miércoles, 18 de enero de 2012

Raimundo Lulio, Libro de las Demostraciones


Raimundo Lulio fue un filósofo europeo que vivió a mediados del siglo XIII e inicios del siglo XIV d.C.. Dentro de su amplia variedad de obras presentó en el año de 1930 un libro titulado “Libro de las demostraciones”. Dicho tratado fue escrito con la finalidad de motivar a los infieles para que abrazaran la fe católica y “para que sea atribuido al entendimiento el honor y la luz verdadera, por la que Dios le iluminó para poder entender los artículos por razones necesarias”[1]. Es decir, el autor, Raimundo Lulio se propone demostrar como es posible para el entendimiento acceder a los artículos propios de la fe en virtud del entendimiento que se nos ha dado y que a su vez Dios ha iluminado. Para demostrar esta posibilidad del entendimiento humano propone diversas razones necesarias, es decir, razones que no pueden ser de otra manera sino de esa que se propone solamente, es decir, son razones irrefutables las que el filósofo pretende ofrecer al lector.

Su obra se divide en cuatro libros o secciones. El primero tiende a probar, por razones necesarias, que el entendimiento por la gracia de Dios tiene posibilidad de entender los artículos de la fe. En el segundo se prueba que Dios existe, el siguiente tiene la finalidad de probar la santa y divina Trinidad. Por último, el cuarto libro pretende probar, por razones necesarias, la encarnación y el advenimiento de nuestro Señor Dios Jesucristo. Al inicio de toda la obra Lulio advierte que quien quiera leer su tratado conviene que cumpla con cuatro condiciones, entre las que destacan la intención del lector de alabar y servir a Dios y la creencia firme de que las verdades de la fe son accesibles al entendimiento humano.

La obra de este filósofo medieval comienza con el libro primero, “en el que se prueba que el entendimiento tiene posibilidad de entender por razones necesarias los artículos de la Santa Fe Católica”[2]. Para demostrar esto argumenta, entre otras cosas, que el hombre tiene, por virtud de Dios, es decir, por mera gracia y don del Señor, potestad de entender y recibir la verdad, que a fines últimos pertenece a la suma Bondad, que es Dios. Además, aún en esta primera parte ofrece una posible significación de la Trinidad en el alma humana. En primer lugar asegura que Dios ha creado el alma del hombre a su semejanza, para significar que es uno en tres personas. Para esto, así como el Padre engendra la Hijo y del Padre y el Hijo procede el Espíritu Santo, de la misma manera quiere Dios que en el alma la memoria engendre un entender y que de la memoria y el entendimiento surja un querer igual al mismo memorar y entender.

En el segundo libro, Raimundo Lulio quiere probar por razones necesarias la existencia y la unidad de Dios. “Investigamos y demostramos significaciones y demostraciones por las que Dios es demostrable por razones necesarias”[3]. En esta segunda sección se buscará, primordialmente, tratar de demostrar que existe la suprema Bondad. El autor considera que es notorio que ciertos bienes son superiores a otros, “porque los irracionales son mayores bienes que las plantas, y los racionales son mayores que los irracionales”[4]. De ahí logra deducir que necesariamente existe alguna cosa que sea el Bien supremo, puesto que si todos los bienes fueran iguales en nobleza, y ningún bien fuese superior a otro se igualaría en dignidad y nobleza todo cuanto existe: desde una roca hasta un ser humano, cosa que no es posible. Y así es que esta misma imposibilidad es la que deja al descubierto que el supremo Bien existe. Añade que el supremo Bien está sobre todos los bienes y deduce que es infinito en bondad, magnitud y eternidad.

Posteriormente da paso la tercera sección de la obra o el libro tercero en donde se prueba que en Dios hay trinidad. Al autor le parece que “sería tiempo y hora de que tuviésemos conocimiento, por demostraciones necesarias, de la santa Trinidad que existe en nuestro Señor Dios”[5]. Como al inicio de la obra, Raimundo Lulio vuelve a insistir en que con su escrito pretende que la fe hacia el supremo Bien sea más ferviente y a la vez comunicada a aquellos infieles que no creen. Por lo tanto se vuelve en un libro con finalidad primordialmente evangelizadora. Para demostrar la existencia de la santa Trinidad recurre a diversos argumentos. Además centra ahora su discurso en la suprema Operación, porque así como por medio del conocimiento que tenemos del supremo Bien, tenemos conocimiento de un solo Dios, así por el conocimiento que el hombre tiene de la suprema Operación, tiene conocimiento de la suprema Trinidad.

Conviene necesariamente que el Bien supremo no carezca de la suprema Operación. Además conviene necesariamente que si en el supremo Bien existe la operación, ésta convenga con el Bien supremo en igual magnitud, es decir, no puede ser que la operación del ser sea más que el ser. Lulio es determinante: “si hay operación en el supremo Bien, tiene igual Magnitud el Bien supremo y su operación[6]. Por último muestra que el amor es bueno; porque si no fuese bueno, la caridad no sería una virtud, lo que considera imposible. Y si la caridad es virtud, entonces es conveniente que la obra del amor sea buena, porque si fuese mala, la caridad sería un vicio: y, siendo el amor y su operación algo bueno, necesariamente conviene que en el supremo Bien exista el amor.

Bibliografía

Canals Vidal, F. (ed.), Textos de grandes filósofos Edad Media, Barcelona, Editorial Herder, 1991, pp. 159-179


[1] Canals Vidal, F. (ed.), Textos de grandes filósofos Edad Media, Barcelona, Editorial Herder, 1991, p.159

[2] Ibídem, p.161

[3] Ibíd., p.163

[4] Ib., p.165

[5] Ib., p.169

[6] Ib., p.172

2 comentarios:

  1. Raimundo Lulio, al vivir a finales de la Edad Media, y a ver tantos ataques a la Iglesia, mucha crítica a ésta, realmente le surgió la necesidad fundamentar la fe de los creyente, para que estos pudieran creer más firmemente en la religión, y ésta no fuera debilitándose, sino al contrario fuera tomando nuevamente la fuerza que antes tenía. Pienso que esa fue la motivación principal movió a Raimundo para escribir, y con ello, probar la existencia de Dios, y así los cristianos no tuvieran un declive en su fe.

    ResponderEliminar
  2. Esta aportación es muy importante porque demuestras el pensamiento medieval cristiano, donde los religiosos o sacerdotes empiezan a dar razones de su fe; y tu aportación es un claro ejemplo de ello.Por ejemplo, tu mencionas que el hombre tiene, por virtud de Dios, es decir, por mera gracia y don del Señor, potestad de entender y recibir la verdad, que a fines últimos pertenece a la suma Bondad, que es Dios. En conclusión el hombre cristiuano tiende hacia la verdad dada por el mimso Dios.

    ResponderEliminar

Por favor deja un comentario útil, constructivo y documentado