Agustín en este libro hace una explicación del origen de todos los bienes espirituales y corporales, dándole a Dios el atributo de “bien supremo”. Este breve libro menciona las características generales que debe de tener todo bien, que son: el modo, la belleza y el orden. Hace énfasis en la causa y resultado que puede hacer el mal sobre algún bien. Finaliza resaltando la función y el lugar del castigo, del dolor o de la pena en el paso de los seres que sienten y piensan sobre esta tierra.
En el libro de Agustín De la naturaleza del bien contra los maniqueos se puede encontrar un fuerte contenido ontológico en referencia a la naturaleza y el ser del bien, y por ende también se mencionan algunos atributos del ser de Dios por ser el creador del bien, pues el autor menciona que “Dios es el supremo e infinito bien, sobre el cual no hay otro”,1 y del cual son creados todos los bienes. Aquí se puede descubrir una característica del ser de Dios y del bien, se puede resaltar a Dios como creador, y al bien como criatura. Dios tiene la capacidad de crear “de la nada, es decir, de lo que no tiene ser, puede crear bienes grandes y pequeños, celestiales y terrestres, espirituales y corporales”.2 Sin embargo, lo que es de la misma naturaleza que él no tiene la posibilidad de ser algo más grande que el creador.
No es posible que exista una naturaleza que de su misma naturaleza pueda ser considerada como otra cosa que no sea un bien. Todo bien debe de tener ciertos atributos en comunión y armonía para ser considerado como bien, pues en el momento que alguno de estos atributos del bien se vea consumido, destruido o corroído por el mal, es el momento en el que deja de ser bien. La belleza, el modo y el orden naturales son estos bienes necesarios para el ser del mismo bien, pues “el mal no es otra cosa que la corrupción del modo, de la belleza y del orden naturales”,3 por lo que el mal puede llegar a corroer las cosas corruptibles, y esto es por que se destruye lo que hay en las cosas de bello, ordenado y de modo.
Más se puede hablar de lo incorruptible que es lo que se encuentra en Dios, pues no sólo es lo que se encuentra en él, sino que es Dios mismo el único ser incorruptible en el que no puede entrar el mal ni la decadencia de la belleza, orden y modo. Se puede afirmar también que Dios tiene un alto grado de perfección pues Agustín afirma que “las cosas son tanto mejores cuanto son más moderadas, hermosas y ordenadas”,4 estos atributos se encuentran en todos los seres creados por Dios, por lo que donde se encuentran estos tres atributos en gran dimensión hay el mismo grado de perfección. En conclusión en el ámbito ontológico Agustín afirma que “ninguna naturaleza […] es mala en cuanto naturaleza, sino en cuanto disminuye en ella el bien que tiene,5 este es el argumento que va contra de la afirmación de los maniqueos que sostienen la teoría de que el mal existe como un ente.
En el plano ético los hombres que no se quieran someter a la voluntad de Dios voluntariamente y actúen en forma contraria a esta voluntad “se sujetan a la corrupción del pecado e involuntariamente sufrirán la corrupción en medio de los castigos”,6 por lo que su conducta es digna de castigo, y este castigo es para purificar las intenciones y limpiar la corrupción que maneja su voluntad y su comportamiento. Pues el desorden en la naturaleza del hombre ocasiona corrupción, más el castigo sirve para ordenar la naturaleza y no solamente para causar dolor. Es preferible que la persona sufra el castigo para que sea ordenada su naturaleza, a que otra persona se regocije impunemente en el pecado y sea víctima de la corrupción, pues “mejor es la lesión o herida con dolor que la putrefacción sin dolor.7
En este libro se entiende que el comportamiento correcto del hombre es dejarse hacer por la voluntad de su creador aceptando los sufrimientos temporales que le pueda causar esta docilidad a la voluntad divina, más Dios es fiel y está dispuesto a aceptar al hombre cuando el hombre está dispuesto a curar lo que se ha enfermado por culpa del mal y de su desobediencia,pues “los pecadores, que por el pecado salieron del orden, entran de nuevo en él mediante la pena”.8
En el plano antropológico se muestra que el hombre tiene la oportunidad y la capacidad de alcanzar su felicidad plena, pero que también está en la libertad y posibilidad de despreciar la felicidad trascendente si se entrega a sus deseos carnales y no a la voluntad de su creador, las cosas “que han sido hechas de la nada y que, ciertamente, son inferiores al espíritu racional, no pueden ser ni felices o dichosas ni infelices”,9 cabe resaltar que esta afirmación se refiere al hombre que es un espíritu racional y que por lo tanto está en la posibilidad de elección entre su felicidad o infelicidad. Se puede especular que por esta afirmación que el hombre para Agustín es un ser dual, que tiene alma y cuerpo, y que con estos el hombre tiene que trabajar en armonía observando con gran atención al espíritu racional que habita en él.
Por causa de la brevedad del texto me he visto limitado a escribir sólo sobre el plano ontológico, ético y antropológico.
Bibliografía:
Fernández Clemente, Los filósofos medievales, Tomo I, BAC, Madrid 1979, pp. 372-380
1Fernández Clemente, Los filósofos medievales, Tomo I, BAC, Madrid 1979, p. 376
2Ibidem, p. 376
3Ibidem, p. 378
4Ibidem, p. 377
5Ibidem, p. 382
6Ibidem, p.379
7Ibidem, p. 384
8Ibidem, p. 379
9Ibidem, p. 379
Me parece importante tu aportación e interesante, pero al leerlo, me han quedado dos dudas. Según san Agustín, es preferible que la persona sufra castigo para que sea ordenada su naturaleza, entonces ¿de qué manera debemos entender el castigo? o ¿hablamos de un Dios castigador?
ResponderEliminarYo no diría castigador,diría ordenador :p
Eliminargracias por tu aportación, ya que presentas la definición del bien; ¿porqué mencionas que el hombre tiende al mal y que debe someterse a la voluntad de Dios si sabemos que el hombre posee libertad de elección? otra duda ¿Cúal es la razón por la que haces una analogía entre pecado y corruptibilidad?
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