sábado, 30 de noviembre de 2013

Tristán e Iseo más allá del amor cortés


Tristan e Iseo, los amantes que se enfrentan a un amor imposible dando una nueva concepción sobre la relación de pareja. En la versión de Béroul, se rompen los esquemas tradicionales sobre lo que es el amor y erotismo, el matrimonio y la sexualidad, fidelidad y adulterio y la intervención de Dios a favor de los amantes.
Tristán e Iseo, lejos de ser los amantes que se eligen a sí mismos, como lo planteaba el amor cortés, es el filtro del amor quien se encarga de unirlos y hacer de ellos amantes pasionales que nada pueden hacer contra esa naturaleza, los amantes viven un amor descontrolado ante su propia voluntad y ante las normas establecidas de la sociedad y la religión cristiana. Ante la imposibilidad de la mesura, Tristán e Iseo nos muestran un erotismo más fuerte que la razón, un amor profundo del que nace un deseo sexual incontenible y que consuman constantemente como algo sublime.
Por otro lado, el filtro del amor provoca una relación de igualdad entre los amantes, aspecto contrario a las pautas corteses en los que la imagen de la mujer se define en términos de superioridad, inaccesibilidad, donde la mujer era moralmente respetable, admirable y distante o podía actuar con desdén e incluso altanería hacia su amante. Con Tristán e Iseo no existe idealización metafísica de la mujer como en el amor cortés de los trovadores, ni la mujer es un medio a través del cual el hombre engrandece su espíritu, desarrollando un sentimiento religioso. Sin embargo, el filtro no tiene los mismos efectos en los dos amantes. Tristán parece sufrir en mayor medida por el amor que siente hacia Iseo, siempre dispuesto a hacer cualquier cosa por su amada, y que incluso habiéndose casado con Isolda de las manos blancas, nunca consumo su matrimonio y siempre le fue fiel  a Iseo la rubia.

 En la versión de Béroul, el autor presenta a los amantes como inocentes, donde a pesar del adulterio lo único que importa es su verdadero amor y su fidelidad entre ellos. Existe una ayuda divina que protege a los amantes; hay una ruptura entre poder divino, tolerante ante un amor prohibido y poder religioso, el que hace como censor ante este tipo de amor adúltero. El peso censor de la religión cristiana, está representada en la actitud y las palabras del ermitaño Ogrín y el filtro del amor se convierte en un elemento con un gran poder de liberación ante un peso de moral, ya que Tristán e Iseo intentan justificar el desvío de su actitud aludiendo al poder del filtro del amor que en todo momento supera los dictados de su voluntad.                                               

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