martes, 10 de abril de 2012

Eckhart y el Libro de la Consolación Divina (Primera Parte)

El Libro de la Consolación Divina[1]
 
San Pablo, el noble apóstol, dice estas palabras: “Bendito sea Dios y el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, un Padre de la misericordia y el Dios de toda consolación que nos consuela en todas nuestras tribulaciones”. (2 Cor. 1,3 s.). Hay tres clases de tribulación que afectan y acosan al hombre en este destierro. Una proviene del daño sufrido en los bienes exteriores, otra [del daño] hecho a sus parientes y amigos, y la tercera [del daño] que soporta el mismo a causa del menosprecio e infortunio, de dolores físicos y hondos pesares. Por ello he decidido anotar en este libro algunas enseñanzas con las que el hombre puede consolarse en todos sus infortunios, tribulaciones y penas, y este libro se compone de tres partes. En la primera se puede hallar una que otra verdad de la cual y por medio de la cual se deduce que es lo que puede consolar y consolara conveniente y completamente al hombre en todas sus penas. Luego se encontraran unos treinta párrafos y enseñanzas, cada una de las cuales permite hallar un consuelo adecuado y total. Luego, en la tercera parte del libro, se encuentran ejemplos de obras y palabras hechas y dichas por personas sabias en medio de sus sufrimientos. 

En primer lugar[2] debe saberse que el sabio y la sabiduría, el veraz y la verdad, el justo y la justicia, el bueno y la bondad, se miran mutuamente y se relacionan el uno con el otro de la siguiente manera: la bondad no fue creada ni hecha ni ha nacido; sin embargo, es parturienta y da a luz al bueno, y el bueno, en cuanto es bueno, no fue hecho ni creado y, no obstante, es niño nato e hijo de la bondad. La bondad engendra a sí misma y a todo cuanto es, en la persona del bueno: infunde en el bueno [el] ser, [el] saber, amar y obrar, todos juntos, y el bueno recibe todo su ser, saber, amar y obrar del corazón y fondo mas intimo de la bondad y solamente de ella. [El] bueno y [la] bondad no son sino una sola bondad, completamente unos en todo, a excepción de dar a luz [por una parte] y [por otra] nacer; de todos modos, el dar a luz por parte de la bondad y el nacer en el bueno, constituyen cabalmente un solo ser, una sola vida. Todo cuanto pertenece al bueno, lo recibe tanto de la bondad como en la bondad. Allí existe y vive y mora. Allí se conoce a sí mismo y a todo cuanto conoce, y ama a todo cuanto ama, y coopera con la bondad en la bondad, y la bondad [a su vez realiza] todas sus obras con él y dentro de él, como está escrito y lo dice el Hijo: “El Padre que permanece y mora en mi, hace las obras” (Juan 14, 10). “El Padre obra hasta ahora y yo obro”. (Juan 5, 17). “Todo cuanto es del Padre, es mío, y todo cuanto es mío y de lo mío, es de mi Padre: [es] suyo cuando lo da y mío cuando lo tomo”. (Juan 17, 10). Además hay que saber que, cuando decimos .bueno., el nombre o la palabra no significan ni encierran ninguna otra cosa, ni más ni menos, que la mera y pura bondad; más se trata de una auto-entrega. Si decimos .bueno., comprendemos que su bondad le fue dada, infusa, engendrada por la Bondad no nacida. De ahí que dice el Evangelio: “Así como el Padre tiene vida en sí mismo, así dio también al Hijo que tuviese vida en sí mismo”. (Juan 5, 26). El dice: "en si mismo" y no "por si mismo" ya que el Padre se la dio. 

[1] Este tratado fue compuesto para la reina Agnes de Hungria (1280, aproximadamente, hasta 1346). En 1308, el padre de la reina, Albrecht I de Habsburgo, fue asesinado. Si Eckhart se refirió a este hecho, el tratado debe haber sido escrito entre 1308 y 1311. En cuanto al texto, escribe Quint: Sorprendería que el texto del Libro de la consolación divina —a pesar de haber sido establecido literalmente como tratado de Eckhart en contraste con los sermones— se conserve en la tradición manuscrita apenas con menos variantes que la mayoría de los sermones alemanes para los cuales el predicador no habrá hecho nada más que esbozos y que conservamos solo como copias de los oyentes hechas sobre la base de los textos orales.
[2] El tema que trata Eckhart aqui, al comienzo de la primera parte del Libro de la consolación divina y que predomina en toda esta parte de enfoque totalmente especulativo, es uno de los temas principales, que vuelve a tratar una y otra vez en las obras alemanas y latinas, a saber, el problema de la relacion entre las llamadas perfectiones generales y sus portadores terrestres creados, o sea el hombre bueno, justo, sabio, veraz, en especial la relación de esencia entre la justicia y el justo, etcetera.

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