Trataremos de exponer la visión de San Agustín, a través del análisis de los dos primeros libros de su obra Confesiones. En esta obra, que en gran parte es un escrito autobiográfico, veremos la interacción de el santo con Dios y como Agustín se aleja de Dios. Aunque también en este libro San Agustín expone su pensamiento, filosofía y teología, por lo que también haremos un análisis de estos. Buscaremos percatarnos de como vivía la experiencia de Dios en sus primeros años de vida y su reflexión ya con la experiencia de los años al respecto.
Intentaremos comprender la finalidad de esta obra maestra del santo y padre de la Iglesia. Viendo lo que el santo describe y lo que obvia, los datos que le parecen importantes y los que deja a un lado. Reparando en que esta no es una obra autobiográfica, o sea, su fin no es relatar su vida, sino es mostrar su encuentro con Dios para que otros puedan seguir su camino.
Comenzaremos por exponer su vida que, como hemos dicho, es una parte muy importante de la obra a analizar. Sin embargo daremos algunos detalles biográficos que el santo no menciona, por no considerar pertinentes a la obra.
Aurelio Agustín, como se llamaba San Agustín, nació el año 354 en Tagaste, una ciudad del norte de África, que en aquel entonces era una provincia romana. Su padre era un pagano de nombre Patricio, y su madre que se llamó Mónica, era cristiana y llegó a la santidad al igual que su hijo. Ella ejerció en San Agustín una marcada influencia que se puede ver a lo largo de la vida de este último. Agustín de Hipona, pasó su niñez y adolescencia entre Tagaste y Cartago. Fue un joven “de temperamento ardiente, opuesto a toda clase de frenos, llevó en este período una vida desordenada y disoluta, de lo cual se acusó ásperamente en las Confesiones.”[i] De estos datos sólo expone los de sus actos y no relata en la obra explícitamente a sus padres, ni los antecedentes autobiográficos que aquí exponemos, por lo que se ve que su obra no es pensada como una autobiografía.
En sus escritos, pero principalmente en esta obra, podemos degustar las palabras del santo, que nos hace transparente toda su vida, principalmente sus errores y fallas ante Dios y los hombres. Escribe con transparencia sobre sus faltas y nos podemos identificar con él en ellas. Habiendo sido San Agustín un hombre de su tiempo, metido en lo mundano, llega a la santidad y nos abre este camino a los demás que hemos caído en el pecado.
Para esto nos expresa un amplio análisis sobre sí mismo y sobre las motivaciones y circunstancias que lo llevaron a alejarse cada vez más de Dios. Devela los trucos del pecado y cómo cayó en él y sabiendo que fue lo que lo condujo podemos nosotros evitar esas tentaciones.
Así mismo nos narra su experiencia de Dios. En los capítulos iniciales hace un recuento de su vivencia y conocimiento de Dios, siendo Él el creador de todo, el Infinito, el que es infinitamente misericordioso, lleno de amor. Y nos da así una imagen viva y esplendida de Dios.
Por esto, en la primera parte de Confesiones San Agustín hace primero una alabanza a Dios: “Grande eres, Señor, e inmensamente digno de alabanza;”[ii] Debido a que ya a la edad que escribe este libro reconoce como Dios obró en su vida y como San Agustín se fue alejando. Para San Agustín Dios es lo primordial en la vida de los hombres e incluso desde la concepción y su nacimiento él se preocupa por los pecados que pudo haber cometido a esa corta edad, ya sea por los recuentos que escucha de su infancia, como por la observación de otros infantes.
Sin embargo, le parece oportuno plasmar estas confesiones o confidencias de su pasado para demostrar su amor por Dios, pero más importante el amor de Dios para con él. “Lo hago por amor de tu Amor, recordando en la amargura de una revivida memoria mis perversos caminos y malas andanzas.”[iii] Sintiendo como por medio del amor Dios nos libera de ellos si somos sinceros y admitimos frente a Dios nuestros pecados con un sincero arrepentimiento. “Señor: ¡ay del hombre y de sus pecados! Cuando alguno admite esto tú te apiadas de él.”[iv] Se ve en esto la clara visión teocéntrica que tiene y expresa la dualidad del hombre, que es creado para el bien, pero que escoge el mal.
En esta obra, Confesiones, Agustín de Hipona se representa cometiendo varios pecados o faltas. “Y sin embargo pecaba yo, oh Dios [...] Pecaba obrando contra el querer de mis padres.”[v] Estas faltas van desde plantear se debiera acusarse de gula siendo un lactante que exigía la leche, hasta por leer las tragedias griegas y obras de ficción que solo le daban entretenimiento. “Pecaba yo pues entonces, siendo niño, cuando prefería las ficciones a las letras útiles que tenía en aborrecimiento.”[vi]
Sus transgresiones continúan con la lujuria y la concupiscencia y culminan con el robo, que hace por el gusto de robar y no por necesidad. Y en este último punto San Agustín hace un análisis profundo de por que el hombre se encamina al mal. Aquí Explica que la búsqueda de un bien pasajero, por lo que se pretende conseguir con esto es lo que encamina al hombre al mal.
Sigue Agustín de Hipona exponiendo los diferentes pecados capitales, como la soberbia, la lujuria, la pereza y demás. En ellos primero expone lo que puede ser bello o llamativo al hombre, por ejemplo la soberbia dice que se asemeja o imita a la excelencia y por eso los hombres la buscan, para llegar a ser alabados y exaltados, y parecerse en eso a Dios.[vii] Sin embargo, luego enumera las razones por las cuales no es bueno y denota como la belleza que al principio aparentan estos pecados se torna efímera y desvanece.
