Desiderio Erasmo de Rotterdam, originalmente llamado Gerardo, cambia su nombre por el que actualmente se le conoce, que significa (en latín y griego) lo que se desea. Sobre su fecha y lugar de nacimiento se tienen algunas dudas, aunque se le ubica entre 1466 y 1469, en Holanda, su muerte se conoce fue en Basilea en 1536. Hombre interesado en las letras, en el griego y en el latín. Ingresa en el seminario y es ordenado sacerdote, situación que dejará posteriormente bajo la dispensa de las órdenes sagradas. Por mucho tiempo se dedicó al profesorado Oxford. Amigo de Tomás Moro a quien dedica su obra Elogio de la locura. En contra del pensamiento de Lutero escribe su obra Sobre el libre albedrío. En general se le conoce por su pensamiento humanista.
En esta ocasión presento el reporte de dos lecturas: la primera se trata de una antología textos y la segunda es propiamente el escrito de Erasmo de Rotterdam Elogio de la locura. En la antología encontramos la referencia a fragmentos de tres escritos de Erasmo, a saber, La guerra es grata a los inexpertos, Elogio de la locura (el cual abordaré cuando haga referencia a la segunda lectura), y Educación del príncipe cristiano.
En La guerra es grata a los inexpertos se descubre una especie de defensa a la naturaleza del hombre y en ella a la paz, idea apoyada quizás por el contexto en el que vivió su autor. Los fragmentos presentados en la antología inician con la premisa de que “Dios ha creado al ser humano no para la guerra sino para la amistad”[1], esto se observa incluso en su nacimiento, siendo el único ser al que no se le haya dado ningún miembro para la lucha, incluso (Erasmo) llegará a afirmar que “sólo el hombre nace en tal estado, que por mucho tiempo depende en todo su ser del auxilio ajeno”.[2] Esto nos indica que es también el único ser hecho para la amistad, que en palabras de Erasmo fragua y se consolida con la reciprocidad de favores. Concede posteriormente a la Naturaleza haberle dado al hombre algunas cualidades entre ellas el uso de la palabra y la razón, de la cual se deberá servir para “conciliar y fomentar la benevolencia”[3]; le inculcó además la aversión a la soledad y el amor a la amistad; y le otorgó “el afán por conocer las disciplinas liberales y el deseo ardiente de conocer, que así como contribuye a apartar el espíritu humano de todo sentimiento de crueldad, tiene también gran eficacia para granjear amistades”.[4] Todos estos dones que la Naturaleza ha brindado al ser humano muestran su tendencia natural a la paz y a la amistad, no a la guerra De este modo concluye el editor los fragmentos de este texto con la afirmación de Erasmo que dicta que “Dios puso al hombre en el mundo como a una cierta imagen de sí mismo, para que, a modo de una deidad terrestre, velase por el bienestar de todos.
Por lo que concierne al texto Educación del príncipe cristiano, destaca algunos rasgos importantes para aquel que va gobernar, en donde encontramos que lo mas importante es que “albergue los mejores sentimientos hacia Cristo (…) medirlo todo con la regla de los verdaderos males y los verdaderos bienes, pensando que nada es verdaderamente sino lo que está unido a la iniquidad, y nada verdaderamente bueno sino lo que acompañado de la honestidad”.[5] Posteriormente explica la importancia de no perderse por el afán de poder o de felicidad, pues ésta ultima viene dada sólo por la sabiduría, la integridad y el proceder honesto. Por último explica el por qué de esta educación que otros pensarían es propia de los filósofos, y la justificación que da Erasmo es que “si no se es filósofo, no se puede ser príncipe”,[6] se podrá ser tirano o uno más del vulgo, pero verdadero príncipe no.
