Yasna XXXI
Zarathustra cuenta que él declara la verdad que repite de memoria, ya que la aprendió de Mazda, en contra de las doctrinas que enseñan mentiras, las cuales van en contra de la Justicia. Está seguro de Mazda y del bien que procura aquel que lo sigue, pide que le enseñe con su propia boca y lengua para poder convertir a quien lo escuche para vencer, junto con la bendición de los Espíritus poderosos (Ameshaspendas), al Demonio de la Mentira.
“La mejor suerte es concedida a aquellos que siguen y se valen por medio [del] Recto Orden” [1], la cual consiste en obtener la Soberana Inteligencia, por lo cual pide a Mazda le diga “aquello que puede ser y lo que no puede ser” [2]. Alaba la Inteligencia que se encuentra en el interior y que fue creada por Mazda, de lo cual se da cuenta cuando “[lo contempla] con los ojos (iluminados) como el verdadero hacedor de toda justicia, como el Señor (y Dueño) de toda obra de vida” [3].
Por ello Mazda ha creado a Kine (el ganado) con la facultad de decidir y la ha dotado de inteligencia para hacer una correcta elección, para escoger al agricultor, a aquel que tiene la inteligencia que brinda la Inteligencia Suprema, y no al nómada ladrón. “Y esta doctrina fue la primera regla que sirvió para regir nuestros actos” dice Zarathustra, pues “cuando (nos) diste entendimiento haciéndonos partícipes de la propia inteligencia (divina), hiciste de nuestra vida corporal (una realidad plena)” [4].
Yasna XXXII
Angra Mainyu (rival de Mazda) incita a quienes lo siguen a que no se aparten de su falsa religión, con la cual pretende traer la ruina y muerte de los hogares, los pueblos y las ciudades. Los que lo siguen rezan al igual que Zarathustra pero él tiene firme su amor y devoción por Mazda. Los Daevas (potencias espirituales al servicio de Mainyu) son semillas de la Mala Inteligencia (Aka Manah) y aquellos que les ofrecen sacrificio son esclavos del Demonio de la Mentira.
Aquellos que siguen a los Daevas pierden toda posibilidad a una vida feliz aquí en la Tierra como de la Inmortalidad que está más allá de este Mundo puesto que siguen la Mala Inteligencia, siendo que de las malas palabras pasan a los malos actos. Por eso se debe seguir lo que dicta Mazda por medio de la Buena Inteligencia, ya que Mazda posee en su mente y en su memoria las verdaderas enseñanzas. En la batalla, Mainyu y sus seguidores toman como victoria, confiados de “su espada de hierro reluciente”, algo que está destinado a la destrucción, es decir, el cuerpo.
Yasna XXXIV
Zarathustra pide que se les brinde, tanto a él como a todos los que siguen a Mazda, “tres benditos dones”, Inmortalidad (que es la felicidad eterna), Recto Orden (la actitud sagrada) y el Reino de Bienestar, el cual ha sido creado por Mazda y prometido a cambio de buenas palabras, buenos actos y santos sacrificios. A lo cual el hombre bondadoso dará gracias con sus mejores dones en pensamiento y obras.
Después Zarathustra pide que Mazda, si es como el él sabe que es, con el Recto Orden y la Perfecta Inteligencia le manifieste una señal de éstas dos potencias y agrega “ahora que moro en este Mundo (esclavo, mientras vivo víctima de su pobre escenario, testigo de lo que en él ocurre)” [5]. Aclara que los que no siguen el Recto Orden, los que no lo llevan a cabo, se encuentran muy lejos de la Perfecta Inteligencia; gracias al Recto Orden (la actitud sagrada) se mantiene la esperanza de la Inmortalidad para aquellos que lo siguen “tanto en lo ritual como en lo moral”[6].
Entonces pregunta cuál es el camino de la Buena Mente (Inteligencia), camino al cual Mazda le tiene prometida una recompensa, la cual ofrece “como meta de nuestra vida (terrestre) corporal [y que se obtiene] por medio de las obras que realicemos gracias a Tu Benéfica Inteligencia” [7]. Y agrega:
Los que trabajan en las faenas (útiles a) la madre Kine (nuestras vacas, nuestros ganados, tan necesarios), fomentan tus cuidados misericordiosos mediante obras inteligentes que nos han sido enseñadas (a favor) de las indicaciones de Tu Orden Recto y Providente.
[1] B. Beruga, Juan, “Los Gathas” en El Avesta, Clásicos Bergua, Madrid, 1992, p. 91.
[2] Ídem.
[3] Ibídem, p. 92.
[4] Ídem.
[5] Ibídem, p. 103.
[6] Ibídem, p. 104.
[7] Ídem.
BIBLIOGRAFIA
B. Beruga, Juan, “Los Gathas” en El Avesta, Clásicos Bergua, Madrid, 1992, pp. 81-139.
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