sábado, 4 de junio de 2011

Las plantas en la brujería medieval.


Las plantas en la brujería medieval es un libro escrito por J. Ramón Gómez Fernández, en el pretende desmitificar la figura de las brujas medievales haciendo uso de la ciencia, el autor cita una frase de Jorge Luis Borges que es el perfecto preámbulo que muestra sentido a la investigación:

“Los hechos históricos están ocultos en la leyenda, que no es una invención arbitraria sino una deformación o magnificación de la realidad”


Desde sus inicios la humanidad ha tenido una estrecha relación con el mundo vegetal, para alimentarse, vestirse, sanarse, envenenar, o alterar sus estados mentales, estas plantas poseedoras de propiedades “mágicas”, comúnmente fueron consideradas sagradas por diversas culturas y acerca de ellas se construyeron numerosos mitos y leyendas. Uno de los más importantes surgió entre los siglos XV al XVII: la brujería, acto por el cual fueron condenadas en Europa 500,000 personas entre estos dos siglos (una sexta parte de la población total.

Estudios recientes demostraron que algunos de los vegetales utilizados en las pociones “mágicas” del Medievo, poseen importantes propiedades alucinógenas, como la belladona, mandrágora, tabaco, y beleño, se tiene la idea de que estas hierbas eran misteriosas, escasas y de difícil recolección, pero en realidad no es así, estas son plantas comunes y abundantes en suelos nitrogenados, propios de lugares donde existe materia en descomposición, como basureros, cementerios o a las orillas de los ríos y lagos, y preferentemente las plantas debían ser recolectadas al caer el sol puesto que sus propiedades son potencializadas por él, por lo que el atardecer era el mejor momento para su recolección, además de que la obscuridad proveía resguardo al recolector para no ser visto por la comunidad, sin embargo este hecho también contribuyó a conformar la figura siniestra de las brujas.

Existían tres formas de preparados herbales, los ungüentos, de uso externo combinando las plantas pulverizadas con grasas sólidas y untándolos en las piel para la absorción o inhalación de los activos de la fórmula.

Por fumigación, que consistía en inducir la aspiración de los vapores generados al quemar los vegetales.

La infusión que es básicamente preparar un té y se utilizaba con plantas que cambian sus principios activos mediante el procedimiento.

Y la pócima o filtro, que consiste en extraer las propiedades de la, o las plantas, y después beber el extracto.

Sin duda alguna a través de cualquiera de estos medios las plantas eran capaces producir fuertes efectos psicotrópicos. Y es aquí de donde se desprende el segundo hecho que contribuye a la conformación de la figura de la bruja, ellas confesaban practicar la brujería, tener pactos con el diablo, convertirse en cualquier animal poseer la capacidad de volar, las recolectoras de plantas acusadas de brujería lo confesaban creyendo que esto era una realidad y existen numerosos documentos de testigos que contaron ver a las brujas untarse sus ungüentos y caer al piso a causa del efecto de los mismos y cómo al despertar la bruja aseguraba haber cometido un sinfín de hazañas cuando la realidad era que sólo había permanecido bajo el influjo de una droga, los inquisidores de la época se valían además de la tortura, de medios como poner en la boca de la acusada hojas de San Juan que les provocaba alucinaciones y el habla continua. Y claro algunas otras confesaban lo que fuera con tal de evitar la tortura. En relación con todo esto, aparece otra peculiar figura “los alquimistas”, al igual que en otros periodos de la historia, la misma actividad podía ser tolerada e incluso admirada en el género masculino, mientras que era motivo suficiente para causar la muerte en el género femenino, dependiendo de esta eventualidad una persona podría ser llamada alquimista o bruja con todas las connotaciones que implicaba pertenecer a una u otra clasificación. Algunos escritos y narraciones de la época apuntan a una teoría interesante: los alquimistas ensañaban a algunas mujeres las propiedades y usos de plantas toxicas y alucinógenas, en lugares alejados y en medio de la noche, utilizaban disfraces como pieles de animales y máscaras todo esto para no ser descubiertos o reconocidos, muchas veces perdidos en el influjo de las propiedades de las plantas sostenían relaciones sexuales con sus discípulas (claro sin quitarse el disfraz) toda esta situación, muy probablemente era revelada por la brujas, en el momento de la confesión, donde manifestaban frases como “El diablo, con cabeza de carnero, me enseño las propiedades de las plantas y después me poseyó”.

