miércoles, 14 de diciembre de 2011

El camino del alma hacia la virtud

1 “Los males residen acá y por necesidad andan rondando la región de aquí y puesto que el alma desea huir de los males, hay que huir de aquí”[1]. Plotino en este tratado describe como el alma tiene la necesidad de huir de aquí y emprender un camino ascendente para alejarse de los males. Solamente el alma logrará este camino en la medida que se asemeje a Dios, y esto es posible por medio de la virtud.

El camino que marca Plotino para el alma consta de tres etapas, las cuales ella tiene que recorrer, para que de esa manera pueda alcanzar la virtud superior. Estas etapas son: el control de apetitos y pasiones del alma, la purificación y la contemplación.

En la primera etapa, el alma adquiere las virtudes cívicas, las cuales “nos hacen realmente ordenados y mejores porque ponen a raya los apetitos y les imponen medida, y, en general, porque imponen medida a las pasiones”[2], por medio de estas virtudes cívicas, se comienza con la huida de aquí y por lo tanto el asemejamiento a Dios, pues anteriormente el alma es mala por el hecho de estar unida con el cuerpo y ser partícipe con él de las pasiones y opiniones. Esta alma se hace buena y poseedora de virtud si no comparte opiniones con el cuerpo, sino que actúa de manera individual, en donde la razón y la inteligencia son las que mandan.

La segunda etapa que le sigue al alma es el de la purificación, la cual consiste simplemente en la separación de todo elemento ajeno al alma. “Si una cosa era buena antes del estado de impureza, bástale la purificación”[3], con lo anterior se plantea que si el alma era buena antes de la impureza, después de la purificación quedará el bien, en cambio, si no era buena quedará como era antes, mala. Alcanzar este estado de perfecta pureza por la purificación, lo logra el alma en el momento en que se da la separación afectiva del cuerpo, el alma puede separarse del cuerpo concentrándose en sí misma.

La tercera y la última etapa del alma es la contemplación, la cual se logra por medio de la conversión, que así mismo se alcanza por la iluminación, es decir, por la reminiscencia, la cual consiste en iluminar los inteligibles que había en el alma, aunque arrinconados y desiluminados. Gracias a esta iluminación, el alma tiene una conversión hacia la inteligencia, la cual culmina con la contemplación de ésta, en donde todas las virtudes existen a modo de Modelos, ya que no residen en el alma. “La virtud es de alguien”[4]. En esta contemplación consiste la virtud superior.

Si el alma sigue este camino llegará a la virtud superior, será considerada virtuosa, es decir, será consciente de sus virtudes y del modo en que las pone en práctica, en su actuar según las circunstancias.

Llegar a la virtud implica alejarse de aquí, asemejarse a Dios y no a los hombres de bien, es decir, asemejarse a un modelo y no a una copia del mismo modelo.

Bibliografía.

Plotino, Enéadas, I.2, Madrid, Gredos, 2002, pp. 346.


[1] Plotino, Enéadas, I.2, Madrid, Gredos, 2002, p. 25.

[2] Ibidem, p. 32.

[3] Ibidem, p. 35.

[4] Ibidem, p. 39.

1 comentario:

  1. Dentro de tu escrito referente a Plotino y su postura ante el camino del alma hacia la virtud; me hace confrontar muchas de las posturas que actualmente se educan en las personas en su espiritualidad, todo por alcanzar una virtud o fomentar un encuentro con Dios, que similarmente parte de las tres etapas ya mencionadas como camino para el alma por Plotino.
    Es de suma importancia conocer el recorrido histórico que han hecho los grandes filósofos, respecto a su pensamiento y aportaciones, debido a que hoy día, podemos encontrar aún características de su pensamiento en nuestro obrar, en nuestras tradiciones,en nuestra moral que rige la sociedad, entre otros.
    Conocer la postura de Plotino sobre el despejarse del mundo terrenal para asemejarse a Dios, tiene una fuerte similitud con la perspectiva del cristiano por encontrar a Cristo. Muy buena aportación.

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