga uso indebido de la verdad sabe que miente aún creyendo que no es así, y le perjudica más a él está mintiendo aunque sepa la verdad por que sí la conoce.

Otro aspecto, es el error que se comete con la forma de pensar, ya nos lo comenta al decir: “cuando un hombre piensa bien de otro malo por ignorar si es bueno o malo”11, si bien, no solo se refiere a la consideración que se tiene de la persona, sin embargo, hay un error, por el hecho de juzgar apoyado en lo que se percibe o en los sentidos.

En esta misma sintonía, enmarca el pensamiento de los académicos12, en la forma de defender al sabio y su agudo pensamiento de “si el sabio debe afirmar algo para no caer en el error”13, cuestión que le desagrada por la evasión de no aceptar la verdad y las características que tiene. De ahí, que por más que ellos la oculten o digan que es incierta, existe, y por más refutación que se dé en contra no puede encontrarse, por el contrario, no puede llamarse sabiduría como lo denominan, es insensatez por que no se reconoce que el error se puede evitar. Lamentablemente, como se ha dicho, es necesario para dar validez de que existe la verdad.

A todo el recorrido que se ha hecho desde la relación del bien con el mal, está tambien la bondad de Dios en relación con la concupiscencia. Primeramente, está la situación del pecado en el género humano, que si bien los males sufren el castigo de Dios, Él mismo “no cesa de vivificar y dar fuerza constantemente a los ángeles perversos”14. Después, en cuanto a los mismos hombres “juzgó más conveniente sacar bienes de los males que impedir todos los males”15. De esta manera, está la misericordia evidenciada por parte de Dios otorgando la liberación y vulnerabilidad en el hombre.


BIBLIOGRAFÍA:

Fernández Clemente, Los filósofos medievales Tomo I, BAC, Madrid, 1979. 753 pp.

Bernardino Llorca, Historia de la Iglesia Católica Tomo I, BAC, Madrid, 1955. 959 pp.


1Llorca, Bernardino, Historia de la Iglesia Católica, Tomo I, BAC, Madrid 1955. p.222

2Ibidem. p.445

3Ibidem. p.446

4Ibidem. p.447

5Ibidem. p.447

6Ibidem. p.448

7Ibidem. p.448

8Ibidem. p.449

9Ibidem. p.449

10Ibidem. p.450

11Ibidem. p.451

12Fernández Clemente, Los filósofos medievales Tomo I, BAC, Madrid 1979.p.139

13Ibidem. p.450

14Ibidem. p.452

15Ibidem. p.452

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