miércoles, 18 de enero de 2012

San Agustín: sobre la verdad, la religión y el entendimiento


Agustín de Hipona, nace el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, ciudad perteneciente al África romana, su madre, Mónica, lo educó en el cristianismo, mientras que de su padre, Patricio, recibiría una educación más bien romana (pagana). De modo que al crecer, sale de su casa en busca de instrucción académica, en la que destaca por su dominio de las letras, literatura y retórica; también lleva en esos momentos una vida que después él mismo llamará disoluta, en contacto con diferentes creencias religiosas. Su conversión suele ser lo que más se destaca que de hecho le inspira en la mayoría de sus obras. El texto leído es una edición que compila diversos escritos de san Agustín. Así entonces me limito a exponer los escritos puestos en el texto leído.
                Para hablar de la relación entre religión y filosofía, el editor usa el escrito De la verdadera religión. En ella san Agustín hace una apología del cristianismo defendiendo que la verdadera religión es aquella en la que se “honra a un Dios único (…) se le reconoce como principio de todas las cosas, y de donde reciben su virtud”[1]. Encontrándose, por tanto, en un error  los “llamados filósofos” que teniendo doctrinas contradictorias en templos comunes, veneran a muchos dioses. Y son contradictorias porque abrazan las creencias del pueblo mientras en privado predicaban doctrinas contrarias. Sin embargo, de entre todos aquellos, rescata a Sócrates porque en su predica enseñaba que “la verdad no se capta con los ojos del cuerpo sino con la mente purificada, y que toda alma con su posesión se hace dichosa y perfecta”[2], con ello, san Agustín, consideraba que invitaba a “cambiar de ideas y buscar al Dios único”[3]; y a Platón  porque con su teoría invitaba a purificar el alma de modo que buscara lo verdadero, que para san Agustín se encuentra en Dios.
                Ahora bien, para hablar de la verdad, el editor usa el escrito de los Soliloquios, donde partiendo de la pregunta de si es posible conocer a Dios, se determina que primero hay que conocer lo que nos lleva  a Él, es decir, a la verdad. Así se diferencia la verdad de lo verdadero, puesto que lo verdadero lo es por la verdad, pero hay cosas verdaderas que pueden morir, mientras que la verdad permanece y sin embargo queda la pregunta ¿dónde existe la verdad?, de modo que no está en las cosas que fenecen, porque como decía aunque las cosas verdaderas perezcan, la verdad subsiste; pero si no está en ningún lugar físico, entonces se debe decir que hay cosas inmortales y que éstas son inmortales, para que así la verdad pueda subsistir en ellas, así entonces, la verdad no puede dejar de ser[4].
                Cuando el editor quiere hacer referencia a la certeza de la verdad en la duda, usa nuevamente el escrito De la verdadera religión en donde, con otras palabras, san Agustín expresa que la es la certeza de la duda que tenemos de las cosas lo que nos hace buscar la verdad, y en esta búsqueda, la verdad es la meta, y se alcanza donde la luz de la razón se enciende en su forma más pura. Cuando esto se descubre, hay una renovación en nosotros.
                Consiguientemente, el editor expresa que no hay verdad en lo sensible, para ello hace uso del escrito Sobre diversas cuestiones, en donde queda dicho que lo que los sentidos alcanzan a percibir cambia, por ello no deja de hacerse. “Pero lo que no permanece no puede ser percibido: pues es percibido aquello que puede ser comprendido por la ciencia. Y no puede ser comprendido lo que cambia incesantemente”[5]. Por eso de los sentidos no puede venir la verdad, de hecho en ello hay mucha semejanza con lo falso, pues de lo que se percibe con los sentidos podemos tener imágenes, imágenes que la mismo tiempo pueden ser falsas, pero no hay posibilidad de discernirlo, y “nada puede ser conocido si no es discernido de lo falso, (de tal suerte que) no está el juicio de la verdad constituido en los sentidos”[6]. Por tal motivo la verdad está en Dios, verdad que sólo puede ser comprendida por el entendimiento y la mente, verdad que siempre permanece.
                Por último, el editor, busca la prueba de Dios por las verdades eternas, tomando el texto Del libre albedrio. Aquí, san Agustín, partiendo de que se entiende que se existe porque se vive, expresa que la más excelente de estas tres cosas es la inteligencia (el entendimiento), porque el que entiende existe y vive, y se observa en el hecho de que hay cosas que existen y no viven, y hay cosas que viven y no entienden, mientras que el hombre existe, vive y entiende. De modo que no hay mayor excelencia en nosotros, los hombres, y en todo las demás cosas que la razón. Pero hay algo superior a nuestra razón: Dios, y no sólo superior a nuestra razón sino que es de quien no hay nada mayor. Esto se ve en que es una la sabiduría en la que se contempla y se posee el sumo bien, aunque cada quien la vea con su propia mente, esta verdad es inconmutable y contiene en sí todas las cosas que son “inconmutablemente verdaderas”; y no podemos decir que esta verdad sea inferior a la razón, ya que no juzgaríamos según ella; no podemos decir que sea igual pues cambiara junto con nuestra razón y entonces no sería inconmutable; de modo que si no es ni inferior ni igual, es superior.[7]


Bibliografía

Canals Vidal, F. (ed.), Textos de los grandes filósofos. Edad media, Herder, Barcelona, 1991.




[1] De la verdadera religión, cap.1-3 y 5, citado en Canals Vidal, F. (ed.), Textos de los grandes filósofos. Edad media, Herder, Barcelona, 1991. p. 9.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] Cfr. Soliloquios, I, cap. 15; II, cap. 1-2, citado en Canals Vidal, F. (ed.), Textos de los grandes filósofos. Edad media, Herder, Barcelona, 1991. Pp. 13-17.
[5] Sobre 83 diversas cuestiones, 9, citado en Canals Vidal, F. (ed.), Textos de los grandes filósofos. Edad media, Herder, Barcelona, 1991. p. 20.
[6] Ibídem.
[7] Cfr. Del libre albedrío, II, cap. 3, 6, 9-10, 12-15, citado en Canals Vidal, F. (ed.), Textos de los grandes filósofos. Edad media, Herder, Barcelona, 1991. pp. 20-30.

1 comentario:

  1. Resulta muy interesante conocer la vida de san Agustín pues siendo él una persona "pagana" se convierte al cristianismo. Y digo que es interesante por la forma en la que se convierte: al emprender una búsqueda de la verdad desde la filosofía hace un recorrido por diversas instancias y corrientes filosóficas hasta que llega a la conclusión de que la verdad se encuentra en Dios. Además es muy valiosa la riqueza filosófica que nos deja. Rescata el pensamiento de filósofos griegos muy importantes. Su obra además me parece de fundamental importancia pues da bases para una futura reflexión filosófica en torno a la fe de los cristianos. Gracias Iván por tu aportación

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