viernes, 6 de abril de 2012

Celso contra los cristianos

Sobre las voces contra el joven cristianismo brama, como lúbrico tornado: la voz de Celso.
Intelectual pagano […] hombre culto, interesado por los fenómenos religiosos y sociales de su tiempo […] manifiesta en su obra un gran interés cultural. Conoce bien el platonismo del siglo II. Cita las obras Fedro, Timeo, La República, Las Leyes, Las Cartas, Fedón y la Apología de Sócrates. […] Celso se informó muy bien acerca de las religiones cristiana y hebrea. Leyó con sentido crítico el Génesis y el Éxodo, así como los episodios principales del Antiguo Testamento, los evangelios sinópticos, y tiene noticia del Evangelio de Juan. Ha leído las Cartas de Pablo, y conoce la existencia de los evangelios apócrifos y de los apologistas cristianos del siglo segundo […] Está al tanto de los principales temas de la disputa entre paganos y cristianos y entre cristianos y judíos. Tiene noticia, igualmente, de ciertas doctrinas heréticas cristianas como la de Marción y de Valentín. Ha viajado por Egipto y Palestina. Para él no tienen secreto los misterios y las prácticas mágicas. […] Está muy interesado por los cultos mistéricos […] Cayó en la cuenta de la extraordinaria importancia que el cristianismo había alcanzado para el Imperio romano, y que aportaba una serie de valores espirituales hasta entonces desconocidos. […] Al atacar al cristianismo, Celso se manifiesta un intelectual serio. Es un polemista nato, y utiliza hábilmente su sentido crítico […] La obra de Celso no gozó de aceptación. Orígenes fue el único escritor cristiano que se ocupó de ella y valoró su importancia. [i]
Con la calentura de un carnero embistió Celso el tierno árbol cristiano. Es casi inexplicable como sus raíces resistieron tan despiadado embate. Enumeraré sólo algunas de las muchas y precisas acusaciones de Celso al cristianismo.
El dios maldito.
Y el rumiante Celso se abalanza pues contra el dios judeocristiano:
·         “[este es] el Dios maldito (creador o demiurgo), que hace llover y tronar, el Dios de Moisés, creador del mundo… Dios maldito [porque] maldijo a la serpiente que quería enseñar al primer hombre el conocimiento del bien y el mal”[ii] Es vanidoso, colérico, inseguro, impío, irascible,  celoso. Lleno de pasiones humanas. Impotente; incapaz de hacerse obedecer por su creación. Indolente; permitió que su hijo padeciera su pasión.
Y sobre Cristo:
·         [nació] de una mujer pobre, convicta de adulterio, repudiada por su esposo, que dio luz un hijo a escondidas. Se marchó a Egipto, donde conoció la magia por la cual se proclamó dios. El carpintero la tomó por mujer, pero, convicta de adulterio, quedó encinta de un soldado de nombre Pantera[iii].
·        Cobardemente, huyó a Egipto. Vergonzosamente arrestado, fue abandonado por sus seguidores. Fue de la estirpe de magos “que en medio de la plaza, por cuatro perras, venden su ciencia sublime”.[iv]
·         Era feo.

Bobos y miserables.
A los cristianos toca el segundo tope de carnero:
·         Irracionales. Pues en el océano del mundo su balsa no es la razón. El conocimiento, señalan, es un mal. “Predican la sabiduría divina a la gente inculta, a los ignorantes, a los esclavos, evitando siempre la confrontación dialéctica con las personas instruidas”.[v] Desprecian el saber y la ciencia. La consigna: Rechazar a los sabios y hacer proselitismo entre los bobos. Así, el origen de su religión huele a mundo. Su fundamento es la rebelión política. Los cristianos se rebelan contra la comunidad judía. Así como ellos se rebelaron contra el poder egipcio. Igualmente, creen en la resurrección de la carne y esto para Celso, sólo es admisible entre gusanos. “Se humillan de modo degradante, arrodillándose, vistiendo el hábito de los miserables”,[vi] de los marineros, de los publicanos, de los desheredados, de los marginados, de los pecadores,  de los locos.
·         No debió ser  fácil percatarse de la filiación de judíos con cristianos, Celso la exhibe como si de algo oculto se tratara. Ella por otra parte, daña más que ayuda  a los cristianos.  Sobre los Judíos Celso dice “ Son esclavos arrojados de Egipto,… que no hicieron ninguna cosa importante, y [fueron] desconocidos por los griegos […] remontan su genealogía a una generación de magos y vagabundos ”[vii]
 La religión paródica.
Finalmente, el pitón del toro Celso hunde su filo en las entrañas de la religión misma.
·        El cristianismo es una secta de origen bárbaro que no representa ninguna originalidad. Hay antecedentes en Platón de la sentencia cristiana: Al que te abofetee en la mejilla derecha preséntale también la otra. El nacimiento de una virgen se encuentra ya en Danae, Melanipa, Auge y Antíope. Alega casos de muertos vueltos a la vida, como Zalmoxis (resurrección falsa, a decir de Heródoto), Pitágoras, Rampsonit de Egipto, Orfeo (que descendió a los infiernos para traer a Eurídice), Protesilao en Tesalia, Heracles y Teseo. Sobre la resurrección de Jesús y su deificación se conocen casos semejantes en todos los pueblos. Las teorías cristianas de los siete cielos derivan de las iranias y de los Cabiros. Los ritos cristianos estaban copiados de los misterios de Mitra; hay un influjo poderoso de las religiones mistéricas en lo cristiano[viii]
·         La raíz del cristianismo es el judaísmo y sobre este Celso dice:
La leyenda de la torre de Babel es una distorsión de aquella de los hijos de Aloeo, Oto y Efialtes, que quisieron escalar el cielo sobreponiendo el monte Olimpo, y el Pelio al Ossa, empresa que fracasó al ser asaetados por Apolo. La leyenda de Faetón reaparece en la leyenda del castigo de Sodoma y Gomorra. El diluvio es una falsificación del mito de Deucalión. Así, ni la circuncisión, ni la prohibición de comer carne de cerdo es privativa de los Judíos, antes las practicaron los egipcios.[ix]



Bibliografía
Blázquez, J.M. "La  reacción pagana ante el cristianismo" en Alvar, Jaime; Blázquez, José María et al, Cristianismo primitivo y religiones mistéricas ed. Cátedra, Madrid, 1995. Pp. 171-184.


[i] Blázquez, J.M. “La reacción pagana ante el cristianismo” en Alvar, Jaime; Blázquez, José María et al, Cristianismo primitivo y religiones mistéricas ed. Cátedra, Madrid, 1995. Pp. 171-172
[ii] Ibíd. p. 181
[iii] Ibíd. p. 173
[iv] Ibíd. p.174
[v] Ibíd. p.180
[vi] Ibíd. p. 180.
[vii] Ibíd. p.177.
[viii]Ibíd.  Pp. 171-184
[ix] Ibídem. 


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