miércoles, 20 de junio de 2012

Avempace, elementos de su pensamiento






Abu Bakr ibn Yahya ibn al–Saig ibn Bayya o mejor conocido como Avempace, nace entre 1070 y 1080 de una familia de plateros de Zaragoza. Teniendo en mente un viaje a Egipto que no se llega a realizar, escribe a su amigo que lo esperaba en esta población La Carta del Adiós. Entre sus obras podemos encontrar El Régimen del Solitario, Tratado de la Unión del Intelecto con el Hombre, Carta del Adiós, Sobre las Plantas y comentarios a diversas obras de Aristóteles como: Órganon, Física, Sobre la Generación y Corrupción, Sobre el Alma, etc. En 1139 muere misteriosamente asesinado en Fez, tal vez por enemigos suyos de la clase médica.
            En el Islam originariamente hay un concepto de sabiduría (hikma) que abarca el saber teórico tanto como el práctico, del mismo modo existía ya una palabra para lo que en Occidente se le conoce como filosofía (falsafa). Avempace, en cierto sentido, es un crítico de las ideas platónicas y de igual modo de el aristotelismo, de ahí que su filosofía contenga las siguientes características: primera; posee un marcado carácter religioso, segunda; se tiene la convicción de que filosofía y religión coinciden pues la fuente de la verdad de ambas es solamente una y la misma: Dios, tercera; busca la dimensión práctica de su pensamiento, completando el ideal de vida griego de la pura contemplación, cuarta; el proceso racional lo culmina en estados místicos que sobrepasan el conocimiento estrictamente lógico.[1]   
            En la península Ibérica se instaló el Islam en el 714 y toma el nombre de al–Ándalus y pronto, la cultura musulmana se implanta en su suelo. Pero muy pronto, Aristóteles empieza a entrar en el al-Ándalus tanto en sus mismos textos como atrevés de los comentarios sobre todo de al-Farabi, y lo primero que se conoce y domina es el Órganon y la lógica. A partir, pues, de Avempace, Aristóteles empieza a ocupar el primer plano del pensamiento occidental, primero musulmán y luego cristiano[2].
            El desconocimiento de Avempace hasta 1900 y lo mucho que aún falta por saber de su obra y pensamiento, se debe principalmente y ante todo a la sombra que Averroes, ejerce sobre este, ya que occidente tuvo más que suficiente con los averroístas. La cantidad de manuscritos de Avempace es casi nula a comparación de la de Averroes y además se hicieron versiones latinas de este último, cosa que no sucedió con Avempace en parte porque su pensamiento no es de fácil interpretación ya que sus obras fueron escritas con suma rapidez o como apuntes o textos inconclusos, lo que lo hace sumamente difícil.
            La lógica de Avempace, tiene la peculiaridad de no seguir al pie de la letra el pensamiento de Aristóteles, sino que rompe en muchas ocasiones con éste. La lógica de este zaragozano  es importante porque representa el resultado de la evolución anterior a la lógica aristotélica, tanto griega, oriental y andalusí, a la vez que constituye el puente de unión con la tradición posterior árabe.[3]Pero no con todo el pensamiento de Aristóteles estaba en desacuerdo; incluso para Avempace el ideal de la vida humana como para el mismo Estagirita es la sabiduría, si se entiende ésta como contemplación.
            La filosofía de Avempace se centra en la teoría de las formas para éste las formas son tal cual las percibía Aristóteles. Avempace lleva a cabo diversas clasificaciones de las formas, desde varios puntos de vista, pero su filosofía se encuentra  sumamente enfocada al ser humano:

Formas de nivel corporal.

*La forma de la materia tangible y visible espacio temporal.

*La forma o alma vegetativa

*La forma o alma animal con los sentidos externos (vista, tacto, oído, gusto y olfato)     


Formas de nivel espiritual.

*Las formas que constituyen los sentidos internos (imaginación, sentido común, memoria).

*La forma que es la razón humana.


Formas de nivel intelectual.

*La forma que es el intelecto pasivo individual de cada persona.

* La forma que es el intelecto adquirido de cada persona.

* La suprema forma que es el intelecto agente universal.[4]

            La más resaltante de esta clasificación es el llamado “intelecto agente”, que se puede encontrar en algunos aristotélicos posteriores como Sto. Tomás de Aquino. Este intelecto agente Avempace lo vislumbra como si fuese Dios, es decir cuando te unes al intelecto agente te unes con el mismo Dios. El que la unión con el intelecto agente sea la misma que con Dios parece desprenderse de las mismas palabras de Avempace a lo largo de toda su obra, aunque no llega a decirlo con toda claridad. En este sentido, el intelecto agente parece tratarse o bien del mediador o intermedio filosófico que hay entre la trascendencia de Dios y el ser humano. En cualquier caso es claro el sentido religioso que Avempace da a su unión mística, a pesar de la expresión filosófica que da a la misma y al intelecto agente.[5] 
            No sólo Avempace fue un filósofo, sino también y  esto es algo que olvidamos, Avempace se dedico a la botánica, a la medicina, a la física y que tal vez sus teorías de astronomía fueron precursoras para Galileo. Pero fue mucho más reconocido en la poesía y en la música; en la poesía aun se conservan algunos escritos suyos y en la música él mismo afirma haberse dedicado a este arte y esto es confirmado por los testimonios de Jaqan y al-Maqqari, por otra parte escribió un discurso sobre las melodías musicales.
            Tal vez Avempace fue un filósofo desconocido durante años pero, tal vez, influyó más de lo que creemos en el pensamiento de la Edad Media. Con Averroes aunque jamás se conocieron personalmente, éste estaba al pendiente de la vida del zaragozano. El propio Maimónides lo cita elogiosamente en varias ocasiones en especial de su obra Guía de los perplejos. Sto. Tomás y Alberto Magno confrontan sus ideas de la no inmortalidad del alma. Avempace incluso, no de manera directa, pudo haber influido algunas ideas de Spinoza, lo que demuestra que su pensamiento, aunque olvidado fue trascendente.

BIBLIOGRAFIA

Lomba, Joaquín.  Avempace, Ediciones del Orto, Madrid España, 1995



[1]Cf.  Lomba Joaquín, 1995. Avempace, Madrid España, Ediciones del Orto.
[2] Cf. Ibíd. P. 14
[3] Cf. Ibíd. P. 20
[4] Ibíd. P. 22
[5] Cf. Ibíd. P. 30





           


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