jueves, 10 de marzo de 2011

Pico de la Mirándola, Sobre el ente y el uno

En el presente texto se expondrá de manera breve algunos datos de notoria importancia relacionados con la vida de Pico de la Mirándola. A pesar del gran aporte humanístico de dicho autor es importante destacar su inclinación por describir ciertos atributos del ser de Dios, tema fructífero y de gran polémica dentro de la edad media. Además de hablar sobre aspectos concretos de la vida de Pico de la Mirandola se mencionarán de sobria manera ciertos puntos sobresalientes en su obra Sobre el ente y el uno.

Juan Pico de la Mirándola “hombre de prodigiosa memoria, y cuyo platonismo enlaza con la cábala y desemboca en la magia”,1 humanista italiano, nacido en Mirandola, Módena. Estudió derecho en Bolonia, y filosofía en Padua, donde conoció el aristotelismo y el averroísmo. Marcha a París a profundizar su filosofía y, hacia 1486, compone 900 tesis, tesis inspiradas en la filosofía, la cábala2 y la teología, que pretende defender públicamente en Roma y en las que funda doctrinas aristotélicas, platónicas, escolásticas, cabalísticas y herméticas. El Papa Inocencio VIII halla siete de ellas condenables y otras dudosas, y prohíbe su exposición pública; la Apología que de ellas hace Pico obliga al Papa a prohibirlas todas; Pico es arrestado en Lyon y encarcelado en Vincennes como hereje en 1488 pero, perdonado y liberado por Carlos VIII, por intercesión de Lorenzo de Médicis, vuelve a Florencia y colabora en la Academia Florentina con Ficino. El papa Alejandro VI le concede el perdón en 1493.3

Pico de la Mirándola en su libro Sobre el ente y el uno inicia con una oposición al pensamiento de los platónicos cuya argumentación relacionada con el ente y el uno está basada en la posibilidad de la superioridad del uno sobre el ente, porque explican [los platónicos] que el uno puede ser asociado con el principio material de todas las cosas y proponen la informidad del uno al afirmar que “es uno, pero que no es ente, e igualmente ponen en el ámbito de lo uno a la materia primera, esa materia basta e informe de todas las cosas, pero la excluyen del ámbito ente”.4 Y debido a que el ente y el uno son diferentes en atributos característicos, también son diferentes en sus opuestos, porque lo opuesto del ente es la nada, y el opuesto del uno es la multiplicidad según los platónicos.

En cuanto al ente se refiere, Pico de la Mirándola argumenta que no hay nada más común que el ente, porque el ente puede ser relacionado con la composición de todas las cosas refiriéndose a lo material y por lo tanto a lo limitado. Dicho autor no niega la posibilidad de que exista algo superior al ente, porque menciona que “Dios no es ente, sino super-ente, y que hay algo superior al ente, a saber: Dios; y como se le da el apelativo de Uno, se sigue que tendremos que reconocer que el Uno está sobre el ente”.5 Ningún ente puede ser mayor al Ser que lo ha creado a pesar que el Ser superior no sea de la misma naturaleza del ente, pues Dios es el origen de todos los entes y por consiguiente más que cualquier ente.

Dentro del plano epistemológico el hombre tiene la capacidad de conocer determinados atributos de Dios pero la capacidad del hombre sigue teniendo fuertes limitaciones que van en torno al conocimiento sensible pues “éste no es imperfecto tan sólo por ser únicamente conocimiento y no apetición, sino también por ser un conocimiento imperfecto, tanto porque necesita de órgano tosco y corporal como porque no alcanza más que a lo superficial de las cosas, sin llegar a lo íntimo de ellas, a su sustancia”.6 El conocimiento humano no sólo es sensible sino también lógico, pero de igual forma queda limitado para poder llegar al ser de las cosas y con mayor razón queda limitado para llegar al ser de Dios.

En el mismo plano del conocimiento de Dios, el autor muestra la importancia de los nombres en relación con el ser, el conocimiento de las cosas y por ende, para el conocimiento de Dios. Porque ahora se ve el hombre en la incapacidad de nombrar el ser de Dios, y para lograr conocer la verdad de Dios es necesario que el hombre salga de la luz de la razón para entrar en la tiniebla en la que se encuentra el ser de Dios, porque parece que la misma razón está limitada por su propio conocimiento al intentar comparar a Dios con atributos parecidos a los atributos que se le dan a los entes comunes. Porque “mientras entendamos y comprendamos lo que se dice de Dios, nos movemos en la luz, y tanto menores cosas decimos y sentimos de Dios cuanto menor es la capacidad de nuestra inteligencia que su infinita divinidad”,7 es necesario ser iluminado por la luz de la ignorancia para conocer el verdadero ser de Dios que no puede ser reducido simplemente a verdad, reino, sabiduría, ni uno, ni unidad, ni deidad, ni bondad, ni espíritu. Es el momento de empezar a subir los cuatro escalones para llegar a la tiniebla del conocer.

