jueves, 21 de noviembre de 2013

Una breve introducción a la figura de la mujer desde la perspectiva europea medieval ofrecida en el Malleus Maleficarum de Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger.


Una breve introducción a la figura de la mujer desde la perspectiva europea medieval ofrecida en el Malleus Maleficarum de Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger.

A lo largo de la historia la figura femenina ha sido objeto de múltiples juicios y perjuicios, y durante la época medieval fueron objeto de persecución y castigo por ese mismo hecho. Se tendía a aseverar que la mujer, por su supuesto modo de ser, (infiel, viciosa, lujuriosa, ambiciosa...) podía ser catalogada como supersticiosa o bruja, todo ello a partir de determinado patrón de comportamiento.
La santa inquisición ofrecía en el medievo un manual con el cual se presumía podía identificarse a aquellas mujeres que se mantuvieran en relación con lo demoniaco. El Malleus Maleficarum, de Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, expone la pregunta sobre por qué las mujeres son quienes por predisposición tienen una mayor inclinación hacia la brujería y por qué razones se da ello; a la par de la exposición que ofrece éste tratado contra la brujería, deja clara una visión muy acotada sobre lo que la mujer representaba dentro de una Europa donde era la figura masculina sobre la que giraba el desarrollo de la vida en todos los niveles y esferas.
Dentro del texto pueden encontrarse aquellas razones por las cuales, de acuerdo al manual, es el sexo femenino quien encuentra mayor interés en la adoración demoniaca. Dichas razones eran sustentadas en afirmaciones que defendían la idea de que la mujer, al carecer de prudencia y no controlar su inquietud, es quien busca al demonio como confidente y amante. Nada peor que una mujer malévola, que conjuga calamidad y fatalidad. Era su apetito lo que les llevaba hacia la brujería, su debilidad mental, su falta de carácter, su superstición, lo que las lleva a ser víctima sencilla para el demonio.

Víctimas de su potencial para extremar lo bueno y lo malo, es eso mismo lo que las hace tan peligrosas; pueden ser razón de consecuencias positivas o negativas, pero ambas siempre potencializadas al máximo. Además, por ser de un intelecto distinto, inferior al de los hombres, son ellas quienes se ven mayormente en relación con lo demoniaco, su falta de templanza, fe y prudencia, hace al sexo femenino el ideal para ser el intermediario del demonio.

Y sin embargo, la Inquisición no persiguió a todas las mujeres que practicaban con amuletos y manejaban fuerzas que se pensaba iban más allá de la comprensión meramente humana, únicamente a aquellas mujeres que consideraban no hacían uso benéfico de tales fuerzas y las destinaban a servir al demonio. Así, en el medievo no estaban mal vistas ciertas prácticas semejantes a la brujería pero con fines legítimos, por ejemplo las mujeres que brindaban curación y alivio, ni tampoco las prácticas de los magos.

De modo que, desde la mirada europea medieval, la mujer se encontraba en un momento histórico muy poco favorable, pues se encontraba bajo el constante acecho de un brazo tan largo y poderoso como el que representaba la Santa Inquisición, el cual se extendía hasta los núcleos más básicos de la sociedad. Desafortunadamente a través de la historia la figura femenina ha sido objeto de un sin fin de abusos y sufrimientos, privaciones y juicios, los motivos han sido varios, pero todos con el común denominador de subestimar y rebajar a la mujer. Y sin embargo, con el paso del tiempo y los esfuerzos de un sinfín de personas, ha sido posible dar otra perspectiva de la naturaleza femenina, al grado de llegar al culto de la misma.

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