En cuatro solitarias fuentes, Flavio Josefo (37-aprox. 95 d.C.); Plinio el joven (aprox. 62-133 d.C.); Tácito (aprox. 55-120 d.C.); Suetonio (aprox. 69-140 d.C.), es llenado el cántaro de los historicistas: aquellos tristes apologistas de la existencia de Jesús. Esas cuatro pilas son el fundamento, la fortaleza para decir que hubo una vez, un Cristo que respiró y bebió el aire y el agua de este mundo. En la obra de estos cuatro historiadores parece haber menciones de Jesús. Por otro lado, Wheless, Taylor y Lander afirman, que los pasajes de Josefo sobre Jesús son fraudulentos, interpolaciones del obispo Eusebio, nada más. Warburton de Gloucester (1698-1779) dice de ellas que son “una indecente falsificación, y muy estúpida, además”[i]. Todo esto, de creerlo, nos deja tres menciones, tres brevísimas menciones donde descansa toda la teoría del Jesús histórico. No hay referencias talmúdicas o judías. No hay evidencias físicas ni arqueológicas. Pablo omite hablar de los lugares donde Jesús vivió y padeció y no menciona ningún evangelio. Y es que en esta vorágine “positiva” el mismo Pablo histórico ha sido refutado. Contra aquella, la postura historicista, una teoría paralela ha sido ensayada: La teoría del Jesús mítico.
Antes del Cristo carnal y semita, antes de Pedro “la roca”, antes de las genealogías que remontan a David, de las ignorantes referencias geográficas, antes de Juan, Mateo, Lucas y Marcos, antes del repudio a la comprensión cosmológica del mundo, y de la censura al zodiaco, fue el evangelio del señor.
“El argumento es como sigue: había en la antigua India un gran sabio llamado Deva Bodhisatoua. Entre otras cosas escribió un relato mitológico de Krishna, nombre algunas veces deletreado Chrishna”[ii]. El relato a grosso modo dice así:”Krishna, hijo terrenal de un carpintero que nació de la Virgen Devaki el 25 de diciembre. Su nacimiento fue señalado por una estrella en oriente al que asistieron ángeles y pastores, a la vez que le regalaban especias. Una vez nacido, fue perseguido por un tirano que ordeno la matanza de miles de niños. Krishna sobrevivió y al crecer hizo milagros y maravillas, resucitando a los muertos y sanando a los leprosos, los sordos y los ciegos. Castigó al clero acusándolo de ambición e hipocresía. Usaba parábolas para enseñar a la gente la caridad y el amor. Vivió en la pobreza y amaba a los pobres. Murió aproximadamente a los treinta años crucificado entre dos ladrones mientras el sol se oscurecía. Resucito de entre los muertos y ascendió al cielo a la vista de todos los hombres. Sus discípulos le otorgaron el título “Jezeus”, o “Jeseus”, que significa “esencia pura”. Krishna: “el que carga con los pecados” “el Hijo de Dios”, “el Dios Pastor”, volverá para juzgar a los muertos y entrará en combate con el príncipe del mal que desolará la tierra”[iii]… “Alrededor del año 38 o 40 d.C., Apolonio encontró esta historia en Singapur mientras viajaba por Oriente. La consideró tan importante que la tradujo a su propia lengua, supuestamente el samaritano. Al hacerlo, introdujo varios cambios según su propia comprensión y filosofía. A su vuelta lo llevó a Antioquía, y allí murió. Unos treinta años después, otro samaritano, Marción, lo encontró. Hizo también una copia con aún más cambios. Ésta fue llevada a Roma alrededor del año 130 d.C., donde fue traducida al griego y al latín. [iv]
Así pues, tenemos los aparentes orígenes del evangelio del Señor.
El evangelio del Señor.
Escrito por el cristiano Marción, décadas antes de los evangelios canónicos, este relato es la semilla del cristianismo apostólico. Nunca pretendió ser histórico; antes mítico y alegórico en él hallaron los cristianos “ortodoxos” no otra cosa que confusión y desacierto. En el evangelio del señor respira la metáfora gnóstica. La llama india donde se calentó la sopa cristiana. Y en él, a su vez, crepita el antiguo mito que no cesa: aquel del dios nacido el 25 de diciembre de una virgen, que murió en la cruz y resucitó al tercer día. Este fuego que ha alumbrado por milenios el viejo cuento de Attis, Buda, Baco, Horus, Cristo. El evangelio del señor a diferencia digamos, del de Juan. No huele a mundo. Emana una lumbre inmaterial, lejana. En sus líneas camina un Cristo que no es de carne, ¿cómo serlo?, es impensable un Dios de carne gnóstico. El relato marcionista no es, ni nunca pretendió ser, más que un mito. Bien comprendieron esto docetistas y maniqueos. El evangelio del señor recrea el mito de un dios etéreo, incorpóreo, metafísico, que repite la leyenda del crucificado agregando la representación gnóstica del mundo. No hay nada más que eso. Este arquetípico Dios fue después carnalizado, hecho judío, más tarde antijudío… y lo demás ya lo sabemos. En el evangelio del señor, por citar un ejemplo, encontramos: “Se ha dicho, el Hijo del Hombre debe sufrir muchas cosas, y ser asesinado, y después de tres días elevarse de nuevo”, contrastemos con este pasaje de Lucas 9,22: “El Hijo del Hombre tiene que padecer muchas cosas, y ser desechado por los ancianos, y sumos sacerdotes, y escribas, y ser entregado a la muerte, y al tercer día resucitar”[v]. Archaya continúa la comparación:
Por ejemplo, en Marcos 1,16 se lee: “…y pasando por la ribera del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés…” Casi todos los comentaristas están de acuerdo en que las palabras “por el mar de Galilea” fueron añadidas por Marcos. Están colocadas de forma muy poco gramatical para la sintaxis griega…Marcos, entonces ha interpolado una referencia a un lugar en un texto en el que no existía…[vi]
El ansia historizadora de estos “cristianos ortodoxos” fue implacable. Hoy Cristo habita entre la negación total del ateo y la afirmación espiritual e histórica del cristiano. La empresa fue lograda. El otro Jesús, el gnóstico, fue oscurecido para siempre en la profunda noche de los tiempos.
Bibliografía
Archaya S, La conspiración de Cristo, [Trad. Cristóbal Cobo Quintas] Ed. Valdemar 2ª Ed. Madrid, 2006.
Acharya me inquieta por que no cita claramente sus fuentes, y a veces tergiversa algunos datos ¿Isis-maria? -- ¿Alguien conoce ese texto de Deva Bodhisatoua?
ResponderEliminarA mí no sólo me inquieta... es una provocadora y nada más, el libro que cito terminó decepcionandome, y en mi entrada " cristología y mitología" muestro mi decepción. Por otro lado, muchas gracias por tu comentario.
EliminarNo se de donde sacas estas afirmaciones de la vida de Krishna, pero es erronea, asi que su tus fuentes no son correctas tus afrimaciones tampoco lo son.
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