jueves, 20 de enero de 2011

San Anselmo: Elementos Ontológicos I

La obra del Monologio de San Anselmo de Aosta, también llamado de Canterbury por haber sido arzobispo allí de 1093 hasta su muerte en 1109 es junto con Prosologio las obras principales de este santo, según Hansjürgen Verweyen. Este autor comenta que la prueba ontológica de la existencia de Dios que el santo presenta por primera vez en Prosologio, es uno de los argumentos más discutidos de la historia, y que los argumentos de la existencia de Dios plasmados en Monologio, son una suma muy completa de la teología, hasta ese momento.[i] “Anselmo nació el 1033 en Aosta del Piamonte. Entró en el monasterio de Bec, en Normandía, y llegó a ser el prior en el 1063, y abad en el 1078. La mayor parte de sus obras son el resultado de las discusiones que dirigía en el monasterio.”[ii]

En el Monologio, San Anselmo, comienza por explicar en un prólogo la intención de su obra, habiendo sido escrita para sus hermanos y no para la divulgación, como ocurrió ya desde su tiempo. También en éste razona sobre la validez de sus argumentos, atribuyéndolos en su mayoría a San Agustín y los demás a los padres griegos, haciendo esto para cubrirse de la persecución por parte de algún contrincante o de ser acusado de hereje por la Iglesia, como puede verse en el siguiente pasaje: “no he hallado en él [Monologio] nada que no se ajuste rigurosamente a los escritos de los Santos Padres, y principalmente a San Agustín [...] [para] que no me trate en seguida como innovador o apóstol de la mentira.”[iii]

Y así, después del breve prólogo, Anselmo de Aosta comienza con varios argumentos, que él cree que podrán convencer incluso a un no creyente. Empieza con la búsqueda del hombre de lo bueno o de lo que juzga bondadoso. De ahí que, Dios es el que provee o del que procede esta bondad como necesariamente existe un Ser del que ésta se desprenda y ese Ser es por deducción Dios, cosa que deja entre líneas. “¿Quién puede dudar que aquello por lo cual todo es bueno no sea un gran bien?”[iv] Y de aquí desprende su siguiente argumento sobre la grandeza de ese Ser. Siendo que engloba toda la bondad es por lo tanto soberanamente grande, que no solo quiere decir inmenso, sino más bueno, digno y sabio.

Su siguiente argumento parte de las causas, similar a la causa incausada de Aristóteles y retomada por San Agustín, demostrando una causa única y que solamente ella existe por sí misma. También demuestra que las demás cosas son menores a ésta, debido a que no puede ser producto una causa menor de algo mayor a ella misma. Así siendo la causa de todo, la causa creadora u originaria, mayor a todo, debe ser también perfecta y, por lo tanto, esa causa es Dios, aunque esto no lo expresa directamente.

Después, sigue considerando la nobleza de las cosas y al ver que hay cosas más nobles que las otras, discurre que debe haber una cosa que sea la más noble, y ésta debe de ser de una naturaleza única y superior a todas: “Existe, pues, una sola naturaleza, substancia o esencia, que es buena y grande por sí misma, que saca su existencia de su propio seno, y de la cual emanan verdaderamente la bondad, la grandeza, la existencia, que por consiguiente es la soberana bondad y grandeza, el ser y la substancia por excelencia; en una palabra, el principio superior a todo”[v] Por lo tanto, dice que esta naturaleza, pertenece a sí misma y lo demás también es de ella.

Continúa exponiendo su posición sobre la nada, o sea dice que: la nada, o no existe por que debe ser algo, o no puede crear algo, por que algo no puede salir de la nada.

Su último argumento sobre lo que es esa naturaleza, que claramente se identifica con Dios, es negativo, o sea, qué no es, diciendo que no es algo que pueda expresarse con palabras. Esta substancia o esencia no es relativa a nada, incluso como suprema, ya que va mucho más allá de cualquier relación que le querramos atribuir, y siempre estará por encima de lo mejor siendo positiva en todos los aspectos. “No se puede, por tanto, decir jamás que la esencia suprema sea uno de esos seres por encima de los cuales hay algo que no son ellos [...] Por lo cual, es necesario que sea viva, sabia, omnipotente, verdadera, justa feliz, eterna”[vi]

Las cosas, según Anselmo de Canterbury, son mejores u ocupan un lugar jerárquico mayor en cuanto se asemejan más entonces al Verbo, que es la “verdad de la esencia”, y de éstas por el árbol de Porfirio, el hombre es la que más se parece ya que tiene todo lo positivo, que es mejor que lo negativo (v.g.: animado v.s. inanimado, sensible v.s. insensible, racional v.s. irracional) y por lo tanto, aunque no se le puede comparar, el hombre es la creatura hecha a su imagen y semejanza, y por lo tanto la más perfecta de toda la creación.

Acaba San Anselmo viendo la relación de el hombre, ser racional, con Dios, suprema esencia. Primero hablando de la ciencia del hombre que no llega a conocer a Dios y que es por lo tanto una verdad revelada. Que Dios, siendo la sabiduría y la verdad, nos transmite o infunde parte de su esencia para poder conocerlo. Es entonces por el alma que Dios se nos revela, "puede, por tanto, considerarse al alma como un espejo creado para sí mismo, en el que debe ver, por decirlo así, la imagen del ser que no puede ver cara a cara."[vii]

Esta creatura racional, con alma, está creada para amar al creador, la esencia suprema, y así logra vivir verdadera y felizmente por la eternidad. Esto debido a que el Creador, siendo amado y siendo toda bondad, no puede aniquilar al ser amado. Y de la misma manera, aquél que ama a su Creador, no puede vivir infeliz, ya que está amando al ser que es omnipotente y es bondad pura.

Los argumentos de Anselmo de Aosta, aunque muy claros y bien formulados, pueden sufrir varias críticas, como que ya sabe a que conclusiones debe de llegar y a esto adecua sus argumentos. Y sin embargo San Anselmo busca la verdad y esa verdad es para él Dios. Y sus argumentos, más que para tratar de convencer a un incrédulo, cosa que pueden lograr, son más bien para darnos una forma de conocer a Dios, de relacionarnos mejor con Él.

BIBLIOGRAFÍA

Abbagnano, Nicolas, Historia de la Filosofía, Vol I, 4ta ed., Barcelona, Ed. Hora, 1994

Alamena, J., Obras completas de San Anselmo I: Monologio ..., BAC, Madrid, 1952 cit.pos. Fernandez, Clemente, Los Filosofos Medievales II, BAC, Madrid, 1979

Verweyen, Hansjürgen, El «Monologion» de Anselmo. Lineas Fundamentales de un Sistema de Filosofía Transcendental, Universidad de Navarra, Navarra, Via google.



[i] Cfr. Verweyen, Op. Cit., pág. 107-126

[ii] Abbagnano, Op.Cit., pp. 328-329

[iii] Fernández, Op. Cit., pág. 46

[iv] Idem, pág. 49

[v] Idem, pág. 52

[vi] Idem, pág. 58

[vii] Idem, pág. 63

1 comentario:

  1. Gracias por tu aportación; la duda que me surge, es la siguiente: Cuales son los argumentos para convencer a un no creyente?; a que te refieres con la pregunta siguiente: quien puede dudar de que aquello por lo cual todo es bueno no sea un gran bien? Que sentido tiene o cual es la intención del autor.

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