En la antología aparece también el Elogio de la locura, sin embargo para este texto me he remitido no a los fragmentos sino al texto completo. “Elogio de la locura es una sátira en llaga viva, en la que la misma locura se burla de la falsa religiosidad y otras ideas y sentimientos enfáticamente mantenidos por aquellos que en realidad los escarnecen: el amor, el patriotismo, la ciencia”.[7]
A manera de discurso la Locura se presenta y se defiende ante un público y después de justificar que es precisamente por ser coherente con su locura que se alaba y canta sus propios méritos en esta presentación, advierte que no es posible definirse a si misma porque sería ponerle límites y ella no los tiene, sin embargo se expresa de sí misma como la “verdadera distribución de bienes”[8]. Y al mismo tiempo en que se defiende a sí misma, ataca a aquellos que se hacen pasar por sabios, pues dice: “los retóricos de nuestros días que se creen pequeños dioses cuando, como la sanguijuela, se sirven de su lengua y consideran como algo maravilloso mezclar, sin pies ni cabeza, en un discurso latino algunas palabras griegas para darle un sentido enigmático”.[9]
A manera de discurso la Locura se presenta y se defiende ante un público y después de justificar que es precisamente por ser coherente con su locura que se alaba y canta sus propios méritos en esta presentación, advierte que no es posible definirse a si misma porque sería ponerle límites y ella no los tiene, sin embargo se expresa de sí misma como la “verdadera distribución de bienes”[8]. Y al mismo tiempo en que se defiende a sí misma, ataca a aquellos que se hacen pasar por sabios, pues dice: “los retóricos de nuestros días que se creen pequeños dioses cuando, como la sanguijuela, se sirven de su lengua y consideran como algo maravilloso mezclar, sin pies ni cabeza, en un discurso latino algunas palabras griegas para darle un sentido enigmático”.[9]
Concebida por su madre la Juventud, vio la primera luz en las Islas Afortunadas. Sus seguidores: el Amor Propio, la Adulación, el Olvido, la Pereza, la Voluptuosidad, la Demencia y la diosa de las delicias. Y en cuanto a los bienes que otorga, el primero de ellos es la vida, ya que incluso el mismo Júpiter (Zeus), se disfraza de pobre comediante cada vez que siente deseos de procurar ser padre, además de que si se debe la vida al matrimonio, el matrimonio es producto de la Demencia (uno de sus vasallos). Los dioses mismo recurren a ella, el hombre y la mujer; insiste en que la vida misma con todos sus sufrimientos no tendría sentido sino fuera por ella, es la locura misma la que sostiene las amistades. En cuanto al amor, éste viene por primeramente por el Amor Propio (otro más de los suyos), de ahí incluso viene la felicidad, pues qué es ésta sino estar contento con lo que se es y lo que se tiene, y es el Amor Propio quien regala este beneficio. Las ciencia y las artes no son sino el camino a la infelicidad y la insatisfacción eterna, incluso no son sino aquellas que se refieren al diario vivir las más útiles, a saber de la medicina, la política… Y aunque pudiera parecer contradictorio pero es la locura quien concede la prudencia:
“El sabio con la nariz metida siempre en los libros no aprende más que palabras sutilmente combinadas; el loco por el contrario expuesto continuamente a todos los caprichos de la suerte, aprende, a fuerza de reveses, la verdadera prudencia. Homero ciego como estaba, veía bien claro cuando dijo: “El loco aprende a ser prudente a su propia costa (…) La verdadera prudencia consiste, puesto que somos hombres, en no querer ser más sabios que lo que nuestra naturaleza permite.”.[10]
Dice también, que la sabiduría, la honestidad son propias no de hombres falsos que, llamándose a ellos mismos sabios, manipulan la verdad con las palabras. Hace posteriormente una crítica a los cultos falsos que manipulan el acercamiento a Dios; de las formas de vida ascéticas que no permiten disfrutar de la propia naturaleza…
La conclusión es que la locura es un anticipo de la felicidad eterna, sin embargo sus últimas palabras son:
“Y a propósito, había olvidado que os prometí terminar. Por lo demás, si creéis que he charlado demasiado o se me escapó alguna extravagancia un poco fuerte, no olvidéis, por favor, que es la Locura, y al mismo tiempo una dama la que os ha hablado. Recordad también este proverbio griego: Un loco dice a veces grandes verdades, a menos que penséis que las mujeres forman una excepción en esta regla general. Veo que estáis esperando la perorata final, pero os engañáis del todo si creéis que recuerdo algo de cuanto acabo de deciros. Los griegos decían antiguamente:odio al invitado que tiene demasiada memoria; y yo os digo ahora: odio al oyente que lo recuerde todo. ¡Adiós, pues, ilustres y queridos amigos de la Locura! ¡Aplaudidme, portáos bien y divertíos!”[11]
Bibliografía
Escuela de Filosofía Universidad de ARCIS. «Universidad ARCIS Autónoma.» Universidad ARCIS Autónoma. s.f. http://www.philosophia.cl/ (último acceso: 29 de Febrero de 2012).
Fernández, Clemente, Los filósofos del renacimiento, Madrid, Editorial BAC, 1990.
Trazegnies G., Leopoldo de. Biblioteca Virtual de Literatura. 9 de Diciembre de 1999. http://www.trazegnies.arrakis.es/bioerasm.html (último acceso: 29 de Febrero de 2012).
[1] Fernández, Clemente, Los filósofos del renacimiento,. Madrid, Editorial BAC, 1990, p. 198.
[2] Ibídem. p. 199.
[3]Ídem.
[4] Ibídem. p. 200.
[5] Ibídem. p. 206.
[6] Ibíd. p. 208.
[7]Rotterdam, Erasmo de, Elogio de la locura, consultado en: Escuela de Filosofía Universidad de ARCIS. s.f. http://www.philosophia.cl/ (último acceso: 29 de Febrero de 2012), p. 4.
[8] Ibídem. p. 6.
[9] Ídem.
[10] Ibídem. p. 20.
[11] Ibídem. p. 67.
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