Una
breve introducción a la figura de la mujer desde la perspectiva
europea medieval ofrecida en el Malleus Maleficarum
de Heinrich Kramer
y
Jacobus
Sprenger.
A
lo largo de la historia la figura femenina ha sido objeto de
múltiples juicios y perjuicios, y durante la época medieval fueron
objeto de persecución y castigo por ese mismo hecho. Se
tendía a aseverar que la mujer, por su supuesto modo de ser,
(infiel, viciosa, lujuriosa, ambiciosa...) podía ser catalogada como
supersticiosa o bruja, todo ello a partir de determinado patrón de
comportamiento.
La
santa inquisición
ofrecía en
el medievo
un manual
con el
cual se
presumía podía
identificarse a
aquellas mujeres
que se mantuvieran en
relación con
lo demoniaco.
El Malleus
Maleficarum,
de Heinrich
Kramer y
Jacobus Sprenger,
expone la
pregunta sobre
por qué
las mujeres
son quienes
por predisposición
tienen una
mayor inclinación
hacia la
brujería y
por qué
razones se
da ello;
a la
par de
la exposición que ofrece éste tratado contra la brujería, deja
clara una
visión muy
acotada sobre
lo que
la mujer
representaba dentro
de una
Europa donde
era la
figura masculina
sobre la
que giraba
el desarrollo
de la
vida en
todos los
niveles y
esferas.
Dentro
del texto pueden encontrarse aquellas
razones por
las cuales,
de acuerdo al manual, es
el sexo
femenino quien
encuentra mayor
interés en
la adoración
demoniaca. Dichas razones eran sustentadas en
afirmaciones que
defendían la idea
de que
la mujer,
al carecer
de prudencia
y no
controlar su
inquietud, es
quien busca
al demonio
como confidente
y amante.
Nada peor
que una
mujer malévola,
que conjuga
calamidad y
fatalidad. Era
su apetito
lo que
les llevaba
hacia la
brujería, su
debilidad mental,
su falta
de carácter,
su superstición,
lo que
las lleva
a ser
víctima sencilla
para el
demonio.
Víctimas
de su
potencial para
extremar lo
bueno y
lo malo,
es eso mismo
lo que
las hace
tan peligrosas;
pueden ser
razón de
consecuencias positivas
o negativas,
pero ambas
siempre potencializadas
al máximo.
Además, por
ser de
un intelecto
distinto, inferior
al de
los hombres,
son ellas
quienes se
ven mayormente
en relación
con lo
demoniaco, su
falta de
templanza, fe
y prudencia,
hace al
sexo femenino
el ideal
para ser
el intermediario
del demonio.
Y
sin embargo, la Inquisición no persiguió a todas las mujeres que
practicaban con amuletos y manejaban fuerzas que se pensaba iban más
allá de la comprensión meramente humana, únicamente a aquellas
mujeres que consideraban no hacían uso benéfico de tales fuerzas y
las destinaban a servir al demonio. Así, en el medievo no estaban
mal vistas ciertas prácticas semejantes a la brujería pero con fines
legítimos, por ejemplo las mujeres que brindaban curación y
alivio, ni tampoco las prácticas de los magos.
De
modo que, desde la mirada europea medieval, la mujer se encontraba en
un momento histórico muy poco favorable, pues se encontraba bajo el
constante acecho de un brazo tan largo y poderoso como el que
representaba la Santa Inquisición, el cual se extendía hasta los
núcleos más básicos de la sociedad. Desafortunadamente a través
de la historia la figura femenina ha sido objeto de un sin fin de
abusos y sufrimientos, privaciones y juicios, los motivos han sido
varios, pero todos con el común denominador de subestimar y rebajar
a la mujer. Y sin embargo, con el paso
del tiempo y los esfuerzos de un sinfín de personas, ha sido posible
dar otra perspectiva de la naturaleza femenina, al grado de llegar al
culto de la misma.
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