El primer escalón para llegar a dicha tiniebla es saber que Dios no es cuerpo, ni forma del cuerpo, pero si es el alma del cielo o del universo; en el segundo escalón se muestra que “lo que pocos llegan a saber y en lo que nosotros corremos más peligro de errar a poco que nos desviemos de la recta inteligencia, a saber: que Dios ni es vida, ni entendimiento, ni inteligible, sino algo mejor y más excelente que todas esas cosas, ya que todos esos nombres significan una perfección particular, ninguna tal hay en Dios,8 pero es más posible y loable llegar a amar a Dios con mayor capacidad que llegar a conocerlo, y en la situación de amar a Dios más que conocerlo el hombre encuentra la posibilidad de llegar a una cierta plenitud o felicidad. En el tercer escalón se puede encontrar la tentación de verse iluminado por alguna luz o razón mayor que se tenía antes de empezar a subir los escalones del conocimiento de Dios y esto lleva a imaginar a Dios como un ser impío y limitado relacionándolo con un cuerpo humano, pues es como si se le limitase al alma a ser cuerpo. Y en el último escalón se llega a la conclusión de que “Dios no sólo es, como dice Anselmo, el ser por encima del cual nada se puede pensar, sino que es aquello que es infinitamente mayor que todo aquello que se puede imaginar”.9

Los platónicos ven a la materia prima como una, porque según Platón la multitud no necesariamente se opone al uno de la materia en la misma forma que el no-ente se opone al ente. Los atributos que se le pueden dar a todas las cosas son: ente, uno, verdadero y bueno. Porque sólo se le puede decir al hombre imagen verdadera si es conforme a su creador, pues las criaturas si tienden hacia su creador como su fin último, se les llama buenas, pues todas las cosas desean el bien. “En el ser de las cosas podemos admirar la potencia de Dios que las produce, en la verdad venerar la sabiduría del artífice, en su bondad corresponder con amor a la libertad del amante, en la unidad percatarnos de la simplicidad, por decirlo así, única del Creador, la cual unió todas las cosas a sí, y entre ellas mutuamente, llamándolas a cada una al amor de sí mismas, de los otros y, en fin, de Dios”.10

Por lo que se llega a la conclusión de que Pico de la Mirándola en su obra Sobre el ente y el uno explica algunos posibles atributos que se le pueden dar al ser de Dios relacionados con el ser y la esencia de los entes materiales. Parte del mundo real para llegar al conocimiento de Dios cruzando por la luz de la ignorancia o tiniebla de la razón para terminar con la siguiente argumentación relacionada con los posibles apelativos que se le dan al ser de Dios, “primero será uno, ya que se le concede en sí mismo antes de concebírsele como causa. Después será bueno; en tercer lugar, verdadero, y en cuarto ente”.11


Bibliografía


  • Gonzalez Angel, Historia de la filosofía en cuadros esquemáticos, 4º ed., ESPESA, Madrid, 1953, 152 pp.

  • Pico de la Mirándola”, en Clemente Fernández, Los filósofos del renacimiento, Selección de textos, BAC, Madrid, 1900 pp. 68-93.

1Gonzalez Angel, Historia de la filosofía en cuadros esquemáticos, 4º ed., ESPESA, Madrid, 1953, p. 87.

2 Conjunto de doctrinas teosóficas basadas en la Sagrada Escritura, que, a través de un método esotérico de interpretación y transmitidas por vía de iniciación, pretendía revelar a los iniciados doctrinas ocultas acerca de Dios y del mundo. Diccionario de la lengua española 22º ed.

3Cfr. Herder, Diccionario en CD-ROM

4Pico de la Mirándola, “Sobre el ente y el uno”, en Clemente Fernández, Filósofos del renacimiento, BAC, Madrid, 1900, p. 68

5Ibidem, p.75

6Ibidem, p.77

7Ibidem, p. 80

8Ibidem, p.81

9Ibidem, p.83

10Ibidem, p. 88

11Ibidem, p. 90

2 comentarios:

  1. En general es buena tu aportación y tu exposición tiene una secuencia lógica, queda claro que el uno está por encima del ente y que hay diferencia entre la concepción de Pico de la Mirandola y Platón, sin embargo, no dejas en claro esa distinción, al dejar inconcluso si el ente era la materia prima o la materia primera.

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  2. Me agrada la forma en como vas desglosando tu escrito y le integras el pensamiento de Pico della Mirandola con el argumento de los otros filósofos en quienes se apoya.
    solo una pregunta, dentro de los cuatro escalones, ¿El hombre puede notar la reducción de tiniebla y así llegar con mayor claridad al cuarto nivel?

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