Pedro
Abelardo (Le Pallet 1079 - Charlons, 21 de abril de 1142). El trabajo filosófico de Abelardo, se sitúa
en el siglo XII una época de intensa producción intelectual, sobre todo en el ámbito filosófico, humanista
y teológico. Fueron tiempos de florecimiento
cultural y espiritual, pero en función
de la fe y de la religiosidad, cabe poner atención a la importancia que se le
dio a los cantares, a las abadías, a los monasterios, a las órdenes de
caballeros cristianos, a las primeras
construcciones góticas, a las
universidades[1].
Eran pues tiempos donde la cultura, el intelecto y la razón apelaban a la fe y a
la espiritualidad. Estos fueron los
tiempos donde Abelardo inició su brillante carrera filosófica, donde era
inevitable iba a chocar contra los teólogos medievales mas importantes de ese
momento.
Abelardo
aborda varios temas pertinentes al pensamiento medieval, pero se enfrenta de
lleno al problema de los universales, que era el gran tema del momento en la
filosofía medieval. Abelardo se opone con furia al realismo de Guillermo
de Champeaux, a quien, a pesar de haber
sido su maestro, no duda en refutarlo duramente, también ataca la postura
nominalista propuesta por Roscelino de Compiègne. Estas dos eran las
principales posturas que pretendían dar respuesta al problema de los universales
heredado desde los tiempos de Aristóteles y Platón, traídos al mundo medieval
por Boecio.
“Los
universales no consisten sino en el fonema, son meras voces que a nada
responden en la realidad ni en el pensamiento”[2]. Afirmaba la postura
nominalista, negaba la existencia de los universales dando lugar solo a
particulares, los universales solo eran considerados fonemas, solo sonidos,
meras voces, para Abelardo los sonidos tenia significación ya que eran
realidades mentales.
Por
otro lado, el realismo que afirmaba la posición de platón acerca de los
universales, decía que había cosas existentes. Que existen en un mundo
metafísico, de las cuales se decían otras cosas (nombres) pero que todas estas
eran imágenes, referencias de la cosa real, de la cosa existente, hay círculos
porque existe la circularidad.
Abelardo
refutó también esta postura sobre todo la propuesta por Guillermo de Champeaux,
con su teoría de la identidad, "la
especie es una e idéntica y su esencia se encuentra toda y de la misma manera
en todos y en cada uno de los individuos[3]" decía, ante lo cual Abelardo refutó mediante
el argumento de la predicabilidad del universal, asegurando que solo los
nombres se pueden predicar y que es ilógico afirmar un “hombre” a razón de
otro, siendo también esto muy complicado de sostener en un plano de lo real.
Refuto de igual manera la teoría de la
indiferencia también perteneciente a Guillermo, quien abandono su primera
tesis, aunque de igual modo abandono la segunda, tras esto se retiró de la
enseñanza a causa de la brillantez de su propio discípulo.
Ante
estas contraposiciones quedaba la duda entonces de a que postura pertenecía
Pedro Abelardo, o cual era la tesis que defendía. “Dos interpretaciones se han
enfrentado: la de quienes han sostenido que Abelardo fue un conceptualista y
que interpretó los universales como "concepciones del espíritu", y la
de quienes han declarado que […]se mantuvo en el fondo, dentro de la misma
corriente nominalista[4]…, y en cierto modo era
así, para Abelardo lo real era singular. Para Abelardo un universal era un
nombre, con un significado, relacionando la significación con lo significado.
Pero después dijo que “son las cosas las que prestan fundamento al
entendimiento para que predique de ellas una misma significación”[5], Abelardo siempre impuso
la res a la vox, basando la universabilidad en la propiedad de la
predicabilidad.
Aunque el método que Abelardo utilizo era un
tanto confuso y difícil, que se prestó a otro tipo de interpretaciones, porque también se le llego a considerar un realista
moderado. Su pensamiento fue avanzado y más profundo para su tiempo, aunque
siempre quedara a discusión cual fue la postura que el defendió, nominalismo,
realismo, conceptualismo; tuviera el nombre que fuera la postura de Abelardo
significo un antecedente importante al pensamiento medieval.
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