Dado los constantes “eventos de brujería”, tanto la gente como los inquisidores optaron por enfrentarse a estos personajes a veces utilizando sus mismas armas, empleado algunas plantas para alejar los malos espíritus y otras directamente en contra de las brujas por sus propiedades tóxicas, obligándolas a beber sustancias como la infusión de la retama, si enfermaban o morían se retiraba la acusación, pero si no eran condenadas a la hoguera, utilizando los efectos alucinógenos de las plantas para obligarlas a confesar, por ejemplo e utilizaba poner en la boca de la bruja maceradas la hierba se San Juan(hiperycum perforatum) conocida en la edad media como “fuga daemonum” pues sacaba los demonios del cuerpo de la hechicera y la obligaba a declarase culpable.

Lo que este estudio arroja como conclusión es que las brujas no eran personas desequilibradas ni mágicas poseedoras de escobas voladoras, eran expertas recolectoras y botánicas grandes conocedoras de las plantas y sus principios activos, no eran personas trastornadas sino poseedoras de una sabiduría popular completamente incomprendida en su época, además también utilizaban ingredientes poco convencionales como la piel de sapo, pero no por completar u maleficio sino porque sabían que ésta contiene lo que ahora llamamos bufoteina, que es una sustancia con efectos similares al LCD, con respecto a las frases, rezos y cantos que acompañaban el ritual de preparación y aplicación de las sustancias, el autor los atribuye a un refuerzo psicológico para que la bruja confiara en la efectividad de la preparación con la que creía integrar, un factor más que potencializaba las propiedades de la poción.

Mi propia conclusión:

Este es un libro muy interesante, con un rigor científico pretende desmitificar cada uno de los aspectos que integran el retrato de las brujas que prevalece aun hoy en día, dando a cada uno de los aspectos una explicación racional, contiene tablas de usos y toxicidad para de las plantas más importantes utilizadas por estos personajes, relatos, datos históricos, y una amplia recopilación de fragmentos escritos realizados por diversos personajes de la época.
Sin embargo me parece que lo primero que es necesario que es necesario decir primero que debe decirse con respecto a las brujas es que no se puede generalizar, hubo gente completamente inocente que fue torturada y asesinada cruelmente, hubo también expertas en recolección, uso y manejo de las plantas tanto con nobles como con perversas intenciones, hubo unas tantas que creyeron ser poderosas hechiceras con pactos demoniacos pero solo fueron víctimas de un engaño de su propia mente, sometida a los influjos de ciertas plantas, pero hay un aspecto que no se considera dentro del libro, tal vez precisamente porque pretende reivindicar a las bujas, y este es que debe haber habido también dentro de ellas algunas mujeres trastornadas, que llevaban los engaños de su mente a su vida diaria, que llegaron a realizar actos crueles y reprobables, dañadas por estar expuestas constantemente a los efectos de sus pociones y el rencor por ser cazadas y exterminadas, el rencor hacia esa sociedad que era incapaz de comprenderlas y mucho menos de valorarlas.

Bibliografía.
J.RAMÓN, GÓMEZ, FERNÁNDEZ, (1999), Las plantas en la brujería medieval, Madrid, Celeste Ediciones.

2 comentarios:

  1. Hola!
    Les recomiendo esta novela:

    El sueño de las brujas, de Max Powell

    Saludos
    Pam

    http://www.amazon.com/sue%C3%B1o-las-brujas-Spanish-Edition-ebook/dp/B00K9VEC8Q/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1400606516&sr=8-1&keywords=el+sue%C3%B1o+de+las+brujas

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  2. No es cierto lo que escribiero, sobre los alquimistas. Los alquimistas no se dedicaban a lo mismo que las brujas, sino a estudiar la transmutación de la materia, para convertir el cobre en oro. Me parece que la frase "la misma actividad podía ser tolerada e incluso admirada en el género masculino, mientras que era motivo suficiente para causar la muerte en el género femenino" no es nada más que feminismo de mal gusto, ya que no era la misma actividad.

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