martes, 15 de mayo de 2012

Cristología y mitología

Era una muchacha, los antiguos dicen, que en su vientre virgen germinó al cordero. Su padre terrenal, José, un veinticinco de diciembre lo tomó por vez primera en sus brazos, tres hombres sabios guiados al pesebre por una estrella del oriente recitaban: Dios ha llegado. A los doce años enseñó a los que enseñan. Y a los treinta, después de haber desaparecido dieciocho años, lo sumergió Juan el Bautista en las aguas del Jordán. Y los pies del Dios-Hombre anduvieron el mundo. Veinticuatro ojos lo vieron caminar sobre las aguas, le oyeron recitar el Sermón de la Montaña veinticuatro oídos. Y fue crucificado entre dos ladrones y al tercer día resucitó de entre los muertos. Lo llamaban “El Mesías”, “El Cordero de Dios”, “El Hijo del Hombre”, “El Buen Pastor”, “El Camino, la Verdad y la Luz”, “El Ungido”. Su nombre: Osiris.
Horus-Osiris fue el arquetipo que fue Dionisos, que fue Krishna, que fue Isis, que fue Jesús… Al estar bajo el yugo egipcio, la esclavitud israelita hasta el hueso absorbió  el mito del crucificado. Aquel rancio cuento durmió bajo su frente hasta ser ensayado: Josué, hijo de Nun. Él es el que después sería Jesús, hijo de Naue. “Josué de Gilgal”, el que sería “Jesús de Galilea”. “Como Jesús, Moisés, Horus y Perseo, Josué es un héroe sin padre nacido de [la mar] María”.[i] Después de dorarse siglos; Horus, el Dios egipcio hecho hombre, renace en el polvo palestino. En esta pretérita comedia notamos diferentes personajes, distinto el decorado y el vestuario. No importa. El argumento es el mismo. Este arcano mito solar ya lo hemos visto. Fue bebido por Egipto de quién sabe que antediluvianas y terribles tribus. De los egipcios pasó a los hebreos que pasó a los levitas que pasó a los judíos. Hasta romper la copa semítica y caer en la pila pagana que alimentan las orillas católicas que dibujan ríos de fanatismo…
La siguiente es una tabla comparativa basada en las investigaciones de D.M. Murdock[ii].


Quetzalcóatl*
Buda
Attis
Jesús
Mitra
Krishna
Dionisos
Osiris
a
b




c






d





e






f





g





h



i




a) Nació de una virgen el 25 de diciembre.
b) fue anunciado por una estrella.
c) Tres sabios fueron a recibirle.
d) A los doce años sorprendió con su conocimiento a grandes sabios.
e) A los treinta años inició su ministerio.
f) Fue bautizado o ungido.
g) caminó sobre las aguas.
h) fue crucificado.
i) Resucitó al tercer día
*No se narra que su nacimiento fuera un 25 de diciembre, y la evidencia de su crucifixión se reduce a una imagen en un códice.
Pero, ¿cuál es la génesis de lo que Sir James Frazer llama The dying and rising gods? D.M. Murdock pretende responder a ello.
“ La estrella en el este es “Sirio”, la estrella más brillante de la noche, que el 24 de diciembre se alinea con las 3 estrellas más brillantes del cinturón de Orión, estas tres estrellas eran llamadas en la antigüedad “Los tres reyes”, [estos], y la estrella más brillante, Sirio, apuntan al lugar donde sale el sol el 25 de diciembre. Por esto es que los tres reyes “siguen” a la estrella en el este para ubicar la salida del sol: el nacimiento del sol. La virgen María es la constelación de Virgo, [es decir] la virgen. […] Hay un fenómeno que ocurre en el solsticio de invierno, es decir el 25 de diciembre. Desde el solsticio de verano al solsticio de invierno, los días se hacen más cortos y fríos. Desde la perspectiva del hemisferio norte, el sol parece moverse hacia el sur, haciéndose más pequeño y escaso. El acotamiento de los días y la caducidad de las plantaciones es cuando se acerca el solsticio de invierno. Para los antiguos simbolizaba el proceso de la muerte. Era la muerte del sol. Hacia el 22 de diciembre, la desaparición del sol era un hecho, […] pues ha llegado a su punto más bajo en el cielo. El sol deja de moverse hacia el sur, al menos perceptiblemente, por tres días. Durante esta pausa de tres días el sol permanece cerca de la constelación de Crux. Después de este tiempo, el 25 de diciembre el sol se mueve un grado, esta vez hacia el norte, anunciando días más largos, más tibios, y la primavera. Entonces se dijo: El sol murió en la cruz, estuvo muerto por tres días [para] después resucitar.”[iii]
Murdock, a mi parecer, tensa hasta el extremo los conocimientos que de esos mitos se tiene para hacer engranar su aparato teórico, fuerza el método comparativo, y simplifica la complejidad del intercambio de las creencias paganas, principalmente de los cultos mistéricos, con el cristianismo. Si bien, la explicación astrológica-agrícola es una fuerte herramienta para decodificar el misterio de los dioses solares, no es la única. Murdock, para sostener su hipótesis, apela únicamente a aquellos datos que sirvan para construir su edificio argumentativo, rasca hasta sangrar para encontrar similitudes y desconoce las diferencias, quiere ignorar que el conocimiento duro que de aquellos mitos tenemos es más bien escaso. “Es sobradamente conocido el hecho de que Mitra- de cuyo mito no conocemos más que una colección de imágenes- no padece sufrimiento personal y que la única víctima reconocible es el toro.”[iv] Concuerdo con Alvar en que se ha abusado del estereotipo de los dying and rising gods. Tal vez sea tiempo de ensayar otras rutas para la comprensión del misterio de la pasión cristiana.


Bibliografía

-Alvar, Jaime; Blázquez, José María et al, Cristianismo primitivo y religiones mistéricas ed. Cátedra, Madrid, 1995.

-Archaya S, La conspiración de Cristo, [Trad. Cristóbal Cobo Quintas] Ed. Valdemar 2ª Ed. Madrid, 2006.

- Murdock, D.M. Skeptic Mangles ZEITGEIST (and Religious History), Stellar House Publishing, http://stellarhousepublishing.com/skeptic-zeitgeist.html/





[i] Archaya S, La conspiración de Cristo, [Trad. Cristóbal Cobo Quintas] Ed. Valdemar 2ª Ed. Madrid, 2006. P. 396.
[ii] Ibíd. Pp. 183-214.
[iii] Murdock, D.M. Skeptic Mangles ZEITGEIST (and Religious History), Stellar House Publishing, obtenido en la red mundial el 28 de abril de 2012.  http://stellarhousepublishing.com/skeptic-zeitgeist.html/ 
[iv] Alvar Jaime, Martínez Maza Clelia, “Cultos orientales y cultos mistéricos” en Alvar, Jaime; Blázquez, José María et al, Cristianismo primitivo y religiones mistéricas ed. CATEDRA, Madrid, 1995.p. 439.





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