Filóstrato fue un sofista griego que escribió la vida de varios filósofos y sofistas. Entre sus escritos encontramos la Vida de Apolonio deTiana. Y siendo que dicha obra la encontramos desarrollada en varios libros, baste anexar como introducción que el presente trabajo se ha realizado a partir del libro II, por tal motivo recomiendo al lector hacer lo propio con el trabajo correspondiente al libro I. Así nos percataremos de que en el libro II se continúa con el relato del viaje que Apolonio emprende, en compañía de Damis, con destino a la India.
Así pues, al salir (Apolonio y Damis) de las tierras de Babilonia pertenecientes al rey Vardenes con toda su comitiva dotada por el mismo, continúan su viaje atravesando los montes Cáucaso y Tauro. Ya de por sí “el monte constituye para los bárbaros un tema de leyendas, que también los griegos cantan sobre él: que Prometeo, por su amor a la humanidad, fue atado…”[1] y castigado después de robar el fuego de Zeus, para dárselo a los hombres. Lo que nos da a entender el aprecio que estos hombres tenían a los montes, es decir, lo que quería reflejar la leyenda, y en el texto queda en claro, es que el monte era la forma de acercarse a la divinidad. Por ello más adelante, mientras suben el monte, Apolonio pregunta: “¿puedes decir entonces, Damis, lo que has comprendido de lo divino al caminar cerca del cielo?”, vale la pena resaltar que Apolonio opina que no importa a qué altura física estés, sólo caminarás por lo alto en la medida que puedas “exponer opiniones más claras… sobre qué es la virtud y qué la justicia y la templanza…”, de otra forma seguirás caminando por abajo y no por lo alto.
Tras cruzar el monte se encuentran algunos nativos, que les regalan vino, carne y algunas plantas para comer; oportunidad para otra lección de Apolonio a Damis, en dónde le dice que no importa de lo que esté hecho el vino ni de qué animal sea la carne, siempre es mejor una vida ascética. Reanudan su marcha mientras siguen con su charla. Por ejemplo, de los elefantes, descubren que no hay que juzgar al jinete de valiente por montarlo, sino al elefante mismo porque por la obediencia de su naturaleza se deja guiar.
Mientras tanto cruzaron el rio Indo, y seguían filosofando, ya fuese acerca de las dimensiones del río, o al llegar a Taxila, acerca de su historia…
Ya estando en Taxila, surge otra reflexión sobre el valor de la pintura en donde, después de algunos argumentos, se llega a la conclusión de que en el arte de la imitación “es una la más perfecta, la pintura, que puede llevar a cabo representaciones con la mente y con la mano, y que la imitación de la imaginación es pues parte de aquella” por lo tanto “la capacidad de imitación le viene a los hombres de la naturaleza, pero la capacidad pictórica de la destreza”[2]. “Y mientras se empeñaban en este razonamiento, se les presentan de parte del rey Fraotes unos mensajeros y un intérprete: que el rey lo hacía sus huéspedes hasta tres días…”. Tras aceptar la propuesta de rey y dirigiéndose a su entrevista con el mismo, Apolonio se percata de la austeridad del palacio real, misma que sólo puede ser propia de un filósofo; su intuición es confirmada mientras charla con el rey, pues descubre que no sólo es austero en las cosas sino en lo que come (para el gusto de Apolonio sólo le faltaría dejar también el vino). Sobre si el rey es filósofo, Apolonio sacia esa inquietud preguntando dónde es que ha aprendido la filosofía, por lo que el rey le cuenta su historia, el resultado es que ambos se ganan estima. Sin embargo aún le queda mucho a Apolonio por enseñar y lo realiza de dos formas muy concretas: la primera le enseña la importancia de la austeridad también en el beber poniéndose él mismo como ejemplo: "los que beben lo que yo (agua) acogen el sueño con alma pura y ni se sienten aligerados por éxitos ni espantados por ninguna adversidad, pues es equilibrada para ambas cosas el alma sobria y no dominada por ninguna pasión”[3]; la segunda enseñanza es en referencia a un juicio sobre un tesoro encontrado en una tierra que se vendió y que ahora el vendedor reclamaba, ahí le da el consejo de: “sopesarlos como en una balanza y examinar la vida de ambos, pues me parece que los dioses al uno no lo habrían privado de su tierra si no fuera una mala persona, y al otro no le hubieran concedido a su vez lo de bajo tierra si no fuese mejor que el que la vendió”[4]. Al día siguiente parten Apolonio y Damis continuando su viaje, no sin antes recibir del rey una dotación nueva de camellos, ropas, oro y piedras preciosas.
Sin duda el relato de Filóstrato es anecdótico, pero nos da a conocer algunas concepciones propias de la filosofía de aquel tiempo, quizá en este caso un tanto inclinada al estoicismo.
Bibliografía
Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana, Libro II, Madrid, Gredos, 2002, Págs. 65-116
Es interesante conocer una postura acerca de la ascesis desde un filósofo y el relato con el que se desarrolla tal explicación. En la mayoría de las ocasiones se puede decir que la ascesis persigue un fin último, puede ser el encuentro con Dios o simplemente un encuentro espiritual.
ResponderEliminarEn tu escrito, puede entender que no es tanto la actividad la que nos rige, sino más bien, nosotros estamos para la vida como lo es el ejemplo : “para todos los hombres la vida… para todos los animales la vida son sus hijos”. Muy buena aportación.
Encontremos una verdad mas cercana a la verdad absoluta
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