Con todo, el hombre sigue cayendo en las trampas del pecado haciendo que este se aparte cada vez más de Dios. Y en esto San Agustín se usa de ejemplo “Me derramé y vagué lejos de ti, mi Dios, muy alejado de tu estabilidad, en mi adolescencia. Me convertí para mí mismo en un desierto inculto y lleno de miseria.”[viii] Pese a esto, en el mismo capítulo nos narra como Dios es la esperanza y el gozo, como el que encuentra a Dios encuentra el Sumo Bien y la saciedad, la tranquilidad y la hermosura.
En todo esto, San Agustín admira el plan de Dios y ve como aún cuando se alejaba de Él, Dios no lo abandona y lo instruye. “Sírvate [sic] pues, Dios y Señor mío, cuanto de útil aprendí siendo niño; y sírvate [sic] cuanto hablo, escribo, leo o pongo en números. Porque cuando aprendía yo vanidades, tú me dabas disciplina y me perdonabas el pecaminoso placer que en ellas tenía.”[ix] En esto ve la misericordia de Dios y como lo va preparando para ser pastor de su pueblo. Dios, según Agustín, no castiga aun cuando el hombre se lo tenga merecido. Incluso desde su primera infancia, San Agustín se ve como merecedor del castigo divino, pero reconoce la misericordia de Dios que aún habiendo acumulado un sinnúmero de pecados, no recibe ningún castigo más que el alejarse de Dios que es la felicidad y la paz.
Como pudimos observar, aunque la obra trata principalmente de los hechos en la vida de San Agustín, lo que el santo quiere exponer es su ideología y el amor y misericordia de Dios. Así mismo al exponer sus fallas, trata de que los demás puedan escarmentar en cabeza ajena y evitar caer en ellas. Esta obra no debe ser tratada, por lo tanto, como una mera autobiografía, sino que es la biografía de cada hombre, de cualquier hombre, que se encuentra con Dios después de huir de él y de buscar los placeres mundanos y la alabanza terrena. Y como por medio de la misericordia de Dios este hombre encuentra el perdón, y el gozo de estar con Dios.
Por esto los invito a que hagan una lectura profunda y meditada sobre esta obra de San Agustín, confrontando su propia vida y su experiencia de Dios con la de este santo, que fue más pecador y más atraído a lo mundano que lo que cualquiera de nosotros podría ser.
BIBLIOGRAFÍA
Abbagnano, Nicolas, Historia de la Filosofía, Vol I, 4ta ed., Barcelona, Ed. Hora, 1994.
[i] Abbagnano, Nicolas, Historia de la Filosofía, Vol I, 4ta ed., Barcelona, Ed. Hora, 1994, p. 274
[ii] Agustin de Hipona, Confesiones, Buenos Aires, San Pablo, 2006, Libro I, Cap. I, §1.
[iii] IDEM Libro II, Cap. I, §1
[iv] IDEM, Libro I Cap.VII , §1
[v] IDEM, Libro I Cap. X
[vi] IDEM, Libro I, Cap. XIII, §4
[vii] cfr. IDEM, Libro II, Cap. VI, §2
[viii] IDEM, Libro II, Cap. X
[ix] IDEM, Libro I, Cap. XV, §2
Luis, no me queda claro el aspecto epistemológico en tu trabajo, es decir, San Agustín escribe desde una reflexión eso es claro, pero cuando es niño cómo se puede encontrar este problema.
ResponderEliminarEl problema del mal en las Confesiones me parece muy interesante, ya que San Agustín parte desde su propia realidad personal para reconocer que la debilidad del hombre es la corrupción de sí mismo. Tu análisis presenta claramente, parte de ese proceso de arrepentimiento que vive San Agustín, que le hace alejarse del mal para abrazar el bien que viene de Dios.
ResponderEliminarPor otro lado, quisiera aportar que éste se da cuenta de que el mal exista en la tierra por el desvió de la voluntad del hombre hacia la propia satisfacción de sí mismo y no por designio de Dios, porque el hombre fue creado con voluntad propia para bien suyo y el de los demás. Sin embargo cuando el hombre busca su propia satisfacción inclina su naturaleza al mal, buscando la manera de amarse a sí mismo olvidando a los otros.
El estilo de redacción procura hacerlo en primera o tercera persona pero me parece que no es bueno en plural porque se entiendo como si estuviera escrita por varios autores.
ResponderEliminarSe trata de que realices una análisis de la obra, desde una perspectiva filosófica, por lo cual no está bien que hagas una motivación comportamental al lector puesto que es un escrito filosófico y no teológico o ético.
Aunque el título dice ser "el mal", no lo abordas a profundidad.
En el análisis del texto, se puede rescatar elementos filosóficos acerca del origen del mal, así como de la realidad y el conocimiento del hombre mismo. Sin embargo, se mezcla demasiado el aspecto espiritual, hay que entresacar puntos u opiniones filosóficas.
ResponderEliminarBueno, aunque he iniciado la lectura de Confesiones de San Agustín, estoy en el libro 1, efectivamente lo que me llamo la atención es como en las primeras lineas hace esa alabanza a Dios "Eres grande, Señor, y muy digno de alabanza. Grande eres, tú, Señor, y de gran fuerza. No tiene medida tu saber", bueno y uno puede pensar en esas palabras ya que si uno tiene conocimiento que llevó una vida desordenada y disoluta, pues como caben esas alabanzas de alguien que se "reformo". Bueno seguire con los otros libros de las Confesiones. Estoy en la edición de las Confesiones en editorial Taurus.
ResponderEliminarVale, no te apures, ya les diré cuándo publicar, mientras disfruta la lectura (yo te recomendaría conseguir la de la BAC)
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